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De conejos, líderes y dudas

De conejos, líderes y dudas

Cuando George Orwell escribió Rebelión en la granja, lo hizo para contar lo que había ocurrido en la Unión Soviética de Stalin. Escribió una historia de animales, sencilla, reducida a la mínima expresión, sobre la traición de un líder, borracho de poder, a los ideales revolucionarios que debía defender. Lo curioso del caso es que, por muy específico que fuese el modelo del que partía el libro, esa condición de representación alegórica, lejos de nuestro mundo humano, al estar planteada de esta manera, nos permite extraer una esencia que, despojada de apellidos, es fácilmente atribuible a otras figuras del pasado como, por ejemplo, Oliver Cromwell o Napoleón Bonaparte (que da nombre, de hecho, al trasunto de Stalin en aquella novela).

Es esta virtud de las narraciones de animales (extrapolables, elementales) la que lleva a Andrés Barba a contar una historia que poco tiene que ver con las fábulas moralistas clásicas, pero mucho con esta tradición alegórica. Auge y caída del conejo Bam trata, en cierto modo, sobre política, pero no sobre la política de un país ni de un momento concretos, ni siquiera sobre un espectro político concreto. Trata sobre el delirio de una sociedad que encumbra como líder a un sujeto mediocre y le respalda cuando se convierte en tirano.

"Cada vez que uno de los defensores de la seguridad decía la palabra seguridad, ellos sabían que algo que antes era fácil iba a dejar de serlo"

Al principio de la historia, el protagonista, de nombre Copito, nos cuenta de primera mano cómo este Bam (un conejo cualquiera, casi vacío) suelta un par de frases, entre lo tautológico y lo absurdo, a las que el propio Copito, tras una afanosa reflexión, confiere un significado profundo. Tras Copito llegan otros conejos y, poco a poco, vamos viendo cómo la madriguera entera otorga a Bam una autoridad, casi mesiánica, que Bam no tiene problema en asumir. Nos lo cuenta Copito y lo hace con el recuerdo de una pasión irracional, de una emoción nacida de los clamores, de los discursos grandilocuentes, pero lo hace también terminando cada párrafo con un “no sé”, como si en el fondo esa vehemencia no procediese de una convicción real y dejase al fondo un terrible poso de duda.

Andrés Barba hace gala de su proverbial capacidad de síntesis y, con una prosa a la que no le falta ni le sobra nada, nos va relatando los ataques de las comadrejas, las reivindicaciones contagiadas entre los conejos, los discursos de Bam, las intervenciones irónicas de Marrón (aplaudidas al principio por Bam y vistas como impertinentes más adelante por sus defensores), el crecimiento de la madriguera… Y, a través de todo esto, del relato de unos acontecimientos perfectamente entrelazados, vamos percibiendo ecos de hechos reales, cercanos o lejanos en el espacio, algunos concretos, recientes, y otros repetidos en sociedades y espectros políticos distintos.

"Este Copito nos cuenta la historia dejando caer al final de todos sus párrafos un no sé, una duda que tal vez faltó, como siempre falta, durante el auge y la caída de un líder"

Dice Copito, por ejemplo, en cierto momento en que Bam comienza a instrumentalizar el miedo, que cada vez que uno de los defensores de la seguridad decía la palabra seguridad, ellos sabían que algo que antes era fácil iba a dejar de serlo, o que iban a perder algo que tenían. Asimismo, otros acontecimientos del relato nos hablan del populismo, de la identificación de otros como responsables de nuestros males, de la apelación a las pasiones para controlar a la población, de la manipulación de la verdad y de los recuerdos colectivos, y todos estos temas se van filtrando a través de las palabras de Copito, que, llegadas desde un futuro en el que trata de pensarse a sí mismo, de comprender su papel y el papel de los otros conejos en el auge y la caída de Bam, parecen a menudo embriagadas por ese pasado tan intenso, pero también a veces parecen preguntarse por el sentido de sus propios actos, de los actos de toda la madriguera e incluso de las palabras que los conejos repetían a coro, emocionados, y tal vez no significaban nada en absoluto.

Quizá por ese motivo también, este Copito nos cuenta la historia dejando caer al final de todos sus párrafos un “no sé”, una duda que tal vez faltó, como siempre falta (como nos falta en un mundo tan polarizado como el presente), durante el auge y la caída de un líder que despertó muchas pasiones y pocas veces fue contemplado con una mirada fría.

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Autor: Andrés Barba. Título: Auge y caída del conejo Bam. Editorial: Anagrama. Venta: Todos tus libros.

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Mario Raimundo Caimacán
Mario Raimundo Caimacán
1 mes hace

Parece interesante, habrá que leerlo. Parece una alegoría sobre el ascenso al poder de Benito Mussolini en Italia en 1922 con el Fascismo que inventó y de sus imitador Adolfo Hitler en Alemania en 1933 con su Nazismo (la peor versión del Fascismo racista) , aunque ambos demagogos buscaron el poder con afán, uno, Mussolini, con amplia cultura política, el otro, Hitler, un ignorante improvisado que terminará reduciendo a Mussolini a lamentablemente subordinado. Como ya Orwell satirizó a Stalin con su fábula “Rebelión en la Granja” y escogió a un cerdo en la tradición homérica de Circe, era previsible que alguien también lo hiciera con Mussolini y Hitler, los otros experimentos del Totalitarismo de derechas surgidos en reacción al Totalitarismo de izquierdas que encarnó Stalin, aunque en mi criterio, fiel a las categorías aristotélicas, todos estos Totalitarismos (Comunismo Marxista, Fascismo, Nazismo) son reacciones contra la Democracia para reestablecer la Monarquía, dusfrazada con nombres novedosos, porque los tres imponen como gobernante absoluto a un nuevo monarca, ya sea con el título de Secretario General del Comité Central del Partido o Líder (ya en italiano o en alemán), en un sistema dictatorial de Partido Único (ya Comunista, Fascista o Nazi).

Mario Raimundo Caimacán
Mario Raimundo Caimacán
1 mes hace

Casi olvido decir que quizás el autor escogió conejos por la mayor simpatía que generan en comparación a un cerdo o porque la Humanidad se reproduce “como conejos” o porque representan la sociedad de masas o porque los dictadores surgen de la demagogos que logran conquistar el poder por las elecciones y después destruyen la Democracia. Y al final sus nuevos Totalitarismos son todas versiones del Totalitarismo de la antigua Esparta, régimen reaccionario y opuesto a la revolucionaria Democracia inventada por los antiguos atenienses. Sí, en mí criterio tanto el Totalitarismo Comunista como el Totalitarismo Fascista y Nazi, son movimientos reaccionarios contra la revolucionaria Democracia, porque están inspirados en El Espejismo Espartano.