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Guiños clásicos en Falcó

Reminiscencias grecolatinas en la trilogía de Arturo Pérez-Reverte

Pocos escritores como Arturo Pérez-Reverte defienden con tanta frecuencia y con tan contundentes razones los fundamentos de la identidad cultural de Occidente con su peculiar estilo. Gracias a él los lectores conocen siquiera de oídas —o más bien podríamos decir de leídas— la importancia de asomarse a la inmensidad de saberes que conservamos atesorados por unas lenguas mal llamadas “muertas”, y decimos mal llamadas porque no sólo no están muertas sino que son inmortales.

Así, el interés, amor y defensa del latín y el griego que el autor cartagenero realiza en numerosas ocasiones puede rastrearse, por ejemplo, en su columna dominical que bajo el epígrafe Patente de corso publica puntualmente en el suplemento XL Semanal, recogida en la cooperativa digital Zenda y a la que hemos dedicado otro trabajo.

Pero en esta ocasión nos proponemos destacar algunas de las referencias al mundo grecolatino que salpican su última trilogía.

El protagonista, Falcó, es un personaje a medio camino entre los tenaces espías de la segunda guerra mundial y los sufridos y astutos detectives de la novela negra norteamericana cuya acción se sitúa en la Guerra Civil Española. Aparentemente ni el tema ni la época propician los referentes clásicos pero Arturo Pérez-Reverte es un cultísimo escritor que desliza aquí y allí comentarios de profunda tradición.

"En esta ocasión nos proponemos destacar algunas de las referencias al mundo grecolatino que salpican su última trilogía"

La trilogía está compuesta por Falcó (2016), Eva (2017) y Sabotaje (2018). En la primera de ellas Lorenzo Falcó recibe la secreta misión de, desde Salamanca, cuartel general del bando nacional, dirigirse a Alicante en 1936 para con diferente ayuda excarcelar a José Antonio Primo de Rivera. La misión es un fracaso, pero traba intensa relación con Eva, peligrosa mujer que focaliza el segundo de los libros, al que da título. En él la trama se sitúa en Tánger, donde Falcó tiene el objetivo de conseguir que el capitán de un barco cargado con oro del Banco de España cambie de bandera mientras asistimos a un enfrentamiento entre espías y personajes de ambos bandos. En Sabotaje, Lorenzo Falcó se dirige a París con el encargo de destruir el Guernica, que Picasso está realizando por encargo de la República para la Exposición Universal de 1937.

Agruparemos las referencias al mundo grecolatino en tres apartados teniendo en cuenta su primera edición:

En primer lugar las citas expresas que figuran en latín y en cursiva (traducidas o no). Un segundo bloque comprende las referencias y alusiones a distintos aspectos de las civilizaciones griega y latina, y en tercer lugar trataremos aquellas otras expresiones de raigambre clásica que solo el lector familiarizado con las mismas podrá identificar, pues no hay nada que las señale como tales.

1.- Vamos con las citas en latín:

en Falcó (pp. 177-178), el protagonista comenta que

“Alguien, un romano o uno de esos, dijo que en cosas militares es inútil excusarse luego con un ‘no lo había pensado’…”

Un instante después advierte en su compañera Eva una ligera sonrisa y ésta a bocajarro dice:

“Escipión el Africano. Parpadeó Falcó. ¿Perdón?”

y ahí va la cita: Turpe est in re militari dicere non putaram. La frase es suya, de Escipión… y traduce: “En asuntos de guerra es vergonzoso decir: no lo había pensado”.

La misma sentencia, en español, la recuerda de nuevo Falcó al final de la obra (p. 280).

La expresión la encontramos en Valerio Máximo, Facta et Dicta Memorabilia 7.2.2.2 y corresponde concretamente a una oración de infinitivo tras un verbo de lengua y las palabras en estilo directo: Scipio vero Africanus turpe esse aiebat in re militari dicere ‘non putaram’. Además en el tratado De ira, 2,31,4 de Séneca aparece de forma similar atribuido a Fabio: Turpissimum aiebat Fabius imperatori excusationem esse ‘non putavi’.

En Eva (p. 208) aparece en cursiva, sin citar autor alguno, la expresión Audaces fortuna”:

“audaces fortuna no recordaba qué, había oído decir alguna vez al Almirante. La suerte favorecía a los audaces.”

Y más tarde (p. 232), en esta ocasión ya sin cursiva:

“Pero algo le decía que las cosas no serían fáciles con aquel fulano como lo habían sido con Trejo. Por más que la fortuna favoreciera a los audaces, las improvisaciones podían salir bien, o podían salir mal. En menos de doce horas no convenía tentar demasiado a la suerte…”

Audentis fortuna iuvat es la exhortación que hace Virgilio a sus hombres para que ataquen a Turno en uno de los hexámetros de la Eneida (X, 284) que quedaron incompletos a la muerte de su autor.

