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Aquelarre antiviral (Arresto domiciliario 13)

Aquelarre antiviral (Arresto domiciliario 13)

Una de las vergüenzas calladas de la infancia tiene que ver con ciertas dudas tímidas por las que nunca osó uno preguntar y procedió a explicarse como pudo, para ahorrarse el ridículo de exhibir su candor. Recuerdo, por ejemplo, que en la televisión se anunciaban productos que estaban a la venta “en las tiendas del ramo”. ¿Qué diantres era un ramo? ¿Qué tiendas eran esas que yo nunca había visto? Al tanto de que había un Domingo de Ramos, a lo largo del cual las iglesias lucían desbordantes de esplendor vegetal, llegué a la conclusión de que esos almacenes serían parte de una cadena comercial: las famosísimas Tiendas Del Ramo. Imaginaba el logo en luz neón: un gran tallo cuajado de hojas verdes, cuya sola memoria todavía me hace reír a solas.

"Hace un par de semanas que llueven los mensajes alusivos a curas y vacunas según esto infalibles, cuyo origen a todas luces fantasioso no parece incidir en el fervor triunfante de los mensajeros, ávidos de primicias para hacerse notar y bendecir"

Debo de haber pasado cuando menos cinco años esperando el momento en que mis padres se dignaran llevarme a alguno de esos almacenes Del Ramo. Para cuando perdí la candidez, ya me había enredado en otra rama del pensamiento mágico, esta vez asociada a las virtudes que creía esenciales para conseguir novia. ¿Qué querían las mujeres? ¿Cómo hacía uno para interesarlas? ¿Habría alguna que pensara en mí? Callaré por pudor las respuestas que entonces ingenié, y también porque fueron demasiadas para hacer el esfuerzo de recordarlas. Baste con decir que eran todas mágicas y a la medida exacta de mi ignorancia. Piensa uno en esos casos lo que le da ilusión y tranquilidad, por más que sepa que es todo mentira y haya pasado el tiempo de la magia.

Hace un par de semanas que llueven los mensajes alusivos a curas y vacunas según esto infalibles, cuyo origen a todas luces fantasioso no parece incidir en el fervor triunfante de los mensajeros, ávidos de primicias para hacerse notar y bendecir. Unos hablan de grandes hallazgos científicos y avances médicos hasta ahora secretos, mientras otros se inclinan por recomendar toda clase de pócimas, vitaminas y hasta ritos sacados de la manga, que en unos pocos días darán cuenta del virus malnacido.

"El último mensaje que recibí me aconseja comprar una lista de pócimas y especias que al hervirse resultan la kriptonita verde del coronavirus"

¿Cómo es que una noticia que el mundo entero muere por saber puede seguir oculta en el WhatsApp, en vez de darle vueltas al globo terráqueo como lo haría la muerte de una celebridad? Al pensamiento mágico no lo intimidan esas fruslerías, y al cabo lo confirman. Si acaso la noticia no ha trasciendido más allá de un grupúsculo de crédulos, ello seguramente se debe a los oscuros intereses que sin duda estarán involucrados, pues quien da fe de eventos milagrosos ya no tiene que ir lejos para encontrar el rastro de una conspiración al más alto nivel. Traducción: más allá de nuestro alcance. Si alguien que no soy yo se asomó a las alturas y se enteró de todo en mi lugar, debo entender que su reserva es lógica. Sabrá el demonio los riesgos que corre por proveerme con esta información.

El último mensaje que recibí me aconseja comprar una lista de pócimas y especias que al hervirse resultan la kriptonita verde del coronavirus. Parece que las venden en las Tiendas Del Ramo.

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