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(Casi) todo lo que hay que saber de Mal

(Casi) todo lo que hay que saber de Mal

Mal es una novela escrita hace ya unos años, pero publicada ahora gracias al premio Vargas Llosa, que nace de la idea de perpetrar un ensayo sobre eso, esto es, sobre el mal. Soy de naturaleza obsesiva, y así como le pegué al fracaso y a la espera, me dio por el mal, qué le vamos a hacer, hay otros que abrazan impunemente el senderismo o la taxidermia. Y de igual modo que en la espera la obsesión apareció en formato ensayo y poesía, como los medicamentos pueden presentarse en formato gragea, cápsula o ampolla bebible (siempre las rompo Mal), éste terminó en novela, es decir, botella grande, pero bien podría haber sido botellín o lata-cartón, el envase es lo de menos.

"Y si el asunto terminó encontrando su género, la novela, también acabó imponiendo el tono, necesariamente grave, aunque espero no solemne ni tampoco plúmbeo."

Al protagonista, un periodista que está como el autor obsesionado con el mal, qué casualidad, le toca vivir lo que sus colegas de sucesos llamarían un hecho luctuoso, que él interpreta desde esa obsesión y, al hacerlo, se enfrenta a varios dilemas, morales y existenciales. Toma ya. En esa trama, que sucede en Menorca en verano durante unas vacaciones, se intercalan breves capítulos sobre el asesinato de Miguel Ángel Blanco, pues el protagonista, despedido de su periódico, para el que ahora trabaja como free lance, expresión muy latina que viene a decirte que en lugar de un salario te van a pagar una mierda y al peso, tiene que escribir un artículo sobre el asunto, al llegar en julio el inevitable aniversario. Y en medio, con muerte, sexo y sin cintas de vídeo, hay reflexiones sobre el mal y su naturaleza, el mal y los niños, preguntas como por qué un mal nos afecta más que otro, por qué el mal tiene tan buena prensa. Y así.

"Y hablando de desenlaces, al lector le corresponderá indagar si la novela depara o no feliz desenlace, si el mal, ése que tan buena prensa tiene, triunfa esta vez."

Y si el asunto terminó encontrando su género, la novela, también acabó imponiendo el tono, necesariamente grave, aunque espero no solemne ni tampoco plúmbeo, al fin y al cabo grave es tumba en inglés, y en este libro hay una tumba inglesa. Eso me  ha obligado a abandonar la ironía o el humor, que hasta entonces habían presidido mis escritos, tan numerosos como innecesarios, para solaz de mis escasos lectores, ubicados todos ellos estratégicamente en el ámbito más íntimo o familiar. Porque, no nos engañemos, no hay nada peor que tener que leerte la novela de un amigo y además reírle las gracias. El único elemento de humor sucedió tras la concesión del premio, porque me llamaron de una cadena de radio de Alicante para felicitarme y preguntarme de qué iba la novela, y como uno tiene más de una en el cajón, así otros disponen espléndidos de fondo de armario, no recordaba cuál había mandado. Me vi obligado a preguntar de qué novela estábamos hablando, para pasmo de la amable periodista, que al menos tuvo el detalle de abstenerse de contestarme, pues qué novela va a ser, alma de cántaro, la que ha mandado usted al premio, tonto del haba. Pero estas son las tribulaciones habituales de los autores que navegamos en la periferia; el cajón, la fotocopia, y esta vez al menos el feliz desenlace. Y hablando de desenlaces, al lector le corresponderá indagar si la novela depara o no feliz desenlace, si el mal, ése que tan buena prensa tiene, triunfa esta vez. Pero para eso tiene que acometer su lectura, y el verbo acometer no presagia precisamente nada bueno.

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Autor: Miguel Albero. Título: Mal (galardonado con el XXI premio de novela Vargas Llosa). Editorial: coeditado por Editorial Aguaclara, la UMU, la Fundación Cajamediterráneo y la Cátedra Vargas Llosa. Venta: Amazon y Casa del libro

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