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En el corazón de la poesía

En el primer centenario del nacimiento de Leonardo Sciascia, la editorial El Toro Celeste ha dado a la imprenta su poesía con la publicación de Sicilia, su corazón (2021). El autor, conocido fundamentalmente por su narrativa, también abordó la labor poética en sus primeros años de escritura. Así, en 1952 difundió La Sicilia, il suo cuore, que consistía en una serie de poemas dedicados a su lugar de origen, Racalmuto, una comuna situada en la provincia de Agrigento. Cabe destacar que la propuesta de El Toro Celeste se erige en la primera edición bilingüe de la lírica de Sciascia. Dentro de la colección «La Federica», codirigida por Alberto Escabias Ampuero y Pedro J. Plaza González, los traductores Lorenzo Cittadini y Giovanni Caprara desempeñan la tarea de trasladar del italiano al español no solo el contenido, sino también la música, la palabra precisa y el aliento lírico del escritor italiano.

Esta nueva edición consta de diversas partes que enriquecen el texto literario y que, en consecuencia, permiten un mejor conocimiento de la vida y de la obra de Leonardo Sciascia. De entrada, el lector se encuentra con un detalle que atestigua la cuidada labor de edición: se trata de unas breves cartas manuscritas firmadas por el propio Sciascia, de manera que también se pueden ver fragmentos textuales de su puño y letra. Seguidamente, se incorpora un prólogo redactado por el italianista Miguel Ángel Cuevas: «¿Éramos de verdad tan jóvenes, tan pobres, tan felices?». En él se detalla la conexión entre el escritor y Pasolini, a la vez que, a través de este último, se especifican las influencias que recibe Sciascia del fauvismo, Baudelaire, Mallarmé, Apollinaire o Ungaretti. Cuevas, que nos habla de una intención lírica más afín a las instantáneas que al cuadro descriptivo, sentencia que «En sus poemas está, in nuce, buena parte del Sciascia mayor» (p. 15).

"Desde la perspectiva de Leonardo Sciascia, la vitalidad de Sicilia no se halla en la delimitación geométrica, sino que se encuentra en aquello que el entorno trasmite al corazón del hombre"

Tras esta nota preliminar, la poesía de Sciascia se clasifica en dos secciones, «Sicilia, su corazón», y «Hojitas de diario». La primera la conforman ocho poemas que inspeccionan Racalmuto desde diferentes ángulos, desde el transcurso de las estaciones asociado a la vida colectiva, la cotidianeidad, la muerte o el ambiente familiar, hasta la irrupción de la industria minera y «el paso triste de los azufreros». Debe destacarse el poema inicial, que no solo actúa como pórtico material a la obra, sino que también deviene en una síntesis del contenido. La reflexión sobre Sicilia se mezcla con el pensamiento sobre la escritura propia y el resultado, consecuentemente, es una autopoética metadiscursiva que expone que el interés no está en Sicilia descrita como paisaje deshumanizado, sino al contrario, pues es lo humano lo que confiere interés al paisaje. En otros términos, desde la perspectiva de Leonardo Sciascia, la vitalidad de Sicilia no se halla en la delimitación geométrica, sino que se encuentra en aquello que el entorno trasmite al corazón del hombre. Véase «Sicilia, su corazón» (p. 21), pensando en el predominio de lo sensorial, al igual que en el fauvismo, frente a lo puramente referencial —frente al «lento carrusel de imágenes»—:

Como Chagall, quisiera capturar esta tierra
dentro del inmóvil ojo de buey.
No un lento carrusel de imágenes,
una aureola de nostalgias: solo
estas nubes cuajadas,
los cuervos que, lentos, descienden;
y los rastrojos quemados, los árboles escasos
que se graban como filigranas.
Un espejo miope de penas, un destino pesado
de lluvias: tan lejos queda el estío
que aquí desplegó su cálida desnudez
escamosa de luz, y tan diferente
el anuncio del otoño,
sin las voces de la vendimia.
Voraz es el silencio sobre las cosas.
Se agrieta, si la flauta de caña
trata de sonar: y un hondo miedo se derrama.
Los antiguos no rieron con esta luz,
estrangulada por las nubes, que gime
sobre los prados dolientes y los guijarros ásperos,
en el ojo limoso de las fuentes;
las ninfas perseguidas
no se escondieron aquí de los dioses; los árboles
no ofrecieron sus frutos a los héroes.
Aquí Sicilia escucha su vida (p. 21).

Y la vida de Sicilia continúa en los restantes siete poemas, en los que se explora cómo afecta la naturaleza a la vida e, igualmente, cómo la vida reconfigura la naturaleza. En los poemas se aprecia que el entorno cambia según el momento, puesto que no es lo mismo la partida del verano que la llegada del otoño, como tampoco adquiere el mismo significado la marcha del otoño que el estallido de la primavera.

