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Eduardo Madina: “Una vida sin libros es como una vida sin viajes, una vida peor”

Eduardo Madina: “Una vida sin libros es como una vida sin viajes, una vida peor”

El político socialista habla de su devoción por Rayuela, de literatura centroeuropea y de las tensiones que tanto la izquierda como la derecha han tenido con diferentes sectores de la cultura.

En el penúltimo lunes de julio, a eso de las cuatro y media de la tarde, entramos al Congreso de los Diputados con Eduardo Madina (Bilbao, 1976) con urgencia, huyendo de un Madrid estival, parrillero y asfixiante, donde los vencejos mueren en pleno vuelo por golpes de calor, el asfalto amaga con burbujear y los turistas japoneses pasean con paraguas. El político socialista nos cuenta que el hemiciclo se sabe ya casi de vacaciones y que, a estas alturas del calendario, la actividad parlamentaria no genera titulares. «No nos llevamos tan mal como parece y hay gente muy válida, ya sea en el PSOE, en el PP, en IU o en el PNV», nos dice; se calla que, cuatro días después, dejará su escaño para «iniciar una nueva etapa profesional que nada tendrá que ver con la actividad política e institucional».

Hemos quedado para conversar sobre literatura, sobre libros y sobre autores. Aprovechamos el momento para hablar, también, sobre política cultural. «Te llaman porvenir / porque no vienes nunca», escribió Ángel González. ¿Será la cultura, alguna vez, materia de consenso político?

Nos ubica en el Escritorio del Reloj, sala que recibe su nombre por el magnífico reloj, construido por Alberto Billeter en 1857, en Barcelona, que en ella se encuentra. «En aquella mesa –explica Madina–, durante la noche del 23-F, Carrillo, que era el líder comunista, y Gutiérrez Mellado, que había sido militar de Franco, se sentaron juntos».

Empezamos.

 

P: Señor Madina, ¿cuál es el primer libro que recuerda haber leído?

R: Que me impactara como para tener recuerdo de él y que me ayudara algo de vocación por la lectura, Charlie y la Fábrica de Chocolate. Tendría nueve o diez años. Me gustaba mucho el enfoque que tenía Roald Dahl del niño que llega y, con arreglo a una manera de comportarse, haciendo lo correcto, resulta que encuentra el camino hacia lo que podemos denominar «éxito», que es un poco la narrativa del libro. Me gustó la descripción que hacía del hogar tan humilde en el que vivía, del pueblo… Me resultó un libro cálido, perfecto para la infancia. 

"En mi caso, la literatura ha sido una descarga, una búsqueda de alternativas vitales, de pensamientos diferentes a la actividad política."

P: ¿Algún libro que alimentara su vocación política?

R: Hubo un tiempo en Euskadi de muchas dificultades por terrorismo, por problemas de sobra conocidos, en que leíamos bastante a pacifistas, más bien ciencia política, teoría de resolución de conflictos…, cosas casi «antiliterarias». En mi caso, la literatura ha sido una descarga, una búsqueda de alternativas vitales, de pensamientos diferentes a la actividad política. Un mecanismo de alimentación, relajación, viaje mental, salida de mi día a día… Una liberación. 

P: ¿Qué tipo de Literatura prefiere?

R: Soy mal lector de poesía. Por ello, Antonio Lucas, que es buen amigo, me echa broncas cada vez que le veo. Yo soy lector de novela, sin ninguna duda. La literatura, junto con el cine y la música, han conformado parte muy importante de lo que soy y, dentro de eso, la novela. 

P: Imagine que la NASA descubre una civilización extraterrestre. ¿Qué tres libros enviaría para demostrar que el hombre es algo más que, como dice Raúl del Pozo, un «mono pajillero y asesino»?