Terencio, en Phormio 203, había dicho en un sentido similar “fortes fortuna adiuvat”, pero la variante popular que aquí encontramos, audaces fortuna iuvat, tiene un significado distinto a la original, pues frente a audens, que se refiere al que se atreve de acuerdo con sus posibilidades, aunque la gesta sea ardua, esto es, el valiente, audax en cambio hace referencia al atrevido, al osado, que no mide sus fuerzas y se arriesga de forma temeraria o fanfarrona, desafiando a los propios dioses y cometiendo por tanto hybris, un pecado que impepinablemente lleva aparejado el castigo para el infractor.

"Los postulados de Euclides son también mencionados a propósito de un pasaje de Eva"

Séneca y Plinio el Joven también usaron expresiones parecidas, el primero en su tragedia Medea, v. 159: fortuna fortes metuit, y el segundo en Epístolas 6, 16, 11: fortes fortuna iuvat y, más próximo a Virgilio, Ovidio (Met. X, 586) Audentes deus ipse iuvat. Más datos sobre su empleo, por ejemplo, por Julio Verne pueden verse en A. Ruiz de Elvira (Silva de temas clásicos y humanísticos, Murcia, 1999, pp. 22-25).

Sabemos por Emma Pérez-Rocha y Rafael Tena, editores de La nobleza indígena del centro de México después de la conquista, (2000, México D.F., Instituto Nacional e Antropología e Historia), que en una carta escrita en latín en 1561 por nobles de Azcapotzalco y dirigida al rey Felipe II puede leerse “audaces enim fortuna iuvat timidosque repellit«.   

En Sabotaje (p. 163) el personaje Küssen, al término del capítulo, afirma serio y filosófico: Pecunia non olet. En la Vida de Vespasiano (23, 3) [1] de Suetonio encontramos a qué remite este aforismo bastante usado. Censurándole su hijo Tito por haber establecido un impuesto hasta por la orina, el emperador le puso delante de la nariz el dinero cobrado por aquel impuesto y le preguntó si olía mal, a lo que Tito contestó que no, y Vespasiano le dijo: “Y sin embargo, es el producto de la orina”.

2.- Las que hemos denominado referencias culturales son muy variadas y están empleadas con propiedad; vienen a recalcar alguna información

Así, «las migrañas frecuentes eran su talón de Aquiles» (Falcó, 36-37), puesto que es la única debilidad física que se le conoce al protagonista. El héroe homérico, tras haber sido sujetado al sumergirlo por su madre Tetis para hacerlo inmortal, tenía en el talón su único punto vulnerable, y allí fue donde le alcanzó la flecha que acabó con su vida.

«Interrogando a la esfinge» nos dice Pérez-Reverte que se quedó Falcó (Falcó, p. 158) cuando recuerda la primera vez que mató, pues el cadáver al que miraba detenidamente se encontraba inmóvil.

«Porque después de esto arderá Troya» (Falcó, p. 173). Efectivamente, los camaradas que van a realizar la excarcelación planifican poner a salvo a sus familiares (en concreto aquí la madre de uno de ellos, que es enviada a Lorca) puesto que, si lo consiguen, «los rojos van a ponerlo todo patas arriba». El desastre más célebre del mundo clásico fue el incendio y destrucción de Troya.

«Con una mueca incómoda, lúgubre, Falcó pensó en la barca de Caronte. La que conducía las almas de los muertos a través de la laguna Estigia» (Falcó, p. 218). Ajustada y explicada referencia ante la visión de la lancha con los quince hombres que, como él sabía, morirían en la operación.

Los postulados de Euclides son también mencionados a propósito de un pasaje de Eva (p. 251):

“Eva lo miraba como se mira a un niño incapaz de comprender, o a un idiota. No se trata de sacrificio, sino de formar parte de algo históricamente tan correcto, inevitable y evidente como los postulados de Euclides”.

Con los postulados de Euclides se hace referencia a su tratado Los elementos, fechado en torno al año 300 a. C., en el que exponía los conocimientos geométricos de la Grecia Clásica sintetizándolos en cinco premisas básicas.

"En Eva aparece un personaje femenino al que el autor da el sugerente nombre de Moira Nikolaos, de origen griego, y que está inspirado en una mujer real a quien Pérez-Reverte había conocido en Oriente Medio años atrás"

También en Eva (p. 292) se nos hace una referencia a la famosa guerra de las Termópilas, en la que 300 espartanos resistieron hasta la muerte al invasor persa:

“Desde hacía siglos, pensó una vez, más los hombres se preparaban para el combate. Cumplían el ritual previo puliendo el pedernal de un hacha…

Alguna vez había leído, seguramente en una novela de quiosco de ferrocarril o revista ilustrada —o tal vez fue mucho antes, en el colegio—, que, a punto de morir en las Termópilas, en el amanecer de su último día frente al ejército de los persas, trescientos hoplitas espartanos habían peinado sus cabellos y bruñido sus armaduras, vistiéndose con ellas lenta y meticulosamente para afrontar la batalla.

