La escritora Guadalupe Arbona ha reunido cuatro historias finamente entrelazadas bajo el sugerente título Cuando ellas, donde describe cuatro vidas de cuatro mujeres contemporáneas con un tono, estilo y similar mirada. En lo referente a esta última, conviene distinguir las dos que atraviesan cada relato, como si de un ojo que se mira a sí mismo se tratase, o de quien fotografía a quien hace la foto.
En cambio, las dos protagonistas cuya historia se narra desde una tercera persona más cómoda y contenida —la jueza de “Quebranto nocturno” y la pianista india del relato homónimo— son quienes sufren en carne propia el impacto epifánico: ese deslumbramiento de quien descubre que su vida, aparentemente exitosa, está vacía o emocionalmente herida.
Y esa herida nos conduce a la segunda mirada: la del autor implícito (no la real, por supuesto) o lo que podríamos llamar una conciencia supranarrativa. Esta mirada, presente en los cuatro relatos, filtra el mundo desde una compasión profunda: inclinada hacia el vulnerable, crítica con el poder, atenta a las complejidades de lo humano. Es una mirada blanda con los débiles y dura con los poderosos, que comprende el mal como una forma de fragilidad más que como inclinación, y que propone el perdón más difícil —el que uno debe darse a sí mismo— como solución.
Los cuatro relatos comparten también un estilo moroso y descriptivo, pausado, casi contemplativo. Las escenas se describen con fervor por el detalle e interés por la carga emocional de cada pequeño objeto. A ese ritmo lento también ayuda la estructura narrativa, idéntica en los cuatro textos, formados por una escena que apenas avanza pues es interrumpida por constantes analepsis conformadas por el pasado de las protagonistas. El resultado es un tono memorialístico y reflexivo, gozoso del presente infinito, que recuerda a un autor muy apreciado y bien leído por Arbona: José Jiménez Lozano.
Todos estos rasgos en común configuran un retablo de piedad y conciencia, que hace de Cuando ellas un libro unitario e indivisible. Sin embargo, cada historia conserva su independencia, y entre todas, la que más gratamente me ha sorprendido ha sido la primera, “El quiosco verde”, por su original luz propia. Son muy pocos los detalles que se nos cuentan de esta historia y la mayor parte han de adivinarse. Sin embargo, en apenas cuarenta páginas, se despliega todo el universo íntimo de un pueblo anónimo —que imagino del sur de España, aunque esto no se explicita—, con sus estructuras sociales insinuadas, y unos personajes secundarios que, dibujados con dos trazos, cobran volumen y una sorprendente vitalidad. Sol, el personaje protagonista, es, sencillamente, formidable.
Laura, la alcaldesa, se muestra como una mujer de admirable celo por sus ciudadanos. Su atención se fija en Sol, una quiosquera en apariencia sencilla, que vive en su cubículo verde desde donde vende caramelos a los niños y contempla la vida pasar. El ventanuco del quiosco se convierte en un ojo de misericordia que contempla y perdona.
A través de Laura —narradora testigo, como ya señalé— se despliega la fascinante vida de Sol, un personaje que recuerda a la Benina galdosiana por su misericordia, su capacidad de perdón y su sabiduría vital. Sol lo entiende todo, y a pesar de las penurias que sufre, vive con el agradecimiento de quien acepta la realidad como un don. Y, volviendo a la mirada, el relato concluye precisamente con una conversación sobre cómo ver y admirar el misterio que es la vida de cada uno.
Este libro de Guadalupe Arbona ha sido una sorpresa por lo poco habitual que es encontrar narraciones con tal voluntad de estilo y tanta densidad ética como la que despliega en sus páginas. Los que aprecien esta literatura del detalle valorarán y disfrutaran enormemente su lectura.
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Autor: Guadalupe Arbona. Título: Cuando ellas. Editorial: Pre-Textos. Venta: Todos tus libros


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