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El Oeste que no nos contaron

El Oeste que no nos contaron

Rápido, desenfunden: ¿qué es lo primero que se les viene a la cabeza si piensan en El hombre que mató a Liberty Valance (1962)? ¿La viril gallardía de un John Wayne en sacrificio por el futuro de su amada, su amigo y puede que hasta del país? ¿Los encendidos discursos en defensa del orden y la ley proferidos por James Stewart? ¿O quizás el heroico duelo nocturno entre este último y el bandido Liberty Valance? Más allá de las virtudes de la —para servidor— obra cumbre del maestro John Ford (1894-1973), es improbable que la respuesta a mi pregunta haya sido el personaje de Pompey —afroamericano, sin apellidos, con apenas líneas de diálogo—, el de la simbólica Hallie —mujer, analfabeta e hija de inmigrantes— o, por qué no, aquellos mexicanos anónimos con cantina aparte. Y es que los relatos de quienes construyeron Estados Unidos desde el ángulo débil de la historia —aquel no bañado por la gloriosa luz de la leyenda— han permanecido enterrados o, en muchos casos, se han evaporado.

Con el propósito de hacerles justicia nace El otro Oeste (Episkaia, 2021), colección de ensayos breves sobre las figuras olvidadas por la memoria oficial de este período convulso —llámense mujeres nativas, obreros de lazo o vaqueros negros—, que, como en las mejores bandas rebeldes, ha logrado reunir bajo su estandarte a siete jinetes: cuatro autores estadounidenses —los historiadores Roxanne Dunbar-Ortiz (1939), Sarah M. S. Pearsall y Mark Lause (1950), además del periodista Zaron Burnett III (1974)— y tres españoles —los escritores Alfons Cervera (1947), Katixa Agirre (1981) y María Bonete Escoto (1993).

Contamos con un grupo de pistoleros literarios dispuestos a asaltar algunos de los mitos que, como bancos repletos de lingotes, han contribuido a la actual concepción del Oeste como «retrolugar»: en palabras de Alberto Venegas Ramos (1988) —doctor en Historia y especialista en estas lides—, lugares comunes del pasado que se han convertido en tópicos fácilmente reconocibles, dada su repetición en numerosas obras culturales con una intención más estética que didáctica o crítica.

"Ojalá que, contrariamente a lo dicho por el Rubio, el mundo no siga dividiéndose entre quien sostiene el revólver cargado y quien cava"

De este modo, una entrevista a Dunbar-Ortiz incide en el papel del wéstern como vertebrador de la intensa actividad colonial llevada a cabo sobre las poblaciones nativas de Norteamérica. Pearsall recupera la —aún más obliterada— figura de la mujer indígena y la posiciona en el núcleo de Revolución americana, más allá de estereotipos como Pocahontas o Sacajawea. Al estudiar la huelga de cowboys del Panhandle texano de 1883, Lause llama la atención sobre la forma en que instituciones públicas y privadas de la época colaboraron para aplastar los nacientes movimientos obreros. Por su parte, Burnett III retrata a una auténtica figura de leyenda: el vaquero negro Nat Love —que corrió todo tipo de aventuras por entonces inimaginables para alguien como él, conoció al infame Billy el Niño e incluso ha sido interpretado por Jonathan Majors (1989) en la reciente Más dura será la caída (Jeymes Samuel, 2021)—, ejemplo de que, pese a la falta de representación cultural, cerca de un cuarto de los cowboys eran afroamericanos. En los recuerdos de niñez y posguerra de Cervera se encuentra firmemente instalado el pastiche o «novela de a duro», historias cortas de género popularizadas por nombres como Zane Grey (1872-1939) o Marcial Lafuente Estefanía (1903-1984). El texto de Agirre es una valiosa reseña cinematográfica de Los odiosos ocho (Quentin Tarantino, 2015), filme que, a juicio de la autora, condensa los caracteres sociológicos y culturales que explican el nacimiento de la nación estadounidense. Y con la semblanza del histriónico músico Orville Peck (1988), Bonete Escoto cuestiona las líneas maestras del country, género tradicional que, quizás, aún tenga algo que decir en la transformación cultural de un país en constante ebullición.

Ojalá que, contrariamente a lo dicho por el Rubio —personaje de Clint Eastwood (1930) en El bueno, el feo y el malo (1966)—, el mundo no siga dividiéndose entre quien sostiene el revólver cargado y quien cava. Pero no subestimemos el poder de una pala, porque desterrar prejuicios, desenterrar verdades y encontrar frescas aguas subterráneas está a nuestro alcance. Y es que nunca se trató de difuminar el relato de frontera, sino de sacarle lustre para que haga lo que siempre estuvo destinado a hacer: acoger —todas— las historias de perdedores, errantes y renacidos.

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Autores/as: Roxanne Dunbar-Ortiz, Sarah M. S. Pearsall, Mark Lause, Zaron Burnett III, Alfons Cervera, Katixa Agirre y María Bonete Escoto. Título: El otro Oeste. Editorial: Episkaia. Traductores: Antonio Castaño Tierno y Clara Morales. Venta: Todostuslibros.

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