Aquella imagen se le había quedado en la cabeza y siempre retornaba cuando se veía en situación parecida, preparándose para entrar en acción. No había nada desmesurado ni dramático en eso, y Falcó estaba seguro de que tampoco aquellos trescientos guerreros hicieron sus preparativos con ideas trascendentes de por medio… Ésos eran sus pensamientos mientras se preparaba en la habitación 108.”

En Eva aparece un personaje femenino al que el autor da el sugerente nombre de Moira Nikolaos, de origen griego, y que está inspirado en una mujer real a quien Pérez-Reverte había conocido en Oriente Medio años atrás.

De nuevo aquí nos encontramos con la evidente huella del mundo clásico, tanto en el nombre (la Moira es la que concede a cada cual su parte, equiparada con la Parca en la mitología romana) como en el detalle nada baladí de su mutilación física: Moira es manca, como manca es la Afrodita de Milos. A través de ella el escritor evoca históricamente la guerra greco-turca, concretamente el episodio en que las tropas otomanas arrasan las comunidades griegas y armenias en el puerto de Esmirna, en 1922.

En Sabotaje (p. 13) Arturo Pérez-Reverte nos indica que Malena «llevaba un vestido de noche… de chifón blanco drapeado que le daba un agradable aire clásico de remembranzas griegas». En la página 150 de esta misma novela uno de los personajes describe a Picasso con la expresión, en cursiva, sumo sacerdote y Falcó opina que le cuadraba. Un poco más adelante (p.153), Falcó compra un boceto del pintor que es “un estudio de mujer de mediano tamaño, con dos ojos en la frente y una nariz griega y recta”. Y casi al final de la obra (p. 367), tiene lugar la siguiente conversación: “Te das cuenta de que es un perfecto hijo de puta, estilo Parménides. ¿Sabes quién era Parménides? Ni idea”.

3.- Expresiones clásicas en castellano:

Con objeto de cubrir mejor su misión, Falcó y Eva Rengel deben simular una relación. Y él afirma (Falcó, p. 114): “Mejor un amor libertario, ¿no?… Son tiempos de guerra, revolución y todo eso. Vivamos y amemos, que mañana moriremos… Etcétera”.

" Los subjuntivos previos nos retrotraen al poema 5 de los Carmina de Catulo mil veces repetidos y que en el autor de Cartagena aparecen de forma natural por su educación y devoción a los clásicos"

Claramente y, aunque en esta ocasión no hay referencia explícita ni cursiva, Arturo Pérez-Reverte acude con certera mirada al carpe diem y por archiconocido indica «etcétera». Los subjuntivos previos nos retrotraen al poema 5 de los Carmina de Catulo mil veces repetidos y que en el autor de Cartagena aparecen de forma natural por su educación y devoción a los clásicos.

En la página 145 en un poético párrafo se lee:

“Y de ese modo feliz (…), tranquilo y letal como si llevara al hombro el carcaj y las flechas del arquero invisible, convertido el rostro en máscara de sombras, avanzaba Falcó semejante a la noche”,

que nos evoca los símiles homéricos y donde también encontramos ecos del virgiliano verso de Eneida VI 268 con la archiconocida hipálage “ibant obscuri sola sub nocte per umbras” o, quizás, las palabras del libro 2, 360: Nox atra cava circumvolat umbra estudiadas, traducidas y citadas por Pérez-Reverte (Retorno a Troya, 28/03/2004 y 14/06/2018). Por otra parte, la alusión al arquero invisible evoca, sin duda, a Apolo en el canto I de la Ilíada donde Homero lo califica con el epíteto ‘el que hiere de lejos’.

Por último, el capítulo 12 de Sabotaje (p. 259) se cierra con una expresión que pronuncia Mel, filosófico: “Cada uno es su propia suerte” que, sin duda, recuerda el aforismo latino Faber est suae quisque fortunae, atribuido a Apio Claudio ‘el ciego’.

Hasta aquí las reminiscencias clásicas grecolatinas que hemos podido apreciar en la última trilogía de Pérez-Reverte.

En conclusión, el autor, por una parte, en lo que respecta a sus artículos, se alza como moderno paladín del latín y del griego con sus agudos escritos y, por otra, en sus novelas, por muy distantes cronológica y temáticamente del mundo grecolatino que estén, incluye atinadas referencias clásicas que agradan particularmente a un tipo de lector instruido en esos conocimientos, y que son indicio de la profunda formación de Arturo Pérez-Reverte.

 

[1] Reprehendenti filio Tito, quod etiam urinae uectigal commentus esset, pecuniam ex prima pensione admouit ad nares, sciscitans num odore offenderetur; et illo negante: ‘atquin,’ inquit, ‘e lotio est’.

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