R: (Risas) Raúl siempre tiene los adjetivos muy disponibles. Si estamos hablando de extraterrestres, enviaría cualquier obra de Shakespeare. Supongo que es lo más alto que hemos escrito y por tanto deberían verlo. En segundo lugar, quizá Rayuela. Ya hace años que no lo leo pero fue un libro enormemente importante en mi vida. Y creo que está lleno de belleza. En el fondo, es también un libro de amor. No está mal que los extraterrestres vean que somos capaces de cosas así.

Pero para que no se confíen, tras esas dos obras, enviaría también Claus y Lucas, de Agota Kristof, que muestra otra cara de lo que somos capaces y a la vez, sigue siendo un libro impresionante. Al menos, para mí. 

P: Dígame algún libro que deteste. Que haya llegado a la décima página y haya pensado: «Uf, no sigo, qué basura».

R: «Qué basura» no, pero no consigo terminar La broma infinita de David Foster Wallace. Lo he intentado… no sé ya, ¿diez veces? Creo que no soy el único al que le pasa, conozco a más gente. 

" Llevo años muy centrado en leer literatura centroeuropea. Empecé poco a poco y me he encontrado muy cómodo y muy interesado leyendo autores muy dispares."

P: Algún libro que le haya quitado el sueño.

R: Sí: Una tumba para Boris Davidovich, de Danilo Kis. Llegué a soñar con él. Es brutal. Llevo años muy centrado en leer literatura centroeuropea. Empecé poco a poco y me he encontrado muy cómodo y muy interesado leyendo autores muy dispares de Centroeuropa. Creo que en la Europa Occidental vivimos un poco de espaldas a ellos. Y este libro, por la belleza, la dureza, la intensidad de lo que toca, me tocó durante unas cuantas noches el sueño.

 

P: ¿Se ha enamorado de algún personaje literario?

R: De un personaje literario no; de una autora, sí: Virginia Woolf, claramente. Durante algún tiempo, de manera obsesiva. En algunas entrevistas más políticas que esta, cuando aparece la pregunta típica de «algún personaje histórico que te hubiera gustado conocer»: Virginia Woolf. 

P: ¿Y un personaje al que haya querido asesinar?

R: No. He tenido siempre problemas para matar a alguien.

P: De acuerdo. Si lo prefiere, le aplicamos la pena de prisión permanente revisable.

R: (Risas) Hay muchos personajes en la literatura que son bastante odiosos, poco atractivos, generan sensaciones negativas. El hombre sin atributos, de Musil, por ejemplo. 

"Quizá, el efecto sombra de Kafka, en la literatura checa, hace que todo lo que no sea Kafka nos resulte inaccesible."

P: Un autor imprescindible.

R: Es difícil elegir uno… Últimamente, en mi vida, se está convirtiendo en imprescindible Bohumil Hrabal. No le conocía. Quizá, el efecto sombra de Kafka, en la literatura checa, hace que todo lo que no sea Kafka nos resulte inaccesible. Trenes rigurosamente vigilados, Una soledad demasiado ruidosa y Yo serví al rey de Inglaterra me parecen libros alucinantes. 

P: ¿Y alguno abominable?

R: Tanto como abominable…, es una palabra demasiado grande. Deduzco que siempre hay un libro y un autor para un lector, y viceversa. Tengo demasiado respeto por la literatura, los autores y sus libros para catalogar algo como «abominable». No tengo la pistola de los adjetivos tan rápida como Raúl del Pozo (risas). 

P: ¿Qué está leyendo ahora?

R: Estoy terminando Trieste, de Jan Morris, que es un libro maravilloso sobre la ciudad. Cuenta la ciudad, su vida, su historia, los avatares, los autores que han vivido allí, y me gusta la radiografía que hace de la ciudad. 

P: ¿Ha encontrado en los libros alguna «verdad fundamental»?

R: (Piensa) No como contenido concreto de un tema específico, pero sí una guía que he intentado mantener viva: la búsqueda de la belleza, que creo que es proyectable en todos los órdenes de las cosas que hacemos, de las relaciones que mantenemos, de las actitudes que mostramos ante las cosas de nuestra vida, y creo que eso lo he aprendido a través de la literatura, la música y el cine. Y creo que, a lo largo de mi vida, por este orden. 

