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Porque Bonaparte ya hubo uno: Malaparte

Porque Bonaparte ya hubo uno: Malaparte

 

“Bonaparte ya hubo uno”, así que decidió pasar a la historia como Malaparte. Kurt Erich Suckert nació en la ciudad toscana de Prato (1898), con la contradicción propia del siglo XX en sus venas. Su historia familiar, madre lombarda y padre alemán, dos Europas mezcladas, hacían presagiar la catástrofe de la que el escritor sería doliente testigo de excepción.

Su seudónimo, como de novela de aventuras, sirvió de perfecta carta de presentación para uno de los escritores y periodistas de más talento de su generación, siempre en la vanguardia del pensamiento y de la acción, hasta el punto de convertirse en paradigma del psicótico siglo que le tocó vivir y narrar.

A los dieciséis años se escapa del colegio, cruza la frontera y se alista al ejército francés para combatir con los galos en la Primera Guerra Mundial y engrosar posteriormente, cuando Italia entra en guerra, las filas de las famosas tropas alpinas italianas.

"Mientras colaboraba con diversos medios se fue alejando del fascismo, hasta firmar Técnica del colpo di Stato (1931), en el que Malaparte atacaba a Hitler y al mismísimo Mussolini. "

Tras la guerra, La Sapienza, y sus inicios en el periodismo y en la diplomacia, para acabar, en 1922, participando en la marcha sobre Roma, con la que Mussolini se haría con el poder e instauraría el estado fascista. Malaparte se convierte por esos años, y a pesar de su juventud, en uno de los más importantes ideólogos del partido, fundando periódicos como La Conquista dello Stato. El nombre de la publicación ya constituía toda una declaración de intenciones y, en España, tuvo su gemelo en el semanario homónimo fundado por Ramiro Ledesma Ramos, precursor de las ideas fascistas en nuestro país.

Mientras colaboraba con diversos medios se fue alejando del fascismo, hasta firmar Técnica del colpo di Stato (1931), en el que Malaparte atacaba a Hitler y al mismísimo Mussolini. Desde entonces, se convertiría en el enfant terrible del régimen, siendo  obligado a exiliarse a la isla de Lipari, entre 1933 y 1938, año en el que fue liberado por la intervención del conde Ciano, yerno y delfín del Duce.

Desde entonces, entra y sale constantemente de la cárcel romana de Regina Coeli, (1938, 1939, 1941 y 1943), al albur de los designios de Mussolini. Entre una estancia carcelaria y otra, en 1941, ejerce como corresponsal del Corriere della Sera en Rusia. Sus crónicas, muchas de ellas censuradas, cuando no suprimidas, fueron recopiladas en El Volga nace en Europa, siendo uno de los pocos periodistas que tuvieron acceso a este frente desde el lado alemán.

La experiencia en uno de los frentes más duros de la Segunda Guerra Mundial le llevaría a escribir dos obras que, según muchos autores, reflejan a la perfección el drama y el sufrimiento de la Europa en guerra, siendo, sin duda, dos ejemplos de la mejor literatura nunca hecha sobre la guerra y sus consecuencias.

En Kaputt, algo así como “roto”  en alemán, Malaparte plasma sus viajes por el frente oriental, no sin antes retratar buena parte de la Europa ocupada por los alemanes.  Para Margaret Atwood, un libro fundamental para la “comprensión humana” de la Segunda Guerra Mundial, donde se mezcla lo triste, lo asombroso, lo horripilante y lo lírico.

"En 1956, fascinado por el maoísmo, viajó China, de la que tuvo que volver precipitadamente debido al cáncer que lo carcomía. Acababa de publicar su último libro, Maledetti Toscani, una crítica a la sociedad burguesa."

En La piel, Malaparte describe el Nápoles liberado por los aliados, donde vencedores y vencidos se entregan a la corrupción y la ciudad se convierte en la metáfora de una Europa corrompida moralmente que se hunde entre la violencia y el hambre.

Durante estos años, ya Italia bajo el dominio aliado, Malaparte se convierte en enlace entre los ejércitos italiano y estadounidense, entre 1943 y 1946. Tras la guerra, sus ideas políticas seguirían virando hacia la izquierda, hasta terminar por afiliarse al Partido Comunista Italiano. Desde entonces, escribe obras de teatro, con más o menos éxito,  dirige un par de películas y hasta se empeña en recorrer los Estados Unidos en bicicleta.

En 1956, fascinado por el maoísmo, viajó a China, de la que tuvo que volver precipitadamente debido al cáncer que lo carcomía. Acababa de publicar su último libro, Maledetti Toscani, una crítica a la sociedad burguesa. Protestante, abrazó el catolicismo (a pesar de que el Vaticano había incluido La piel en el índice de libros prohibidos) en su lecho de muerte y legó su casa de Capri, una maravilla diseñada por él mismo, al gobierno chino.

La piel, nuestra piel, está maldita la piel. Usted no puede ni imaginarse de qué es capaz un hombre, de qué heroicidades y de qué infamias es capaz con tal de salvar la piel. Ésta, esta piel asquerosa. Antes soportábamos el hambre, la tortura, los martirios más terribles, matábamos y moríamos, sufríamos y hacíamos sufrir para salvar el alma, para salvar nuestra alma y la de los demás. Hoy en día sufrimos y hacemos sufrir, matamos y morimos, realizamos hazañas maravillosas y actos horrendos no ya para salvar el alma, sino para salvar la piel. ¡Nos convertimos en héroes por algo bien mezquino!

La piel, Curzio Malaparte

Recomendamos leer:

El Volga nace en Europa, Curzio Malaparte. Tusquets, 2015.

Kaputt, Curzio Malaparte. Galaxia Gutemberg, 2009.

La Piel, Curzio Malaparte. Galaxia Gutemberg, 2010.

Diario de un extranjero en París, Curzio Malaparte. Tusquets, 2014.

Malaparte. Vidas y leyendas, Maurizio Serra. Tusquets, 2012.

Recomendamos ver:

Il Cristo proibito (1951), de Curzio Malaparte. Premiada en el Festival de Berlín.

La piel (1981), de Liliana Cavani. Con Marcello Mastroianni en la piel del propio Malaparte.

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