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El viajero, de Álvaro González-Alorda

El viajero, de Álvaro González-Alorda

En Literatura, los tópicos —los lugares concurridos, comunes— albergan verdades. Por eso se repiten, época tras época, siglo tras siglo, y se adaptan con alguna variación, y por eso su herencia sigue haciéndonos semejantes a lo largo de las generaciones. La lista es larga. El locus amœnus recrea uno de los escenarios de la felicidad y el sosiego: aire limpio, cánticos de pájaros, temperatura ideal, la hierba extendida, los árboles dóciles a su sombra y su verdor, más las fragancias para todos los sentidos en ese espacio natural. ¿Quién situaría el bienestar, la plenitud, en un vertedero o rodeado de herrumbrosas tumbas y oscuridades y de un pestazo insufrible?

O esa certeza del tempus fugit, la irrevocable huida de las horas, que no podemos frenar. Dalí, en su óleo La persistencia de la memoria, de apenas un folio de tamaño, se rebela contra el tiempo soñando con relojes derretidos que se ablandan y se desfiguran.

Otro tópico literario entiende la existencia como un trayecto, un camino o incluso como un río —vita flumen que llegará a su desembocadura y se hará entonces océano. Esa idea refleja una concepción de la vida y del transcurso de la vida: el homo viator, el viajero, el peregrino. Todos somos viajeros. Durante un tiempo consecutivo, encadenado, para civilizaciones occidentales, o circular, cíclico, para bastantes de las mentalidades de Oriente.

Este microrrelato se mete en el barro o en la resina de una criatura que despierta —vita somnium, la existencia como un sueño es también otro tópico de la literatura— y que le sucede el kairós, el «momento oportuno», la culminación de un gran carpe diem, para llegar a encontrarse con quien buscaba durante su viaje y sus reposos y sueños.

Con «El viajero», Álvaro González-Alorda —un príncipe elfo cuando estudiábamos en el mismo campus— felicitó a sus amigos y familiares la Navidad en diciembre de 2023. Lleva veinticinco años renovando esa bendita costumbre.

Sevillano universal, socio director de Emêrgap —«consultora especializada en transformación de organizaciones»—, docente, novelista —Riverview y la inminente Volver así, conferenciante —escuchen sus charlas TED—, ensayista —Cabeza, corazón y manos y varios libros más— y, como cree fervientemente en las conversaciones, todavía con la vida y sus viajes por delante.

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El viajero

Lo primero que notó al despertar de aquel largo sueño fueron virutas de paja en la barba y en la ropa. Al salir, vio las montañas cubiertas de nieve y cerró su abrigo. Caminó todo el día por un sendero de musgo seco y, tras cruzar el río por un viejo puente de piedra, otros viajeros lo invitaron a su lumbre. Fatigado, se recostó en un árbol, cerró los ojos y, antes de que lograra quedarse dormido, unos deditos lo pinzaron por la cintura y lo pusieron junto otras figuras alrededor de un niño precioso.

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(Inédito)

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