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Eyes Wide Shut para principiantes

Dos días antes de morir, el 7 de marzo de 1999, Stanley Kubrick convocó a Nicole Kidman y Tom Cruise para que viesen el montaje definitivo de la película Eyes Wide Shut (1999). Era un viejo proyecto para el que el cineasta no se sentía preparado en la década de los sesenta, después de leer la novela de Arthur Schnitzler Relato soñado por primera vez y por primera vez plantearse adaptarla. Tomó notas y desarrolló un par de secuencias, pero no llegó demasiado lejos. Con el paso de los años y las décadas añadió diálogos e ideas para los escenarios; incluso se planteó quién podía interpretar al personaje principal, hasta dar con el rostro de Steve Martin, a quien desestimó cuando llegó el momento de ponerse definitivamente manos a la obra, porque para entonces ya no se ajustaba a la imagen que Kubrick tenía del protagonista de la película, mucho más joven. De Tom Cruise, más tarde, le gustaron su sonrisa, su obsesión con el control y que estuviese casado con Nicole Kidman, porque así podía utilizarlos a ambos para interpretar al matrimonio de la película y provocar de ese modo un fascinante juego de espejos entre la realidad y la ficción, entre los relatos nocturnos y los sueños diurnos.

"Cruise era un triunfador y un miserable, lo bastante mediocre para convertirse en siervo de una élite depravada que intenta asustarle cuando él se cuela en una orgía privada donde todo se rige por extraños rituales y máscaras"

Se rumorea que el primer escritor que intervino en un posible guión fue Terry Southern, después de su colaboración en Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú? (Doctor Strangelove or How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, 1964). Antes de llegar a manos de Frederic Raphael, hubo —al parecer— otros escritores y guionistas. Los rumores, las leyendas y los relatos son variados. También las interpretaciones. Una que siempre me pareció genial la propuso Adrian Mack en la revista The Nerve en 2007, con motivo de la aparición de la película en formato DVD. Según él, la película no trataba sobre otra cosa que la cienciología y, por supuesto, sobre Tom Cruise, que por entonces estaba casado con Nicole Kidman. Cruise era un triunfador y un miserable, lo bastante mediocre para convertirse en siervo de una élite depravada que intenta asustarle cuando él se cuela en una orgía privada donde todo se rige por extraños rituales y máscaras. Lo tientan una y otra vez diferentes mujeres a lo largo de una noche, sin que finalmente folle con ninguna. Y, de vuelta a la realidad y como todos seguramente ya sabéis, Cruise y Kidman se divorciaron poco después del estreno de Eyes Wide Shut, algo que aumentó el carácter perverso y el tono inquietante de muchas de sus imágenes.

"Todo lo apuntado son pequeños detalles. ¿A quién le importa, por ejemplo, si el Kubrick de Malkovich es alcohólico, charlatán o gay?"

Kubrick se prodigó poco delante de los focos desde el comienzo de su carrera. Concedió contadas entrevistas, no solía ir a estrenos ni premiers, vestía con descuido, se dejó crecer una barba antes de cumplir cuarenta años y luego no se la afeitó jamás, y su mujer difícilmente conseguía que se animase a ir a un restaurante. Si hubiese caminado por Oxford Street, nadie lo habría reconocido o muy poca gente, sobre todo desde los años ochenta. En ese sentido, él mismo parecía un producto de su obra: era un misterio. John Malkovich interpreta a un caradura que se hace pasar por él en Colour Me Kubrick (2005), para colarse en fiestas y conseguir todo tipo de invitaciones y regalos. Da igual que Malkovich no aparezca muy maquillado en la película, que se parezca tanto a Stanley Kubrick como a Ernest Hemingway, y tampoco que no tenga mucha idea sobre la obra del cineasta, en la que incluye Vencedores y vencidos (Judgement at Nuremberg, 1961), de Stanley Kramer. Stanley Stanley, Kubrick Kramer. Si cerramos los ojos, pensaríamos que estamos atrapados en alguna novela de Vladimir Nabokov, tipo Lolita, que Kubrick adaptó en 1962 y cuyo protagonista se llama Humbert Humbert. Si cerramos los ojos, pensaríamos que estamos atrapados en las páginas de París no se acaba nunca, donde Enrique Vila-Matas decide ir al concurso anual de dobles de Ernest Hemingway en Cayo Hueso, aunque no se pareciese cuando publicó el libro, en 2003, ni después, y mucho menos antes, al escritor estadounidense.

