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Donde se asientan los silencios  

Donde se asientan los silencios   

Cuando en 2013 Jesús Carrasco publicó Intemperie (también en Seix Barral), su primera novela, todas las reseñas lo comparaban con Cormac McCarthy y Miguel Delibes. Sin embargo, Carrasco era incomparable: su novela era un diccionario de castellano antiguo, rural, imperdible y, aun así, perdido. Era un libro seco, difícil, arisco; como la meseta. Tuvo suerte de que Sergio del Molino aún no hubiera escrito La España vacía (Turner, 2016), que los medios convirtieron, entre la condescendencia, la nostalgia y el desconocimiento, en “la España vaciada”. Si no, habría entrado en la moda y en la categoría.

Tuvo suerte y tuvo, sobre todo, valentía. Intemperie irradiaba una voz propia y poderosa, ajena a las exigencias editoriales, a esa costumbre de ponérselo fácil al lector, de exigirle poco o casi nada. Intemperie era una novela que había que escalar, sudando. Por suerte hay lectores que no son perezosos: Intemperie funcionó y hasta llegó al cine en 2019, casi como un western, con dirección de Benito Zambrano y guión de Pablo y Daniel Remón.

"Lo fascinante de Llévame a casa, lo fascinante de Carrasco, es su atención al detalle, su cuidado, su paciencia, su ritmo, su extraordinaria forma de escribir despacio"

El caso es que Intemperie le puso a su autor un listón muy alto. Pero Carrasco, al que imagino casi imperturbable, pudo dejar su trabajo y dedicarse a escribir, publicar La tierra que pisamos (2016), una ucronía de la que no se habló mucho, y ahora, sin prisa, este intimista relato de algo que hemos vivido o vamos a vivir casi todos: la muerte de un padre, la enfermedad y decadencia de otro. Tan espeso, tan duro, tan cercano como la sangre, como la familia, como la vida.

Lo fascinante de Llévame a casa, lo fascinante de Carrasco, es su atención al detalle, su cuidado, su paciencia, su ritmo, su extraordinaria forma de escribir despacio. Despacio en el mejor de los sentidos. “Metafóricamente”, escribe, “el polvo también se asienta en los silencios”.

"Dejamos la casa de nuestros padres con un lastre de etiquetas, de malentendidos, de abrazos, de carencias"

Dejamos la casa de nuestros padres con un lastre de etiquetas, de malentendidos, de abrazos, de carencias. Los dejamos y crecemos sin ellos, mientras en su casa se asienta el polvo y todo lo que ya no vivimos juntos. Los dejamos necesitándolos y, cuando volvemos, nos necesitan ellos. Hay que cuidarlos siendo —siempre, inevitablemente— hijo, un hijo que aún espera que todo se le perdone, que todo se le entregue, que todo se le arregle.

Y, sin embargo, ahí están el vínculo y el lastre: la obligación de quedarse y el deseo de escapar. Carrasco lo cuenta sin censura, asumiendo las pequeñas mezquindades, los inevitables intentos de autoengaño, la futilidad de muchos esfuerzos y algunos sueños, el cansancio… Siguiendo de cerca a Juan, el hijo que se fue y que ahora se queda; y un poco más de lejos a su hermana, que se quedó y ahora tiene que irse. Siguiendo, sobre todo, a cualquiera de nosotros en un pueblo de esa España vacía que siempre estuvo llena, llena de su realidad, de dolor y de alegría, de vidas escarpadas, necesarias, atentas.

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Autor: Jesús Carrasco. Título: Llévame a casa. Editorial: Seix Barral. Venta: Todostuslibros y Amazon

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