Lecturas de verano es una serie semanal dentro de la sección Omoshiroi. Escribo de algunos libros que te pueden acompañar en estos días tan largos y donde la imaginación se desborda entre aroma a salitre, aire acondicionado urbano o un monte perdido.
La obra:
Marcos, Fabián y Marta son amigos. En la Colonia, un barrio marinero que recuerda a uno de los más coquetos de una ciudad sureña y Mediterránea, pasan los días en un verano que se promete inolvidable. El último guerrero (La Isla de Siltolá) es la última novela de José Antonio Sau, un autor forjado en el periodismo. Experto en el género negro y profesor de talleres literarios, aporta en este libro su experiencia noir que se consolidó en obras anteriores como Historia de un suicida.
El principio:
“La infancia nos regala los cimientos sobre los que hemos de construir la nostalgia. Bailábamos sobre el embarcadero, la luz imponente del estío nos engullía y las barcas se agitaban al ritmo de la marea baja, las olas lamiendo el hormigón del escueto muelle”.
La frase:
“Aquello se parecía mucho, tal vez demasiado, a la alegría”.
Lo mejor:
La cuidada atmósfera de los años noventa en una pandilla de amigos. Generacional.
La construcción de personajes como Urquinaona (el Capitán), o Pocaplaya, que no están de relleno, sino que aportan a la solidez de la novela.
Cómo el autor intercala el drama y la comedia en una libro que se lee con avidez.
Las sorpresas de la trama, sobre todo en la última parte. Y el final.
La solidez de la trama, la magnífica construcción de personajes que adquieren vida propia y van desvelando poco a poco sus secretos y un paisaje perfectamente reconocible para quienes han crecido cerca del rebalaje o añoran su horizonte hacen de esta novela una obra para disfrutar su lectura.