Todo lo apuntado son pequeños detalles. ¿A quién le importa, por ejemplo, si el Kubrick de Malkovich es alcohólico, charlatán o gay? Es una película, pensará todo el mundo, pensé yo mismo. Sí, es una película dirigida por Brian Cook, que fue asistente de dirección en Barry Lyndon (1975) y El resplandor (The Shining, 1979), y que en Eyes Wide Shut interpreta a uno de los mayordomos enmascarados en la secuencia de la orgía. Sí, es una película cuyo guión escribió Anthony Frewin, que durante décadas fue la mano derecha de Kubrick. Sí, es una película, pero está basada en hechos reales. Hubo un doble de Kubrick, llamado Alan Conway, que se paseó por Londres fingiendo ser el cineasta en los años noventa. Antes se había hecho pasar por un superviviente polaco del Holocausto y quién sabe cuantas falsas identidades más. Había estado casado con una mujer cerca de treinta años, hasta que se animó a salir del armario y aceptó que su verdadera orientación era la homosexualidad. Para cerrar el círculo, Conway murió en diciembre de 1998 y Kubrick en marzo de 1999. El primero fingió estar dirigiendo Eyes Wide Shut varios años, el segundo lo hizo realmente; ninguno llegó a ver su estreno. A la película no le viene demasiado mal ser un posible cruce entre ambos relatos, porque en definitiva es una serie de cajas chinas que comienzan pero nunca acaban, como en Las 1001 noches, como en un sueño, como en un sueño diurno.

Imaginemos ahora a un espectador a quien esta obra no le gusta pero aun así siente curiosidad y busca críticas positivas sobre ella. Entre los comentarios elogiosos que lee, uno en concreto le llama la atención, quizás por su estilo persuasivo o por sus convincentes argumentos, haciéndole cambiar de opinión. Lo llamativo de todo esto no es el cambio sino cómo se produce, a través de palabras capaces de alterar la forma de percibir imágenes en movimiento. Hay en esa transformación un trayecto que va de lo fenomenológico a lo epistemológico, de lo figurativo a lo abstracto, del mundo como representación al mundo como voluntad… Una cosa así probaría —de suceder— hasta qué punto con las películas en general y con ésta de Kubrick en particular el ejercicio de la mirada comienza realmente cuando ya no queda nada para ver, cuando entendemos el carácter efímero de lo que vemos o cuando aceptamos que una imagen no es una conclusión sino una incitación.

"Kubrick cogió por sorpresa a muchos críticos, incapaces de entender su juego sobre imágenes furiosas, imágenes múltiples, imágenes secretas que tímidamente comienzan a hacerse públicas"

Eyes Wide Shut, como ya comenté, está basada en Relato soñado de Arthur Schnitzler y su génesis se remonta a la década de los 60, cuando Kubrick leyó la novela por primera vez. Al igual que casi todas sus películas, trata sobre el control, pero ya no se trata del control que las imágenes puedan ejercer sobre un relato hasta disolverlo (como sí sucedía en 2001, Barry Lyndon o El resplandor), sino sobre el control que un relato puede ejercer sobre las imágenes hasta disolverlas (algo que ya había ensayado previamente en Full Metal Jacket). Adelantándose unos cuantos años a uno de los nuevos paradigmas de la imagen, Kubrick cogió por sorpresa a muchos críticos, incapaces de entender su juego sobre imágenes furiosas (las que propone Nicole Kidman en sus dos relatos, o las que sugiere al final el personaje interpretado por Sydney Pollack sobre la orgía y sus participantes), imágenes múltiples (las que proponen los espejos donde se observan los protagonistas en un ejercicio de narcisismo cinematográfico, o el doble y contrapuesto acercamiento de Tom Cruise a varias mujeres en dos noches sucesivas), imágenes secretas que tímidamente comienzan a hacerse públicas (los desnudos emocionales de las mujeres, o el amenazante/amenazado carácter de la sociedad que se reúne en la mansión a las afueras de Nueva York)…

