Podría decirse que Vilas siente una especial predilección por los viajes, no sólo por el placer de ir de un lado para otro, arrastrando la maleta, de conocer nuevos lugares, de cruzarse con gente a la que no había visto nunca, a la que no volverá a ver jamás, sino también por el hecho mismo de alojarse en unos hoteles —algunos ciertamente cochambrosos, como aquel de la ciudad de Santiago, en Chile, “el peor hotel del mundo”— que, salvo excepciones, ofrecen desayunos —variados, exquisitos, pantagruélicos— con los que cualquier ser humano podría reconciliarse con el mundo.
El secreto de este nuevo libro de poesía del aragonés Manuel Vilas, después del buen sabor —y saber— de boca que nos dejó a todos con la publicación de Roma, reside, sobre todo, en uno de los mecanismos que él mejor maneja en todas sus aportaciones literarias, sean del género que sean: esa espontaneidad perfectamente programada, esa frescura que llega al alma del lector, ese discurrir sin ataduras, sin sujeción a estilo alguno, como si fuera escribiendo sus versos conforme se pasea, en el instante mismo en el que contempla aquello que más le llama la atención. Vilas posee esa rara virtud, que se prodiga muy poco entre los escritores, de hacer divertido lo más trascendente, sin que falten ciertas pinceladas de humor que hacen más ameno, si cabe, el camino.
Todo ello ambientado con la música del inevitable, y siempre presente en sus libros, Johnny Cash, que, con camisa negra, el pelo alborotado, botas y levita, entra en su habitación, como Pedro por su casa, y se sienta en la cama a darle palique, mientras que en el ordenador, unos pasos más allá, suena “I’m going to Memphis”: “Como una mala hierba amarga, soy una mala semilla”.
Porque las apariciones de seres llegados desde el Más Allá son muy frecuentes en este libro de fantasmas con los que dialoga, sin alterarse lo más mismo, con absoluta naturalidad, el autor de estos versos. Turner, el artista británico, el caballero que pintó la “desintegración de lo visible”, surge, en el poema titulado “Londres”, de la nada, y se sienta en una silla, con las manos enlazadas, con la vista dirigida al infinito naufragio. Y poco después, es el padre del propio autor —tan presente en Ordesa— el que se reúne con su hijo en un cine nocturno de Montevideo, en el poema que lleva el nombre de esa ciudad americana, y le pide que haga el esfuerzo de convertir la estupidez en belleza.
El prólogo del libro, titulado —en homenaje, acaso, al mismísimo Bob Dylan— “De nuevo los tiempos están cambiando”, es, en sí mismo, una verdadera pieza maestra, una joya que adquiere vida propia, que actúa por su cuenta, al margen de los poemas que están por venir, que llegan, uno a uno, de inmediato, como un coro de alucinados. Vilas oficia de Gran Vilas y, tras la dedicatoria —“a la memoria de Lou Reed (1942-2013)”—, tras indicar que ha visto salir el sol sobre muchas ciudades de la tierra, y ser creyente fervoroso de la poesía, del poder de la poesía, poniendo por testigos a Whitman, a Rimbaud, a Ezra Pound y a García Lorca, nos advierte de que el sol es el dueño de todas las metrópolis de la tierra, al tiempo que suena —eso corre por cuenta de la imaginación del lector— “La chica de Coney Island”: “Recuerda que la ciudad es un lugar precioso / algo parecido a un circo o a una alcantarilla”.
Las ciudades de Chicago, Madrid, Zagreb, Lisboa, Nueva York, Iowa City, Sevilla o Barbastro desfilan por estas páginas dejando su huella indeleble en el lector y en el autor, que afronta su misión de modo optimista, sin miedo a la miseria que van encontrando en su camino, a los callejones oscuros, a las habitaciones sucias de algunos hoteles, a ese desayuno en Hong Kong, a base de sopa, que le hace añorar un buen cruasán con un simple café expreso.
Cada poema está dedicado a un amigo. A alguien al que quiere y que se sabe bien correspondido. Gente del mundo de la literatura, sobre todo, como Antonio Lucas, Luis García Montero, Ana Merino, Chus Visor, Carlos Marzal, Karina Sainz Borgo… No sabría con certeza si es la ciudad —en venta— que merece cada uno de ellos, la que más se adecúa a sus gustos. Pero eso poco importa. En Madrid, por ejemplo, el poeta se siente casado con la ciudad, pero no enamorado. No es un lugar bonito, pero tampoco él es un galán de cine. Ese amor/odio por la ciudad de Madrid, le lleva a imágenes surrealistas, muy al estilo de Poeta en Nueva York, con la visión de almas en descomposición, mezclándose vivos y muertos bajo la tierra, en el metro. Como sucede en otro poema no menos espléndido, “Sevilla” —dedicado a la excelente novelista Sara Mesa—, en donde el poeta asiste a una imagen onírica verdaderamente dantesca acaecida en una de las ciudades más hermosas de España: la catedral llena de ahorcados en su interior, ratas que intentan comerse los ojos de los seres humanos, reyes huyendo por el Guadalquivir… “en un apocalipsis sin estilo y sin grandeza”.
Cada ciudad, sin embargo, conserva algo de su vieja grandeza, de su antiguo espíritu. Lisboa, su eterna melancolía, rendida a la luz inalterable; Roma, el esplendor de la belleza absoluta; Chicago y la felicidad de ver nevar estando solo y en la madrugada; Venecia, como en la película de Visconti o en la novela de Thomas Mann, el sol sobre la muerte… Como un viejo juglar, rendido a la magia de la poesía, Vilas nos advierte, una y otra vez, que no se inventa nada, y nos invita a comprobarlo con nuestros propios ojos.
Ciudades en venta es uno de esos libros que apetece bebérselo de un solo trago, como el tequila de los malos de las películas; echárselo al coleto de una sola tacada, porque un poema te lleva al siguiente por la curiosidad que despiertan sus magistrales versos. Pero conviene tener paciencia. No correr demasiado y disfrutar con cada una de estas composiciones, en las que el escritor también se retrata a sí mismo sin apenas retoques.
Conviene, pues, ir a paso lento y adentrarse, aunque sea por la puerta trasera, de noche y cuando no nos espera nadie, en cada una de estas ciudades, cantando, si es posible y aún nos sobran las fuerzas, aquello de “Jim, I Wore a Tie Today”.
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Autor: Manuel Vilas. Título: Ciudades en venta. Editorial: Visor. Venta: Todos tus libros.


Deseando leer a Vilas. Gracias. Saludos