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Babysitter, de Joyce Carol Oates

Babysitter, de Joyce Carol Oates

Casi cualquier opinión, crítica o reseña de un libro de Joyce Carol Oates podría comenzar con la siguiente frase: “La última novela de Oates es una obra maestra desgarradora y cruel que se adentra en lo más oscuro de nuestra sociedad”. Y es que, si bien hay un conjunto de escritores que parecen empeñados en escribir sobre el sueño americano (inserte el país que quiera), existe justo en el extremo opuesto otro grupo que utiliza las letras para obligar al lector a mirar todo aquello que muchas veces prefiere no ver. Y justo en ese punto está Oates.

Su última novela, Babysitter, está titulada de tal manera que puede dar pie a pensar que trata de una niñera, pero no: hace referencia a un viaje al clasismo, los convencionalismos, el sexo, el racismo y los privilegios, a través de una trama que en ningún momento deja espacio al lector para pensar en un final feliz. Presenta para ello a una familia media de matrimonio con dos hijos, año 1977 en Detroit, que se siente fuertemente privilegiada y solo es capaz de ver el mundo desde el interior de su burbuja. A saber: si algo malo ocurre, es a un negro o en un barrio en el que vivan o, incluso si es bueno pero hay una persona de color en el relato, seguro que tiene que acabar mal. El matrimonio del que forma parte Hannah, que será nuestra voz principal, vive anestesiado del mundo sin que ello implique que sus opiniones y sus actos no sean nocivos pero, más que de manera individual, lo son en su forma colectiva, que Oates representa como el suburbio en el que residen. Hannah es todo lo que debe de ser, incluso una mujer aburrida, y por eso decide, por primera vez en once años, aceptar una cita a todas luces sexual con un hombre al que acaba de conocer. Oates no escatima en detalles sobre este primer encuentro que coloca a la protagonista en un dilema cuya solución tiene decidida desde que cruza la puerta de su casa: tiene un amante. Puede que el lector se haya horrorizado con lo sucedido tras esa puerta de la habitación del hotel, pero Hannah ha visto romperse su rutina, ha visto a un hombre que muestra sentimientos y, bueno, tampoco quiere ser descubierta. Entiéndanla, parece decirnos la autora, pero no… y es que el éxito de la novela radica precisamente en que no somos capaces de comprender gran parte de los comportamientos que se nos muestran. En esta burbuja perfectamente artificial y estereotipada, hay un asesino en serie al que llaman Babysitter —supongo que porque ese nombre es más acorde con el lugar—, que asesina a niños pequeños a los que coloca en posición durmiente con la ropa perfectamente doblada a su lado. Y allí, en la burbuja de nuestra novela, asumen que es negro: aquí recuerdo que se ambienta en 1977. El lector viaja por recortes y testimonios de las víctimas para sufrir los asesinatos y, del mismo modo, vive las sospechas que poco a poco van a ir concentrándose en la identidad de Babysitter, con la que, más que sorprender, la autora busca dar al lector el golpe de gracia que ejecuta acudiendo a sus temas favoritos.

Del futuro de Hannah, su amante, su marido y el asesino no seré yo quien vaya a daros una pista, ya que, como sucede en muchas novelas de Oates, si bien es importante, la trama no es lo principal. Y es que la expresividad de una de las escritoras más prolíficas del panorama literario no desciende con los años, y asistimos a un espectáculo de tonos, sobreentendidos, anticipaciones e incluso pequeños saltos temporales que, lejos de desorientar al lector, asientan firmemente su mirada para que no sea capaz de desviarla del horror.

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Autora: Joyce Carol Oates. Traductora: Núria Molines Gallarza. Título: Babysitter. Editorial: Alfaguara. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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