"Quizás Eyes Wide Shut sólo trata sobre el nuevo estatuto de las imágenes, que ya no definen al mundo, a lo sumo nuestra manera de estar en él"

Un hombre se pone en movimiento y sale de casa, en un viaje al fondo de la noche, después de escuchar a su esposa contarle un breve encuentro, en mitad de unas vacaciones familiares en Cape Cod, con un oficial de marina a quien nunca llegó a conocer y con quien, sin embargo, se habría ido a la cama de habérselo pedido, abandonándolo todo sin dudarlo aunque la aventura no hubiese durado más de un día. Intentando huir de las fantasías de su esposa, se introduce en otro tipo de fantasías: la hija de un paciente le declara su amor mientras ambos velan el cadáver de este último; una prostituta le ofrece sus servicios al cruzarse con él en la calle; una joven nínfula lo observa con ojos lascivos en una tienda de disfraces; y una mujer enmascarada se sacrifica para salvarle la vida al ser descubierto en una esotérica ceremonia adonde él ha ido sin que nadie lo hubiese invitado. Estos relatos suspendidos, carentes de un círculo visual que los contenga (carentes de una imagen real con la potencia de la imagen irreal que atormenta al protagonista, que en varios momentos imagina a su mujer haciendo el amor con el oficial de sus fantasías), él los intenta retomar al día siguiente aunque ninguno vaya a conducirle a una imagen firme o a una conclusión lógica que satisfaga sus deseos, sino a un nivel más alejado de su control, a una profundización en el misterio del que los quiere arrancar: la hija de su amigo muerto quizás se case con un hombre a quien no quiere, la prostituta acaba de descubrir que tiene SIDA, a la joven nínfula la explota sexualmente su padre con clientes asiáticos seguramente tan ricos como depravados, y a la mujer que le ha salvado la vida durante la ceremonia secreta la han asesinado y su cadáver no identificado yace en la morgue.

La película no trata —creo— sobre Nueva York a punto de entrar en un nuevo milenio y de exhibir a partir de ella la decadencia cultural de Occidente, tampoco sobre una sociedad secreta que esconde su degradación en rituales privados (porque a Kubrick le gustan las piezas de los juegos de algunas películas de la Hammer pero no el tablero formal sobre el que se escenifican; le gustan —por así decirlo— los elementos conspiratorios de las ficciones a lo Thomas Pynchon o Don DeLillo pero apenas le interesan sus conclusiones), ni siquiera trata sobre la supervivencia de un matrimonio continuamente tentado por agentes externos (aunque un análisis en profundidad sobre las dualidades entre fantasías masculinas y femeninas a lo largo de la película sería un ejercicio bastante productivo)…

"El matrimonio de Eyes Wide Shut no necesita que lo salve Spielberg porque al final descubre que la única salvación posible es la renuncia absoluta a cualquier fantasía"

