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Desde el mismísimo infierno

Desde el mismísimo infierno

Para que salte a la vista que Quebrada, la última nouvelle de Mariana Travacio (Rosario, 1967) nace de los mismos urdimbres que su anterior relato, el fenomenal Como si existiese el perdón, la editorial ha mantenido a modo de díptico los colores y disposición que la anterior, pero ha preferido el blanco y negro para ilustrar la imagen que acompaña a la historia de Lina, una mujer con un hijo perdido que parte en busca de nuevas oportunidades. En la fotografía, una pareja de campesinos nos da la espalda y se dirige al horizonte desde tierras yermas, hostiles, con el ánimo tan quebrado como esas hendiduras que atraviesan y parten las montañas en dos. No sabemos hacia dónde van, pero es más huida que viaje, con las alforjas del burrillo que les acompaña llenas de lo que fue su vida y de lo que está destinada a ser: desarraigo perpetuo, pérdida permanente, desesperanza, fin.

"Nada falta, nada sobra, todo es pertinente, también el destino al que están abocados los protagonistas. Desolación pura que no renuncia a la posibilidad de redención en el amor"

La sorpresa que supuso hace ahora algo más de un lustro Como si existiese el perdón (2016; 2020) puso a Travacio en la órbita de esos autores ajenos a modas, presagios de grandes momentos y destinados a crear un mundo propio, pese a nutrirse de fuentes tan singulares como insobornables. Rulfo es aquí el modelo a seguir, además del fotógrafo de la imagen de la cubierta. Hay más México en estas páginas que en todo Borges y Cortázar juntos. Crudo y simbólico como los cuentos de El llano en llamas y, sobre todo, Pedro Páramo, no hay en el libro intención mimética, pero sí puede reconocerse que la autora ha aprendido de los grandes a crear atmósferas insalubres, cargadas de efluvios pútridos y ciertamente fantasmales. Quebrada es más un estado de ánimo que un argumento, aunque haberlo haylo. Lina ha perdido a su hijo y deja las tierras que la vieron nacer para adentrarse en un periplo que la acabará conduciendo a las tierras húmedas y fértiles en que el mundo nacen sin más bondad que el agua y la brisa. Todo es allí excesivo, también la locura de los personajes, y así se le recuerda al lector con insistencia.

"Mariana Travacio ha creado una pieza que se lee de forma autónoma y tiene la virtud de mostrar en muy poco espacio la desolación y la quimera que acompaña a cualquier ilusión migratoria"

Poética, simbólica, alusiva y, en el mejor de los sentidos, clásica, Quebrada rinde cuentas a la mejor tradición narrativa americana, con hechuras de Rulfo, pero también de Cormac McCarthy, de João Guimarães Rosa y, por qué no, de un injustamente olvidado Gustavo Álvarez Gardeazábal. Nada falta, nada sobra, todo es pertinente, también el destino al que están abocados los protagonistas. Desolación pura que no renuncia a la posibilidad de redención en el amor. Uno aguanta la respiración cuando lee que “en mayo los campos nos quedan alagunados. Solo cuando la tierra sale de su empacho y logra tragarse todas las aguas podemos empezar a remover la hacienda muerta, las mulas huérfanas, las gallinas, los perros, todo lo que muere en abril”. Ya no importa lo que nos cuenten, pero que no paren de contar, se dice uno; y que lo hagan con esa carga de oralidad que acompaña siempre a los relatos bien contados, tan precisa como las púas de la maleza que crece en los márgenes de los caminos pedregosos “con espinas que arañan el viento” y voluntades que resisten el paso de los días sin flaqueza, así hasta la muerte.

Es la historia de Lina Ramos, madre del Tala, que emigró en pos de un mejor porvenir y nada se sabe de él desde hace catorce años, cuando su hermano Camilo se llevó al sobrino a trabajar donde parecía que sí hubiera esperanza. Relicario, el marido, se decide finalmente a emprender un cambio de vida para mejorar la propia junto a su esposa. Lo demás es viaje hacia delante, hasta toparse con el mar. Mariana Travacio ha creado en este pliegue necesario de su obra anterior una pieza que se lee de forma autónoma y tiene la virtud de mostrar en muy poco espacio la desolación y la quimera que acompaña a cualquier ilusión migratoria: salir de un lugar para llegar a otro que se intuye mejor. Y sí, su prosa, como reza la contraportada es “precisa”, pero en absoluto “sobria”; contenida tal vez, pero está llena de matices y creada a la sombra de los grandes. Sobrio es lo que no puede acabar uno con la prosa embriagadora de una narradora que tiene el don de la conversación, como se decía antaño respecto a las facultades que solían acompañar a los buenos arrieros.

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Autora: Mariana Travacio. Título: Quebrada. Editorial: las afueras. Venta: Todos tus librosAmazonFnac y Casa del Libro.

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