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El silencio y los chillidos de los corderos

Los corderos no balan. Desde 1991, desde que se estrenó El silencio de los corderos, chillan. Aunque en esta película dirigida por Jonathan Demme y protagonizada por Jodie Foster y Anthony Hopkins no aparece ningún ovino, los únicos animales que salen en pantalla, si la memoria no me falla, son las polillas. Bueno, y los humanos, esos primates bípedos y sapiens que, a veces, por suerte ahora sólo a veces, son capaces de devorarse los unos a los otros.

"Lástima que Hannibal Lecter no pueda devorar la plaga de asesinos en serie que hemos padecido después de El silencio de los corderos"

Seguimos pues en los años noventa. Después de pasar por Sin perdón, American Beauty y Cadena perpetua, llega este clásico del suspense, o del terror —para gustos, temores—, este hipnótico thriller repleto de magníficos primeros planos de actores que miran a la cámara, réplicas antológicas y escenas míticas. Pero dejémonos de esdrújulas y vayamos al propósito de este artículo. ¿Cuál es escena más mítica de El silencio de los corderos? ¿La escena del primer encuentro entre el psiquiatra caníbal Hannibal Lecter y la agente del FBI Clarice Starling, es decir, el primer duelo de Anthony Hopkins con Jodie Foster?

—¿Sabe qué aspecto tiene con ese bolso bueno y esos zapatos baratos? Tiene aspecto de hortera. Aspecto de hortera.

—Uno del censo intentó hacerme una encuesta. Me comí su hígado acompañado de habas y un buen Chianti. Vuela a la escuela, pajarillo.

Bien. ¿O destaca más la escena del Quid pro quo?

¿O nos quedamos con este otro duelo entre Foster y Hopkins (un pulso que quedó en tablas, porque ambos ganaron el Oscar), en el que Lecter exige a Clarice que le revele por qué se escapó del rancho? Y donde dice, por cierto:

—Empezamos por codiciar lo que vemos cada día. ¿No siente su cuerpo recorrido por las miradas, Clarice, y no busca con la mirada las cosas que desea?

Y donde, para mí, encontramos el diálogo más revelador de la película:

—Aún se despierta algunas noches, ¿verdad? Se despierta en plena noche y oye chillar a los corderos…

—Sí.

—Y cree que si salva a la pobre Catherine podría hacerlos callar. ¿Cree que si Catherine vive no volverá a despertarle en plena noche el horrible chillido de los corderos?

—No lo sé. ¡No lo sé!

—Gracias, Clarice. Gracias.

En mi opinión, la mejor escena es la primera. Anthony Hopkins nos cautiva desde el primer plano. Es una lástima que Hannibal Lecter no pueda devorar la plaga de asesinos en serie que hemos padecido después de El silencio de los corderos, por cierto.

Si se te ha despertado el apetito por esta película, aquí embebo dos vídeos más. El trailer original, con la voz de sir Anthony:

Y este making of de la película:

También puedes leer la novela homónima de Thomas Harris. Aunque yo diría que, por una vez y sin que sirva de precedente, la película supera al libro. Quizá porque Lecter no chilla, susurra. Bueno, y también sorbe.

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