Quizás sólo trata sobre el nuevo estatuto de las imágenes, que ya no definen al mundo, a lo sumo nuestra manera de estar en él, confundidos entre la apariencia que deseamos proyectar ante los demás y la patética condición a la que nos reduce la incapacidad para entender cuanto sucede a nuestro alrededor, incluso en nuestro interior. Cuando Frederic Raphael le sugirió a Kubrick que La lista de Schindler (1995) trataba sobre el Holocausto, él le contestó que el Holocausto trataba sobre seis millones de personas asesinadas y que la película de Steven Spielberg en realidad trataba sobre el éxito, sobre 600 personas que habían sido salvadas del Holocausto. El matrimonio de Eyes Wide Shut no necesita que lo salve Spielberg porque al final descubre que la única salvación posible es la renuncia absoluta a cualquier fantasía, conformarnos con vernos por fuera y despedirnos para siempre de quienes podamos ser interiormente, por simple cautela, por miedo, por ausencia, por cambio de domicilio…

Sigamos soñando, viene a decirnos Eyes Wide Shut, pero con los ojos bien abiertos.

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Pau
Pau
3 meses hace

A ver… «Eyes wide shut» trata de cómo las obsesiones pueden marcar nuestra vida y llevarnos a la irracionalidad. El McGuffin de la película es una tontería que dice el personaje de Nicole Kidman sobre la posibilidad de tener un amante, y sobre cómo esta broma/anécdota genera una serie de reacciones del personaje de Tom Cruise, que componen el argumento tobogán de esa, por otra parte, obra maestra denostada de alguien cuya obra completa no es defendida por todos sus seguidores, ni denostada totalmente por nadie. Para mí, sus desastres son «Full Metal Jacket» y, en menor medida, esa cosa sobrevalorada que se llama «El Resplandor».

Hilario
Hilario
3 meses hace
Responder a  Pau

Tomo nota.

Raoul
Raoul
3 meses hace

Este último título del sobrevalorado Kubrick no me parece ni la obra maestra que dicen unos ni la mediocridad que dicen otros, sino una buena película que está a años luz del original literario: la que sí es una obra maestra es la novela corta de Arthur Schnitzler.

Hilario
Hilario
3 meses hace
Responder a  Raoul

Si una película tuviera que parecerle lo mismo a todo el mundo, íbamos apañados. Digo una película pero podría ser un libro (como el de Schnitzler, que a mí no me entusiasma) o cualquier otra cosa. Escribir es solo intentar pensar, algo completamente inofensivo.

Raoul
Raoul
3 meses hace
Responder a  Hilario

Claro que una película, un libro, una canción, un cuadro, o un paisaje no tienen que parecerle lo mismo a todo el mundo: precisamente por eso dejé ese comentario, para dar mi opinión sobre Kubrick, sobre su película y sobre la novela corta de Schnitzler.

Jordi
Jordi
3 meses hace

Muchas gracias por este artículo. La película me fascinó y se encuentra entre una de mis favoritas desde que se estrenó hace años. Tal y como se publicito la película al publico la gente acudió a las salas esperando encontrar una película morbosa y excitante con el plus del matrimonio Cruise y Kidman. La gente en realidad vió una película distinta menos aquellos que sospechando de las suspicacias de Kubrick sabían que la cosa podría ponerse complicada. Efectivamente se puso complicada, la película rebosa desgaste emocional, introspección, vergüenza ajena, las imágenes sexuales son menos atrevidas que la situación que las provoca… El momento cómico Kitsch – que rememora el cine de destape Europeo- en la tienda de disfraces con los asiáticos es hilarante, rozando lo absurdo.

Gracias Hilario por resaltar como la pelicula concluye todas las posibles relaciones y tentativas hacia Cruise, el artículo en la cafetería, la nota del viejo de la mansión, la llamada a la hija del padre muerto en la que la pareja de la chica es muy parecido a drede a Cruise… La película remata todas las posibles subtramas dejando en entredicho todo su discurso siendo lo suficientemente contundente con sus imágenes para que el espectador deba por reparo apartar su mirada. Me has dado mucho en lo que pensar y me has abierto otra visión con la que ver la pelicula.

Un saludo.

Hilario
Hilario
3 meses hace
Responder a  Jordi

Saludos!!