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El miedo sostenido

La escritora Dolores Redondo ha sido galardonada con el Premio Príncipe de Viana de la Cultura. El acto de entrega de este galardón tuvo lugar en las ruinas de la antigua iglesia de San Pedro de Viana, coincidiendo con el 600º aniversario de la creación de la institución.

A continuación, reproducimos el discurso de agradecimiento de la autora de la Trilogía del Baztán.

Señora presidenta, alcaldesa de Viana, autoridades presentes, lectores y amigos:

Acepto el honor que hoy se me concede convencida de que se otorga, no a mi persona, sino a mi obra. Al empeño observador que ya desde niña revestía mi mirada de inconformismo y crítica sagaz y molesta, que siempre lo es más cuando proviene de un niño pequeño. Que sea un premio a la pulsión irrefrenable que llevaba a una adolescente a poner sobre el papel un pensamiento tras otro, la narrativa oscura de una vida real y otra imaginaria, al deseo apasionado de escribir una historia tras otra, de no ceder jamás al desánimo, entrenada como venía por la experiencia de haber asimilado que no hay podio fácil para los que son como yo, que todas las cosas importantes de mi vida habían costado mucho, y que esta no iba a ser diferente.

Acepto el honor con profundo agradecimiento, pero también me gustaría aprovechar este momento como atalaya para dirigirme a los hombres y las mujeres que se dedican a la misma lucha y afanes que yo, a todos los que han sentido el impulso creativo en su interior y sobre todo a los que empiezan.

"Decía Faulkner que el miedo sostenido en el tiempo se hacía costumbre, una costumbre yerma y vacía de creatividad"

William Faulkner pronunció esta frase durante el discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura: «Hoy en día, nuestra tragedia consiste en un miedo físico general y universal, sostenido desde hace tanto tiempo que incluso podemos soportarlo; ya no hay problemas del espíritu, solo queda esta pregunta: ¿cuándo me eliminarán?». Era 1949. Las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, la aniquilación de miles de personas en Hiroshima y Nagasaki y la Guerra Fría marcada por la amenaza nuclear aterraban a toda una generación de creadores convencidos de que el fin estaba próximo y que sería una gran explosión nuclear que acabaría con nuestro planeta.

Hace unos días, mientras leía el discurso de William Faulkner, sus palabras me parecieron tan nuevas y actuales como las mías. Son malos tiempos para la lírica, las amenazas a la creatividad nos llueven con tanta frecuencia que, como explicaba Faulkner, nos hemos acostumbrado a un miedo tan sostenido en el tiempo que incluso podemos soportarlo, la crisis económica, la piratería sobre los libros, una pandemia mundial, una guerra en el corazón de Europa, en los últimos meses la inteligencia artificial y su cacareada llegada vuelven a poner en entredicho el trabajo creativo, la originalidad y el impulso, que en nuestra parte creativa nos acerca a lo más divino, a lo más excelso que hay en nosotros. Decía Faulkner que el miedo sostenido en el tiempo se hacía costumbre, una costumbre yerma y vacía de creatividad.

"Me aterroriza la posibilidad de que el escritor o escritora jóvenes olviden buscar en su interior, renuncien a escribir sobre los problemas de los sentimientos contradictorios, del corazón humano"

Me aterroriza la posibilidad de que el escritor o escritora jóvenes olviden buscar en su interior, renuncien a escribir sobre los problemas de los sentimientos contradictorios, del corazón humano, que por sí solos ya pueden ser tema de buena literatura, ya únicamente sobre ellos, sobre el amor, la vida, la muerte, y sobre las contradicciones del espíritu, vale la pena escribir. Defenderlos justifica la agonía sangrante de crear, la permanente herida que ha de mantenerse abierta para que broten las historias. Y de pronto la posibilidad de que introduciendo un patrón de escritura de Ruiz Zafón, «la plagiadora artificial» sea capaz de crear una nueva La sombra del viento, la amenaza de millones de puestos de trabajo que la IA sustituirá: maestros, periodistas , guionistas, escritores… Y por si fuera poco, la moda revisionista que ha llevado a la sugerencia y en algunos casos ya al hecho de eliminar, sustituir o suavizar expresiones, descripciones o pasajes enteros que resultan políticamente incorrectos para una parte de la sociedad, y con la mejor de las intenciones, sí, con esas con las que se embaldosa el camino al infierno, deciden por nosotros que es lo que nuestros castos ojos están preparados para leer o no.

Me dirijo de nuevo a esos escritores y escritoras jóvenes y a todo el que ha sentido en su interior el impulso de crear, a todo el que ha despertado de madrugada zaherido por una idea, por una pulsión irrefrenable. No escuchéis las trompetas de la muerte. No cedáis ante el desánimo de escribir sobre lo mismo, de censurar vuestras pasiones, de conducir a vuestras ideas como ovejas idénticas a beber, una y otra vez, en el abrevadero del sopor.

"Crea, porque la creación artística supone el más auténtico grito de rebeldía del ser humano"

Llevamos en nuestro ADN la herencia de todos los seres humanos que nos precedieron, y si el impulso creativo se impuso sobre la lepra, sobre la peste, sobre la guerra y la amenaza nuclear, sobre la esclavitud, sobre las hambrunas y las plagas, escucha la fuerza de la creatividad que brota de tu espíritu y revélate, creando, escribiendo, inventando, diseñando, pintando bailando, cantando… Crea, porque la creación artística supone el más auténtico grito de rebeldía del ser humano que no se somete ni a la esclavitud, ni al hambre, ni a la guerra, ni a la peste, pero, sobre todo, que no se somete a ese miedo ladino y silencioso que habita entre nosotros vestido de desánimo, que nos enreda en míseras preocupaciones cotidianas sobre nuestras posibilidades de supervivencia, en un mundo en el que todo se pueda imitar, el que todo se pueda plagiar y recrear, una y mil veces, hasta que no valga la pena mantener abierta esa herida, hasta que no valga la pena levantarse de madrugada a escribir o pasarse la noche en vela atribulados por una contradicción. El miedo nos hace olvidar lo importante, eso sobre lo que vale la pena escribir, del amor, de la vida, la muerte, de la pasión de la prevalencia y el trascender. El ser humano no ha de sobrevivir, el ser humano está llamado a prevalecer, y es nuestro trabajo, nuestro compromiso como creadores seguir haciéndolo, y si algún día una explosión nuclear, una nueva pandemia o la decisión de una inteligencia artificial diezma a la humanidad, espero que el último aliento del último ser humano se consuma imaginando un mundo mejor, y si logra sobrevivir, sienta en su corazón el impulso irrefrenable de dejarlo por escrito, para que no se olvide.

Dedico este premio a mi padre, recientemente fallecido, y a mis hijos, que simbolizan ese espíritu creativo que no se somete.

Os invito a uniros a mi alegría, pongámonos en pie. Por el Príncipe de Viana, viva Navarra, gora Nafarroa.

Gracias a todos y a todas. Milesker guzti hori.

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