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Cristina Araújo: «Mi objetivo era contar el después de una tragedia»

Cristina Araújo: «Mi objetivo era contar el después de una tragedia»

«Estás sentada en el banco, el bolso apretado contra las costillas con las dos manos, las pupilas desenfocadas, como si te hubieran intentado robar. Pero no te han robado». Esa joven a la que todos miran mientras amanece tras una noche de fiesta se llama Miriam Dougan, la protagonista de Mira esa chica de Cristina Araújo Gámir, XVIII Premio Tusquets. Miriam, Miri, acaba de sufrir una violación múltiple y se encuentra en estado de shock.

Usando la segunda persona y una gran perspicacia psicológica, Araújo Gámir se pone en su piel para relatar por qué ocurrió la agresión y cómo va a sobrellevar las terribles consecuencias, no solo ella, sino también las personas de su entorno. Inspirada en el caso de la Manada, los hechos ocurren en el verano de 2016 en las fiestas de la Plaza de los Franceses, que podrían celebrarse en cualquier ciudad, la historia de Araújo va mucho más allá de la crónica para ofrecer una radiografía descarnada de la sociedad actual, de los conflictos de la adolescencia y de las relaciones humanas.

Cristina Araújo Gámir (Madrid, 1980) es licenciada en Filología Inglesa por la Universidad Complutense. Después de terminar la carrera, trabajó en un estudio de doblaje revisando traducciones de documentales para los canales de Historia, National Geographic, Discovery Channel, BBC y Telemadrid. Escribe desde muy pequeña, y ha ganado varios premios de relato que han sido publicados en revistas literarias como Archiletras. En 2011 se fue a vivir a Frankfurt donde retomó el hábito de la escritura.

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—¿Qué significa este premio para ti? ¿Supondrá un giro en tu vida o piensas seguir haciendo más o menos lo mismo que hacías hasta ahora?

"Después de toda la vida con este sueño, pasando por toda clase de fases y momentos bajos, es maravilloso haber podido publicar un libro"

—Es lo mejor que me ha pasado nunca. Después de toda la vida con este sueño y luchando por ello, pasando por toda clase de fases y momentos bajos, es maravilloso haber podido publicar un libro al final. Encima con un premio y con una editorial buenísima. De momento seguiré con mi trabajo y con mi vida en Frankfurt, y por supuesto seguiré con mi rutina de escribir, en lo que soy muy disciplinada, pero claro, ahora con mucha más ilusión y paz mental.

—Es obvio que Mira a esa chica es la parte visible de un gran iceberg, los manuscritos que debes guardar. ¿Desde cuándo escribes y por qué lo haces?

—Escribo desde que era muy pequeña. El primer recuerdo que tengo es de un cuento que le escribí a mi padre por su cumpleaños, cuando tenía seis años. Al principio escribía sobre cosas que quería tener o vivir, por ejemplo, de animales y familias con muchos hermanos. Luego, empecé a leer libros más maduros e introspectivos, y me di cuenta de que me sentía muy reflejada con reflexiones que hasta entonces pensaba que eran raras, únicas, e incluso retorcidas. Lo que te suele dar vergüenza reconocer. Y yo quería hacer lo mismo: conseguir que la gente se sintiera identificada con emociones muy íntimas.

—¿Decidiste contar esta historia bajo el impacto de la noticia sobre La Manada o pasado ya un tiempo?

—La idea se me ocurrió pasado ya mucho tiempo y era más una especie de collage de casos que había leído. El caso de la Manada se ve muy reflejado porque me llamaron la atención muchos factores y me ayudaba a establecer un hilo argumental, pero no es el único. 

—¿Qué objetivo te marcaste? ¿Intentar explicar el horror desde dentro y desde todos los ángulos posibles?

"Es un camino muy largo y doloroso para las víctimas y todas esas cosas no salen en televisión o en los debates"

—Mi objetivo era contar el después de una tragedia. Un día leí un artículo sobre los protocolos de los hospitales cuando una chica acude tras sufrir una violación, todas las pruebas a las que debe someterse, seguimientos, etcétera, y me impactó mucho. También el hecho de que cuando algo así es muy mediático, tienes que escuchar a la gente a tu alrededor opinando sobre el tema sin que se planteen que puedes ser tú. Luego me empecé a plantear más cosas: si se lo cuentas a tu familia, si lo ocultas, cómo reaccionaría tu mejor amiga, el miedo de regresar a ciertas rutinas… Es un camino muy largo y doloroso para las víctimas y todas esas cosas no salen en televisión o en los debates. Solo el impacto del ataque, pero lo demás queda en la sombra.

—¿En ningún momento te asaltaron dudas debido a la crudeza del tema?

—Sí, claro, de hecho el manuscrito original era bastante más largo porque creando al personaje de Miriam me daba miedo que no se la entendiera o que se malinterpretase su actitud. Así, que al principio incluí muchas más situaciones para que se la conociese mejor. Luego lo leyeron algunas personas que me dijeron que sí, que se comprendía su personalidad, y me sentí más libre para recortar.

—Miriam Dougan, Miri, es la clave. ¿Cómo compusiste ese personaje decisivo, cuyos complejos y falta de autoestima desencadenan de alguna forma los acontecimientos?

—Quería un personaje frágil, que se crease una coraza. Y necesitaba que su personalidad combinase ciertas características para que el argumento tuviera sentido. Por ejemplo, no podía ser muy modosita porque si no, todo el mundo la hubiese apoyado y entonces no habría historia. Y también quería reflejar una evolución en su personaje.

—Otras chicas giran en torno a ella: Vix, Paola, Tallie… Pero las que parecen mejores amigas no son precisamente las que están ahí cuando se necesitan. ¿La falta de empatía es uno de los rasgos de la adolescencia?

