Félix J.Palma: «Todo puede ser mágico, depende de cómo se mire»

«En la novela lo que digo es que todo es mágico. Todo puede ser mágico, depende de cómo se mire», ha descubierto este martes en un encuentro con periodistas en Barcelona, donde el novelista reside desde hace años.

Publicado por Destino, su nuevo título, que formará parte de una nueva trilogía, se estructura en torno del denominado caso de las hadas de Cottingley, un suceso protagonizado a principios del siglo pasado por dos niñas de un pequeño pueblo del norte de Inglaterra, que hicieron creer a todo el mundo, incluido Sir Arthur Conan Doyle, padre del investigador más listo de la historia, Sherlock Holmes, que habían fotografiado unas hadas en un riachuelo cercano a sus casas.

Palma ha avanzado que, como ocurre en todas sus novelas, el lector se irá adentrando por una historia sin saber que será «fantástica», porque tiene un aire realista, aunque poco a poco se van introduciendo «elementos extraños, que se pueden explicar en clave fantástica».

Con ganas de desconcertar al lector, de sorprenderle, no ahorra en vueltas de tuerca, en malabarismos, en conseguir que nada de lo que cuenta sea como parece.

Los protagonistas, en esta ocasión, son una pareja de timadores, que se hacen pasar por fotógrafos mágicos, aprovechando el revuelo que hay en Inglaterra, a raíz del caso de las hadas de Cottingley, con numerosos testimonios que aseguran que esas niñas no son las únicas que han visto a seres mágicos.

Sin embargo, Alan y Violet Schofield, que se aprovechan de la fiebre por retratar seres feéricos, después de la Primera Guerra Mundial, se toparán un día con el malvado Percival Drake, escéptico señor de los bajos fondos de Londres, al que, para salvar sus vidas, deberán hacerle creer en seres inexistentes.

Pícaros adorables, villanía justificada

«Quería crear a dos pícaros, pero que fueran adorables, no podían ser negativos. Son dos personajes, que, a su vez, de alguna manera, también se van timando a ellos mismos. Lo bonito en esta historia es que no hay nada seguro, todo puede estar sujeto a una sorpresa en cualquier momento».

En cuanto al villano, tampoco ha querido que fuera de una sola pieza, sino que su «villanía estuviera justificada, crear a alguien que, a pesar de no creer en nada, al final acabe creyendo en las hadas contra sí mismo». «Debatiéndose entre el corazón y la razón, al final, deja de lado la razón hasta donde le lleva el corazón», ha apostillado.

El escritor, que se siente cómodo filtrando hechos que parecen inverosímiles en una realidad que tiene «grietas», juega a lo largo de El gran timo de las hadas con que, de repente, gracias a unos pequeños seres, Inglaterra pareció poblada de «locos, mentirosos y de hadas».

Aunque no es partidario de lanzar mensajes con sus obras, sí piensa que la novela es la constatación de que en ocasiones la gente necesita creer «en cosas más allá de lo que se puede ver».

«¿Qué hay detrás de la realidad?», se ha preguntado para responderse que, ante una existencia que suele ser «ingrata, vulgar, hostil», cada persona debe «encontrar su magia para sobrellevarla».

Consciente de que plantea un tipo de novela que en España es «muy rara», aunque sí sea muy común en el mercado anglosajón, ha desvelado que quiere presentar una «trilogía sobre timos», en los próximos diez años, y ha avanzado que la segunda parte se va a desarrollar en Los Ángeles con los «monstruos de la Universal», en referencia al estudio cinematográfico.

Si le ayudan los duendes, ha bromeado, también llegará a las librerías una trilogía ubicada en España, que nada tendrá que ver con la de los timos.