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Juicios y delirios

El temor a lo que va más allá de la racionalidad es constitutivo de la condición humana. Lo que excede la razón, aquello que excede los límites comprensivos y explicativos del ser humano, es concebido como peligroso por un orden social que apuesta continuamente por la sistematicidad y lo fía todo a la claridad y distinción. El miedo a lo desconocido (mejor dicho, la angustia ante lo innombrable) genera una amalgama de sentimientos que van desde el rechazo hasta el intento de aniquilar aquello que perturba.

Algo de esta lógica se desprende en la obra de Marion Gibson, Brujería: Una historia en trece juicios, en la que a través de un recorrido por diversos casos definidos socialmente como brujería se esconde toda una estrategia para abordar destructivamente aquello se constituye un peligro para el orden debido a su diferencia y a su carácter disruptivo.

"Gibson enarbola una generosa genealogía acerca del fenómeno de la brujería que cabe leer con atención"

No obstante, antes de penetrar minuciosamente por los trece juicios, Gibson enarbola una generosa genealogía acerca del fenómeno de la brujería que cabe leer con atención. Interesante es comprobar la forma en la que a partir de 1400, y a través de la introducción en el imaginario colectivo de la demonología, la brujería pasa de ser considerada algo interesante, pintoresco e incluso beatífico, a definirse en términos negativos y sórdidos de magia negra. Es decir, lo crucial es observar la manera en que, a través de la gestación de la Reforma, se efectúa un cambio de paradigma donde los supuestos poderes son identificados como malignos y, en consecuencia, categorizados como objeto de disputa y castigo.

Y dando una vuelta de tuerca más a esta idea, también confluye la perspectiva en la que, pese a que la brujería era practicada por ambos sexos, la acusación recaía mayoritariamente hacia las mujeres. Es decir, se establece una desconfianza estructural para con las mujeres, considerándolas como peligrosas, poseedoras de un poder maligno que incitaba, mayormente a los hombres, al mal y la destrucción. Dicho en otros términos, se produce un fenómeno que podría definirse como la “herencia de Eva”, en la que lo femenino es estigmatizado con la impronta de lo maligno.

El poder del estigma fue tan fructífero que hacia fines del 1400 (concretamente en 1480) se creía fervientemente en numerosas epifanías de Satán a mujeres, las cuales eran tentadas y seducidas para cambiar su vida (dejar su pobreza para abrazar la riqueza material, eliminar el yugo de su marido, tener libertad…), a cambio de sucumbir al mal vendiéndole su alma. Una vez establecido el pacto, Satán marcaba a las beneficiarias/condenadas del pacto (mancha, verruga…), estigma que demostraba la pertinencia al linaje del mal y que, posteriormente, en los juicios tendrán tanto valor para demostrar la presunta naturaleza maligna de las acusadas.

"Lo femenino fue definido con las trazas del mal, estableciéndose una sedimentación del estigma a lo largo de la historia social y cultural"

Lo femenino, de esta manera, fue definido con las trazas del mal, estableciéndose una sedimentación del estigma a lo largo de la historia social y cultural. Satán, hacedor del caos, es el dios de las brujas, su garante y dador de libertad. Consideradas así las cosas, los juicios no dejaban de ser meras profecías autocumplidas (aunque hay casos como el de Helena Scheuberin, cuya pericia, persistencia y, por qué no decir, recursos materiales, le permitieron escapar de la condena y demostrar su inocencia): la culpabilidad implicaba un juicio que demostraba las sospechas/certezas preconcebidas. El arresto, y la posterior tortura, eran los ingredientes fundamentales para extraer la confirmación necesaria de las acusaciones, ya que era imposible demostrar que la magia causaba enfermedades o muertes.

Pero todo esto no dejaba de ser un trampantojo, un ejercicio delirante fundamentado en una serie de criterios no menos delirantes, para castigar lo que no podía encuadrarse dentro de los patrones dominantes. Juicios gestados en un delirio que pretende definir, en todo momento y sin fisura alguna, en que consiste la normalidad y castigar, por ello, todo lo que se aleje de ella.

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Autor: Marion Gibson. Título: Brujería: Una historia en trece juicios. Traducción: Victoria León. Editorial: Siruela. Venta: Todos tus libros

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