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Cuatro comedias de Netflix para reír sin parar

Cuatro comedias de Netflix para reír sin parar

Como dijo Leonard Nimoy a un suicida Krusty en el clímax de Marge contra el monorraíl, “el mundo necesita la risa”. Y ahora más que nunca, de modo que aquí tienen cuatro series (sí, solo cuatro) destinadas a hacerles reír como nunca. Todas ellas disponibles en Netflix, como reza el titular.

Brooklyn 99

Brooklyn 99 no es de Netflix sino de Fox (y en sus dos últimas temporadas, NBC). Pero esos cinco primeros y estelares años pueden verse en el streaming de Reed Hastings, y son una verdadera delicia cómica. Las aventuras de los policías de esta comisaría neoyorquina no se limitan a parodiar los clichés de las series policiacas sino que se fundamentan en la química y ejemplar trabajo coral de un grupo de actores variado y evidentemente cómodos en sus papeles. Ese reparto, comandado por el cómico Andy Samberg y un estupendo Andre Braugher, este último como un jefe de policía negro, homosexual y capaz de romper estereotipos gracias a una sensatez que linda con el TOC, ha encarnado además muchos de los turbulentos problemas de representación racial y sexual de los últimos años sin perder su propio sentido del absurdo. Sus responsables han anunciado que incorporarán de alguna manera las revueltas tras la terrible muerte de George Floyd, cogiendo el toro por los cuernos y enfrentando ese terrible problema con el que se han topado todas las series policiacas del momento. Ahí están las polémicas tuiteras de uno de los miembros de su reparto, un divertidísimo Terry Crews, pidiendo moderación en un momento de locura. Brooklyn 99 es la superviviente de esa década de comedias absurdas, bienintencionadas pero malévolas como The Office, Rockefeller Plaza o Parks and Recreation, pues de todas ellas hereda alguna pequeña cosa. Por favor, que no se muera.

Middleditch & Schwartz

En pleno confinamiento aterrizaron sin hacer mucho ruido los tres episodios especiales de comedia 100% improvisada más refrescantes del año. Ellos son Thomas Middleditch (Silicon Valley) y Ben Schwartz (Parks and Recreation), dos cómicos más bien jóvenes y con pinta de nerds cuya enorme química ha dado pie a uno de los mejores experimentos recientes en el ámbito de la comedia en streaming. Grabados en un teatro de Manhattan, la pareja toma como punto de partida la proposición de un miembro del público, y a partir de ahí surge la magia. Una boda, una entrevista de trabajo y un aula de Derecho son las excusas de cada uno de los shows, en las que Middleditch y Schwartz vuelcan sin cortapisas (qué remedio) su cultura pop, sentido del humor negro y judío mientras crean personajes, se los cambian y vuelven a cambiar. Pese a inagotables, miradas cómicas de pánico, sorpresa o complicidad asoman durante los 50 minutos de cada capítulo. La capacidad de crear historias, aunque carezcan de sentido, es formidable en este maravilloso suicidio disponible en Netflix.

Unbreakable Kimmy Schmidt

En realidad, la serie de Tina Fey y Robert Carlock es toda una veterana de Netflix. Tanto es así que Kimmy contra el Reverendo, la película interactiva que acaba de estrenarse, está concebida como el gran final de una “fascinante transición” que ha abarcado la nada despreciable cifra (al menos para los estándares actuales) de cuatro temporadas. La novedad es que es una película interactiva, aunque gracias a Dios, o a Tina Fey, es una que se burla de otras películas interactivas, las que se creen importantes. No teman demasiado si el algoritmo de Netflix les mira desde el otro lado: en Kimmy contra el Reverendo tendrán que elegir entre ir al gimnasio o echar una siesta; adivinar si Titus se sabe una canción o cree que se la sabe; elegir a qué amiga invita Kimmy a su boda con el príncipe Daniel Radcliffe. O, bueno, de qué manera acabar con la vida del Reverendo que robó sus años de adolescencia a Kimmy antes de su definitivo aburguesamiento. Ninguna tiene especial relevancia, ya que son solo una excusa para almacenar chistes e ideas lunáticas, y la propia película nos rebobina hasta el punto elegido si fracasamos o quedamos atrapados en un bucle. Y hablando del actor de Harry Potter, Radcliffe está igual de bien que Jon Hamm, dos histriones rompiendo con su propia imagen y pidiendo guerra.

Rick y Morty

Ninguna serie firmada por Dan Harmon (creador de Community, otra serie que merecería un puesto en este artículo) está libre de avatares, y ese es el caso de la aquí presente, creada en 2013 para Adult Swim pero cuyas cuatro temporadas existen ahora en Netflix, que encargó una nueva entrega (y tiene pendiente una quinta) tras su primera cancelación. De hecho, su rápido ascenso a la categoría de producto friqui y de culto se produjo en el preciso instante en el que fue comprada por la compañía de Los Gatos. Rick y Morty es la versión extrema, adulta y malhablada de Futurama, la memorable aventura futurista del creador de Los Simpson, Matt Groening. Esta serie de animación es como presenciar una colisión de locomotoras, la de la ciencia ficción dura y la sitcom doméstica, o por seguir con el símil ferroviario, como ver descarrilar un tren de vagones de humor basto, salvaje… y también sofisticado y retorcido. Claramente inspirados en Doc y Marty de Regreso al Futuro, Rick Sánchez, un abuelo chiflado e inventor, y Morty Smith, un nieto más bien apocado y estúpido (ambos interpretados por el cocreador, Justin Roiland, en V.O.) viven mil aventuras espaciales, dimensionales y conceptuales. Todas y cada una de ellas se basan en paradojas científicas o chifladuras que les volarán la cabeza (en ocasiones, literalmente).

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