"Definitivamente, en la lírica de Leonardo Sciascia todo se encamina hacia la culminación del aquí y del ahora"

Sicilia, su corazón, es un libro sensorial, proclive a la exposición de contrastes. El insomnio se alterna con lo vespertino; la oscuridad y el silencio se oponen a la chispa de luz y al ruido; o incluso se aborda cómo la muerte se pasea por la vida o, por oposición, cómo la vida atraviesa la muerte. El poema «Los muertos» constituye un relato tan original en la materia lírica como tradicional en la rutina de Racalmuto. El texto versa sobre el traslado de los muertos hacia el cementerio: el carro negro tirado por caballos, los detalles de «oro fúnebre» en la carrocería, la banda que toca durante la marcha, las señoras que cierran las ventanas —pero que dejan una rendija abierta para mirar sin mirar— cuando los caballos se acercan a la altura de sus casas, el acompañamiento del cadáver y los cuchicheos curiosos —quiénes son los familiares doloridos, cuántos amigos tenía el fallecido, a qué clase social pertenecía— componen un mosaico tradicionalista que ahonda en la vena de la existencia humana:

Así se van los muertos, en mi pueblo
ventanas y puertas cerradas
[…] los ojos vivos que pululan
detrás del engaño de los postigos cerrados (p. 25).

Como anotábamos, también hay ocasiones en que la vida se reafirma en medio de la muerte. En «Vivo como nunca» ya no se trata de un muerto cruzando el campo de los vivos, en cambio, se presenta a un vivo recorriendo un camposanto. Esta visita al cementerio genera una visión más clara sobre la propia identidad. En el dilema entre vivir fuera de su lugar natal o permanecer allí, en «Vivo como nunca» lo que podría haber sido un memento mori se convierte en una rememoración del ser:

Perpetua estación de muerte: y me encuentro
vivo de nuevo, abarrotado de palabras […];
vivo como nunca, cerca de mis muertos (p. 27).

Definitivamente, en la lírica de Leonardo Sciascia todo se encamina hacia la culminación del aquí y del ahora o, dicho con el título de una de sus piezas, del «Hic et nunc», que recuerda que la función del poeta atañe a «mutar la nada en palabra» (p. 33).

"Gracias a estas páginas el lector podrá conocer mejor no solo al poeta, sino también a la persona que lo encarnaba"

Por otra parte, la segunda sección poética, que se titula «Hojitas de diario», consta de dieciséis composiciones que enlazan lo cotidiano con los recuerdos de viajes. En este bloque se advierte con nitidez el estilo tendente a las instantáneas referido en la nota introductoria. Las diversas piezas breves se incardinan para ofrecer imágenes en movimiento de transportes —el tren—, edificios —sobre todo, las iglesias italianas—, barrios, pueblos y ciudades, como Rapolano Terme, Siena, San Gimignano, Sant’Agostino, Roma o Roncesvalles, entre otros.

Del mismo modo, brota de nuevo la mirada hacia el cambio de las estaciones y sus efectos en el entorno habitable. Del «Final del verano» hasta el tiempo «Invernal», se trata la existencia como una respuesta ante el tedio: «Existir: rayar / la plancha de plomo del aburrimiento» (p. 61). Otro ejemplo lo introduce «Abril», donde subyace la pregunta de qué es la vida sin el ruido de lo vivo:

Miro encenderse el juego de los muchachos […].
El pueblo, no lejano, parece hundirse
en el verde: más allá de este juego
lleno de voces, es solo un pueblo de silencio (p. 53).

Finalmente, la última parte del libro, que recibe el nombre de «En el corazón de Sicilia: diálogo íntimo entre Lorenzo Cittadini, Giovanni Caprara y Gigi Restivo», comprende una conversación entre los dos traductores y el representante de la Casa Sciascia (Racalmuto). Gracias a estas páginas el lector podrá conocer mejor no solo al poeta, sino también a la persona que lo encarnaba. En este espacio valoran el centenario del nacimiento del autor (año 2021), recuerdan su manera sencilla de entender la vida, informan sobre la etapa de participación de Sciascia en el Parlamento italiano y admiran su concepción de que las reglas han de respetarse y de que, cuando estas fallan, ha de buscarse una solución común para cambiarlas. Asimismo, los intervinientes anotan el cariño del poeta a España. Leonardo Sciascia llegó incluso a aprender el idioma para sentirse más cerca, y para entender y traducir a ciertos autores, como Federico García Lorca, Jorge Guillén, Manuel Azaña, Pedro Salinas o Antonio Machado.

En definitiva, la edición bilingüe publicada por El Toro Celeste ha permitido a los lectores hispanohablantes acceder a una obra curiosa, ligera y, en cierta medida, imprevista para muchos, dado que la mayoría pensamos en la narrativa del autor en lugar de en su poesía. Sciascia dejó testimonio de estos versos en 1952. Más tarde, aunque atendió a la lírica en espacios como la revista Galleria, abandonó casi permanentemente su escritura. Resulta imprescindible para entender la trayectoria de algunos novelistas acceder a sus primeras aventuras literarias en el género lírico, donde muchas veces sintetizan sus ideas y sus temas nucleares. Algo similar sucede con la obra de Julio Llamazares en nuestras letras. En este caso, Sicilia, su corazón, se revela como una propuesta de lectura acertada, que tiende lazos entre las culturas mediterráneas y que consolida el papel que desempeña la editorial El Toro Celeste en el ámbito de la difusión y la promoción de la poesía en España.

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Autor: Leonardo Sciascia. Traducción: Lorenzo Cittadini y Giovanni Caprara. Título: Sicilia, su corazón. Editorial: El Toro Celeste. Venta: Todos tus libros, Amazon y Casa del Libro.

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