Javier Lostalé es luz, mirada y brillo en el lenguaje, su poesía nos ilumina y llega ahora la continuación de Quién lee vive más y lo hace con un bello título: La morada infinita, publicada por la excelente Polibea, que lleva con gran tino y trabajo Juan José Martín Ramos, porque leer es vivir muchas vidas, entrar en esa morada, donde podemos encontrar el Santo Grial.
“Ojalá sea así, y leer, al fin, sea leer las nubes ya despiertos, leer el texto del mundo”.
Y lo dice José Luis Rey, porque el “idioma es nuestro cuerpo glorioso”, cuando nos adentramos en el lenguaje recorremos cuerpos, tocamos páginas como pieles, amamos a través de la palabra a otros seres, en un diálogo interminable con el autor. Después de la lectura, todo se ilumina y, como en el acto amoroso, quedamos en suspenso, gozando todavía nuestra experiencia sublime.
Leer es esconderse, refugiarse en uno mismo, pero al hacerlo, nos encontramos con todos los seres, abandonamos la sensación de ser mortales y nos fusionamos con los seres del pasado, los que hemos amado al leerlos:
“Quien lee se esconde, se retira a un lugar tan secreto que solo tiene vistas a su interior”.
Esa forma de esconderse, como dice Lostalé, no es aislamiento, sino conjunción, fusión con todos, a través de los siglos que no se han vivido. Leer es visitar a Conrad, Dickens, Juan Ramón, Shakespeare, y tantos otros.
Y me gusta mucho el capítulo donde Javier Lostalé entiende el libro como un cuerpo, que acariciamos, lo tocamos y sabemos que lo estamos amando. Y ese cuerpo es nuestra respiración:
“Y el libro es un cuerpo, añadimos, que nos espera en las librerías, en las bibliotecas o cualquier lugar, dispuesto a que lo poseamos y comenzar así a respirar”.
Y el lector que es también autor, porque todo lector completa el poema leído, como decía el maestro Brines. Javier Lostalé incide en esa idea:
“Quien lee se prepara para dudar. Sabe que cada renglón de un texto le unirá a una vida que nunca canta completud”.
Y la facultad de la lectura para transportarnos a otros lugares, en Joyce a Dublin, en Kafka a Praga, en Faulkner a los estados sureños de Estados Unidos. Pero también al Madrid de Galdós, al Oviedo de Clarín y a tantos otros lugares, como ese mundo que Conrad nos sumerge en El corazón de las tinieblas o los escritores hispanoamericanos y su realismo mágico a escenarios que son sueños de la razón.
Por ello, leer es navegar, nos dice Lostalé, tan lírico y tan profundo, tan enamorado del lenguaje, hasta el éxtasis amoroso:
“Mientras leemos navegamos”.
Y no es necesario completarlo, porque tenemos La morada infinita para deleitarnos en su prosa rica y luminosa.
Son muchos los textos maravillosos de este libro, pero elijo el del diálogo, leer es dialogar con otros, que leen también a ese autor o a otros. La sensación de ir en el metro y mirar a quien lee es también querer saber qué libro arde en sus manos, a quién ama en el silencio, mientras el ruido de los túneles nos ensordece.
Tal abstracción se produce en la lectura, pasión única y gozosa. Por ello, dice Lostalé:
“La lectura es una conversación silenciosa con un libro a la que se suman otros interlocutores que ignoran lo que estamos leyendo y que son convocados, sin que tampoco ellos lo sepan, al diálogo cruzado fuera ya de la página, que se entabla entre ellos y nosotros”.
Leer y dialogar con los otros, con los autores y con los que nos miran leer, con aquellos que nos imaginamos en los libros y que amamos, la Maga de Cortázar, la Yvonne de Malcolm Lowry y su Bajo el volcán.
Javier Lostalé escribe una nueva declaración de amor a la lectura, un canto hermoso como pocos, desde su lírica interior, que todos conocemos, poeta que convierte en cualquier prosa en un canto de amor, en pura poesía. Todo un maestro Javier Lostalé.
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Autor: Javier Lostalé. Título: La morada infinita. Quién lee vive más, 2. Editorial: Polibea. Venta: Todos tus libros.
Lostalé quiere ser
poeta cumbre,
y el pobre se ha quedado
en el enchufe.