"Yo les diría a los adolescentes que sufren bullying que las cosas casi seguro mejorarán, que encontrarán gente más tolerante, tendrán más libertad"

—Bueno, yo creo que Vix si la apoya, lo único es que se da la casualidad de que la encuentran otras compañeras. Respecto a la adolescencia, no creo que haya falta de empatía, pero sí es una edad complicada en la que tu mundo es todavía muy reducido y casi todo gira en torno a la necesidad de encajar. A esa edad todo es un mundo, no puedes empezar de cero como si tal cosa. Yo les diría a los adolescentes que sufren bullying que las cosas casi seguro mejorarán, que encontrarán gente más tolerante, tendrán más libertad. Pero claro, desde su perspectiva eso supone una espera muy larga y sin garantías.

—Uno de los grandes aciertos es haber rehuido todo maniqueísmo. No son chicos malos versus chica o chicas buenas. De hecho, la actitud desinhibida de Miri con los muchachos es consecuencia de los complejos que le causan sus compañeras debido a su sobrepeso.

—Sí, me pareció enriquecedor escribirlo así, me daba la posibilidad de explayarme en la introspección, y comprender las razones por las que muchas veces juzgamos y somos injustos. En el libro todo el mundo juzga, incluida Miriam, que es muy dura en algunas de sus opiniones. Algunos pueden redimirse, y otras reacciones son inexcusables. Pero me gusta ese ejercicio de reflexión, ponerse en la piel, describir emociones que a veces no nos atrevemos a reconocer que sentimos. Además, juzgar el algo natural y humano, lo importante en cómo se trata a las personas.

—La madre de Miri es paradigma de la progenitora perfecta, una madre impensable en el pasado, pues ni la controla ni la regaña. Sin embargo, ella se muestra algo despegada y se refugia más en sus amigas.

—El personaje de la madre también cumple una función. Ella le insiste en que siga los caminos que cree más apropiados, pero no es un acoso y derribo. De esa manera Miriam tiene espacio para tomar sus propias decisiones y evolucionar.

—¿Sumergirte tan a fondo en la tragedia de esta chica te ha pasado factura emocional?

"A veces leyendo transcripciones de juicios me ponía mala de rabia"

—La verdad es que puse mucha distancia desde el principio. A veces leyendo transcripciones de juicios me ponía mala de rabia. Creo que la estructura es el resultado de esa distancia: la segunda persona, algunos capítulos que son muy cortos y otros que no profundizan mucho, tipo los de los whatsapps o los extractos del juicio. Son así de directos deliberadamente, porque creo que hablan por sí mismos.

—Tu retrato del universo adolescente, su forma de actuar y de comunicarse entre ellos, hace pensar que eres profesora de instituto o psicóloga dedicada a esa franja de edad. ¿Cómo has conseguido esa verosimilitud?

—Lo de reflejar la adolescencia con tanta verosimilitud me lo dice mucha gente y me halaga muchísimo. Creo que es simplemente que me acuerdo mucho de esa época y de mi juventud en general. Y como me atrae tanto el tema de la hondura psicológica, no me cuesta tirar de los recuerdos y sensaciones de esa época.

—Los chicos están convencidos de que no han hecho nada malo. Lo que para ella es un trauma para ellos es un simple un rato de jolgorio. ¿Cómo te pusiste en su piel?

"La gente puede opinar lo que les dé la gana sin conocerte. Gente que no te ha visto en su vida"

—Eso lo hice siendo muy fiel a las transcripciones en las que me basé y leyendo entre líneas. No sólo lo que dicen los acusados en los juicios, sino cómo lo dicen, qué palabras utilizan… También por eso la mayoría de sus capítulos son más fríos, dando presencia a extractos que hablan por sí mismos.

—Todavía peor que la violación en sí es el despliegue mediático que viene a continuación y el temor que sufre Miri a verse expuesta en la redes.

—Sí, el asunto mediático es muy complejo. La gente puede opinar lo que les dé la gana sin conocerte. Gente que no te ha visto en su vida. Es lo que quise reflejar en el capítulo de las fotos del probador y sus consecuencias. Ella está teniendo un día horrible con mucha tensión y porque se ríe un segundo ya la gente decide que está perfectamente. Es absurdo.

—El sentimiento de culpa tanto en ella como en su madre es otro de los daños colaterales de la agresión. Incluso al final decide suavizar su versión aportando un par de detalles que había ocultado y que, a la postre no tienen consecuencias.

"Todas las víctimas de violación creen tener parte de responsabilidad"

—En muchos manuales de psicología que leí y cuando lo consulté con una amiga psicóloga, eso se recalcaba muchísimo. Que absolutamente todas las víctimas de violación creen tener parte de responsabilidad. Lo que Miriam oculta me parece crítico, porque es algo que se puso en tela de juicio en el caso real. Básicamente, ellos se amparaban diciendo que habían tonteado de antemano. No entendía la polémica. Todos hemos tonteado y eso no significa que estés dando vía libre a nada.

—Pese al dolor y el desmoronamiento que sufre, Miri surge reforzada de la terrible experiencia. ¿Lo que no te mata, te hace más fuerte? ¿La misma fragilidad de la adolescencia aporta buen material de reconstrucción?

—Bueno, yo por desgracia no creo que lo que no te mata te hace más fuerte. A veces te mata por dentro y sobrevives a rastras. Sí creo que hay muchos casos de superación y también creo que aunque las experiencias de la adolescencia te dejan cicatrices para siempre, todavía tienes toda la vida por delante, gente maravillosa por conocer, y eso es muy esperanzador.

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