P: Sin libros, el ser humano sería…

R: Peor, sin ninguna duda. 

"No puedo decir que el español sea alérgico a la lectura. España ha dado grandes autores y grandes lectores, y grandes revistas especializadas, editoriales, librerías…"

P: ¿Es el español alérgico a la lectura? El CIS de octubre mostró que el 36,1% de nuestros compatriotas no lee libros nunca o casi nunca.

R: No puedo decir que el español sea alérgico a la lectura. España ha dado grandes autores y grandes lectores, y grandes revistas especializadas, editoriales, librerías… Que hay un sector de la sociedad que no lee nunca lo muestra el CIS, tienes razón. Que podríamos leer más también es verdad. Que se podrían, quizá, publicar menos libros y leer algunos más, sí. Pero tanto como alérgico a la lectura, no lo diría. Quizá porque vivo en un entorno donde mucha gente lee todo lo que puede, y ama la literatura, está en sus conversaciones, en su día a día. Estos CIS de «nunca lee un libro»… es un sector de la sociedad con el que, personalmente, no tengo ninguna relación. 

P: Jesús Quintero dice que el analfabeto de ahora es peor que el de antes, porque ahora tiene más medios y más facilidades para acceder a la cultura y, sin embargo…

R: Es verdad que lo tenemos más fácil que antes. Hay muchos medios, muchos cánones de acceso y de orientación. A veces, puede ser un laberinto donde te puedes perder. Sí, ahora lo tenemos más fácil: no sólo en las redes, sino en múltiples formatos. No sé si el necio de ahora tiene más pecado que el de antes, pero insisto: una vida sin libros es como una vida sin viajes, una vida peor. 

P: ¿Fomentan algunos políticos la incultura? ¿Interesa que el rebaño permanezca dócil?

R: A lo largo de la Historia de España, seguramente, los ha habido; hoy, yo creo que el nivel de desarrollo democrático, en un sentido abierto de la palabra, hace imposible un control de las mentalidades y las actitudes por parte de la política. Es verdad que las instituciones pueden producir sistemas educativos mejores o peores, pueden invertir más o menos, pueden hacer legislaciones mejores o peores, pero el control de las mentalidades y las actitudes pertenece al pasado, a tiempos de la dictadura. Ya no. España es un país con indicadores plenamente homologables a los europeos de alfabetización, acceso a la cultura, etcétera, y luego es responsabilidad de cada uno de nosotros qué hacemos con esas facilidades. 

"En el ámbito de la educación y la cultura, el país tiene un desafío serio y, hasta ahora, no hemos sacado esa asignatura con buena nota."

P: ¿Podrán ser en España, algún día, la cultura y la educación materias de consenso político?

R: Uff… Hasta ahora, lo han sido malamente. La derecha, en España, tiene una relación tensa con algunos sectores culturales. No con la cultura, pero sí con algunos sectores. Y la izquierda también. Es verdad que no todo puede ser una política que no tenga debate: si se pacta todo, la política se convierte en algo estático. La energía, el comercio, la cultura, la educación… si todo está pactado, es un pacto de Estado, todo es estático. En el ámbito de la educación y la cultura, el país tiene un desafío serio y, hasta ahora, no hemos sacado esa asignatura con buena nota. 

P: Terminamos con una pregunta retórica: ¿la cultura nos hará libres?

R: Nos ha hecho libres. Este país ha tenido cuarenta años de todo excepto de libertad. Ha sido clave la aportación que la cultura y el desarrollo que la propia cultura ha tenido dentro de nuestra sociedad. Lo que el país sea de cara al futuro no lo podrá ser al margen de sus parámetros culturales en un sentido amplio. Así que, si somos libres, en gran parte será gracias a la cultura.

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