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De vuelta al barrio: Bienvenido a Dean Street

De vuelta al barrio: Bienvenido a Dean Street

No es la primera vez que Jonathan Lethem posa la mirada en su barrio. Sus lectores habituales ya lo conocíamos por libros como la magnífica Huéfanos de Brooklyn, publicada también por Literatura Random House, así que nos hemos sentido un poco como volviendo al hogar. En Brooklyn, una novela criminal el autor parece querer convertirnos en espectadores privilegiados de un barrio y su desarrollo, en esos años que todos consideramos convulsos y que se corresponden con la última parte del siglo pasado y el comienzo de este.

Lo primero que llama la atención de la novela, y creo que nunca he expresado algo así, es la sinopsis. Carece totalmente de referencias a personajes principales, lo que se corresponde perfectamente con una novela en la que el barrio es el personaje y quienes viven en él se convierten en herramientas señaladas por alias o referencias para lograr tal fin. Pocos van con su identidad por delante, a fin de cuentas, ¿qué más da?

"Donde he comenzado diciendo que Lethem ya ha hablado de su barrio, ahora tengo que decir que hay un narrador que critica a un escritor blanco que hizo famoso su barrio por culpa de su obra"

Brooklyn, una novela criminal es algo así como unas memorias sobre un lugar a partir de imágenes dinámicas, más de cien, que se corresponden con una narrativa propia de la nueva novela americana sin intentar escandalizar al lector ni innovar en absolutamente nada. Brooklyn es un barrio que cambia, crece, y su densidad aumenta por encima de sus posibilidades al mismo tiempo que parece un lugar que, por su propia identidad, sobrevive abandonado en una deriva hacia una autonomía que no tiene. El crimen al que alude el título es la propia gentrificación, un fenómeno cada vez más habitual en los núcleos cambiantes, que da lugar a una suerte de coexistencia que no se libra de los prejuicios de toda la vida, anclados al “ya sabemos lo que pasa”. Y además, es terriblemente divertida. Donde he comenzado diciendo que Lethem ya ha hablado de su barrio, ahora tengo que decir que hay un narrador que critica a un escritor blanco que hizo famoso su barrio por culpa de su obra.

Brooklyn ya era famoso antes de que Lethem llegara, tranquilos, pero aun así el lector no puede evitar verse partícipe de un juego en el que cazar al autor es doblemente satisfactorio si uno consigue demostrar que Lethem habla de sí mismo. Se le critica. Se autocritica tal vez. Porque esta es una historia que está tejida de pequeñas historias, que son las que aportan identidad a un lugar, disfrazándose de autoficción no declarada, para regocijo de sus lectores habituales y curiosidad por el resto de su obra para aquellos que aún no se han adentrado en las letras del escritor.

"He leído en alguna parte que es una novela mosaico, término que no conocía pero que se adapta perfectamente a lo que el autor representa"

Frente a la moda de las novelas que ensalzan la memoria, esa que muchas veces se engrandece con la pátina de la nostalgia, Lethem pasea la mirada fijándose en los cambios mientras parece preguntarse cuál es la verdadera esencia de un lugar condenado a no tenerla. Hay una crítica directa a esa necesidad de relatar que cualquier tiempo pasado parece haber sido mejor para quien está juntando letras, se les señala como culpables de un espejismo situado sobre las baldosas ajadas del suelo de cualquier calle.

Brooklyn, una novela criminal es complejo, exige esfuerzo, obliga a mirar en mil direcciones, creando una cacofonía desordenada que poco a poco se convierte en ambiente, en lugar. He leído en alguna parte que es una novela mosaico, término que no conocía pero que se adapta perfectamente a lo que el autor representa. Fragmentos de vida de chicos blancos y negros, pero se señala a los blancos, de chicos y chicas, y ellas son las que aparecen con una marca más visible, que se mueven en el tiempo, por las calles, generaciones e incluso las modas. Lethem regresa a las calles transitadas por Dylan Ebdus —La fortaleza de la soledad— para bajar un escalón social mostrando que las calles no cambian pero nunca son las mismas. ¿Hay crímenes? Por supuesto, lo contrario sería casi decepcionante. Pero lo que más he encontrado es la necesidad de Lethem de rendir un homenaje a su barrio. Aunque sea un homenaje con un estilo muy particular. Como desmadejado. Solo hay que darle una oportunidad.

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Autor: Jonathan Lethem. Título: Brooklyn, una novela criminal. Traducción: Rubén Martín Giráldez. Editorial: Literatura Random House. Venta: Todos tus libros.

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