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Ideología y política lectoras

Ideología y política lectoras

Desde su publicación en septiembre de 2019, El infinito en un junco, de Irene Vallejo ha superado su subtítulo, “La invención de los libros en el mundo antiguo”, para proyectarse hacia el futuro de los libros. La historia de cómo estos se han preservado desde la antigüedad hasta nuestros días ha conmocionado a la sociedad lectora gracias a la proyección alcanzada por una obra que llega a su vigésima sexta edición y va a publicarse en decenas de idiomas y países. Tal estado de cosas no puede deberse solo a la amenidad del ensayo, sino a que El infinito en un junco, del modo más inopinado, ha logrado sacudir conciencias.

Prueba de lo anterior es que la Federación de Gremios de Editores de España encargue a Irene Vallejo la redacción de este Manifiesto por la lectura editado por Siruela, al objeto de ser “la voz que acompañará a la petición de un Pacto de Estado por la lectura y el libro”. Es evidente que tal propósito adquiere tintes ideológicos y políticos, pues la pretensión del manifiesto es plasmar unas ideas que sirvan a la colectividad lectora y se reflejen en la actividad de quienes rigen los asuntos públicos para materializarse en un documento. ¿Qué debe contemplar ese Pacto de Estado, cuál debe ser su esencia?

"No en vano, la autora subtitula este Manifiesto por la lectura con el apelativo “Caligrafías del cuidado”. Define de este modo la protección de los libros casi como un arte"

En el prólogo a Manifiesto por la lectura, antes de ceder la palabra a su autora, el presidente de los Editores, Miguel Barrero, cita algunas de las claves de la cultura actual: “economía de la atención, abundancia digital, velocidad e inmediatez, impaciencia y distracciones”. Frente a estas claves, si una palabra ha popularizado Irene Vallejo a lo largo de sus escritos y conferencias es “sosiego”, vocablo que define muy bien la cultura del libro: la quietud, la tranquilidad, la serenidad, que se oponen a las citadas velocidad e impaciencia. Se trata de proteger la experiencia lectora frente a los leviatanes digitales que la amenazan: la piratería por internet, la gratuidad de los contenidos o la expansión del comercio electrónico. No se trata de que lo analógico sustituya a lo digital —lo cual sería imposible e indeseado—, sino de establecer límites y distinciones que permitan la convivencia del pasado y el futuro y garanticen la pervivencia del libro, como objeto y como experiencia.

No en vano, la autora subtitula este Manifiesto por la lectura con el apelativo “Caligrafías del cuidado”. Define de este modo la protección de los libros casi como un arte, algo que está más allá de lo pragmático y de lo material, porque los libros son frágiles; pero, paradójicamente, también son fuertes. ¿Cómo si no habrían podido llegar hasta nosotros volúmenes de hace miles de años? ¿Cómo dispondríamos hoy de la Odisea, el Cantar de Mio Cid o Las mil y una noches? Si los tenemos es porque a lo largo de la historia los libros han tenido unos cuidadores: editores, bibliotecarios, libreros que ante guerras, epidemias y catástrofes han hecho un esfuerzo sobrehumano por preservarlos.

Las ideas anteriores constituían la base de El infinito en un junco, y ahora se desarrollan de forma escueta en este Manifiesto por la lectura, donde Irene Vallejo escribe: “Leer nunca ha sido una actividad solitaria (…). Es un acto colectivo que nos avecina a otras mentes y afirma sin cesar la posibilidad de una comprensión rebelde al obstáculo de los siglos y las fronteras (…). Nos hace más empáticos (…) y nos enseña a observar con el ojo de la mente la amplitud del mundo”.

Martha Nussbaum, filóloga y premio Princesa de Asturias, afirma que la lectura “forma parte de la preparación necesaria para vivir en democracia”, porque nos ayuda a “imaginar la experiencia del otro”. Y añade Vallejo: “Leer nos educa en el arte del diálogo”.

"Cuidar los libros es un trabajo que va más allá de lo material y de lo laboral"

Por ello, los libros describen la democracia, la participación de las mujeres en el gobierno y en el trabajo, los derechos humanos, la democracia, la confianza en la ciencia, la libertad, la sanidad universal, la educación obligatoria. Cuidar los libros es un trabajo que va más allá de lo material y de lo laboral. En este sentido, la autora inserta una bella cita de Federico García Lorca que siento como propia: “Nadie se da cuenta al tener un libro en las manos del esfuerzo, el dolor, la vigilia, la sangre que ha costado”.

Las generaciones actuales —continúa Irene Vallejo— “hemos heredado el antiguo compromiso de conservar esos refugios mágicos y magnéticos que albergan los libros. En ellos permanecen nuestras luces, sombras y claroscuros, todas las ideas, explicaciones y certezas provisionales, todos nuestros descubrimientos y deseos”.

Yo quisiera concluir que, si lo enunciado en el párrafo anterior es cierto, se debe a que el sosiego también tiene sus ventajas frente a la rapidez. No es lo mismo escribir un wasap que escribir una carta; ni es lo mismo ver una película en el cine que en una plataforma de internet; ni puede compararse leer un libro con leer un ebook. Por eso coincido con la autora y, por ende, con la Federación de Gremios de Editores de España en el deber y el placer de todos: escritores, lectores, editores, libreros, bibliotecarios y poderes públicos de preservar la lectura y los libros.

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Autor: Irene Vallejo. Título: Manifiesto por la lectura. Editorial: Siruela. Venta: Todostuslibros y Amazon

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