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La amistad: Dos marchando juntos

La amistad: Dos marchando juntos

Los ensayos tienen casi siempre algo de onanismo: un autor reflexiona en soledad sobre un tema. Pero podría ser de otro modo. Platón, por ejemplo, propuso un método orgiástico: el diálogo, ese ir y venir de la palabra que alcanza su faceta más festiva en El banquete, donde la teoría brota de la vida, acompañada de comida y bebida. Esta vitalidad del pensamiento rara vez ha tenido continuidad en la historia de la filosofía, tan obsesionada con la pureza asociada al ascetismo.

En Amistad: Un ensayo compartido, escrito por Mariano Sigman y Jacobo Bergareche (editorial también compartida: Debate y Libros del Asteroide), la escritura retorna al banquete. Los autores organizaron varias comidas en la Nave Bellver de Madrid, un espacio industrial decorado como un acogedor salón, donde congregaron a personas de distintas edades, ideologías y procedencias para hablar de los amigos.

Hay un flechazo en la amistad que puede explicarse por medio de la química del carbono. A diferencia del enamoramiento, donde las parejas buscan complementariedad inmunológica, la amistad tiende a la similitud, afirman los autores. Muchas veces, al conocer a alguien, tras estrecharle la mano, nos llevamos inconscientemente las yemas de los dedos a la nariz: el cuerpo rastrea así la afinidad química.

"Si la química puede ser el nivel cero de la amistad, después vendrán factores más sociales que biológicos, como el mutuo entendimiento"

Si la química puede ser el nivel cero de la amistad, después vendrán factores más sociales que biológicos, como el mutuo entendimiento. La amistad se consolida en la empatía con los triunfos, las dudas y los desvelos del otro, como si uno mismo transitara ese camino. En este sentido, la condición necesaria para la amistad es la fricción y sincronía, dice Marta Peirano: estar junto a otra persona (algo complicado para las “amistades” virtuales). Los autores aplican ingeniosamente de una expresión de Vigotski —zona proximal -— para referirse a la necesidad de compartir un espacio físico que consolide un vínculo, como puede ser el juego, el baile o el deporte.

¿Es posible hacer amigos fuera del país de origen? El choque cultural a veces impide alcanzar la confianza necesaria. Gus, un argentino que reside en Madrid desde hace años, no ha encontrado aquí un amigo como en su tierra, pues nadie le brinda la intimidad suficiente para entrar en su casa y servirse lo que haya en la nevera. Peru, que intuimos que es el propio Bergareche, vivió en Estados Unidos y describe la dificultad de entablar amistad en una cultura que pone hora de caducidad a las fiestas. Más allá de estas barreras, otro comensal argumenta que la amistad es adaptativa, y que solo sobrevive si sabe traducir las distintas formas de expresar estima, atención o cariño.

Aunque el banquete gira en torno a los comensales, también hay conversaciones con los muertos. Se cita, por ejemplo, a Aristóteles y sus tres tipos de amistad: por placer, por utilidad y por virtud. Las dos primeras son transaccionales (nacidas de la diversión o del interés instrumental), pero la tercera surge de la admiración, y es a la que deberíamos aspirar, pues nos inspira a ser mejores.

"La amistad exige cierta desnudez: compartir las flatulencias o reírse de nuestras propias imperfecciones"

Otro aspecto fundamental de la amistad es la pérdida de la dignidad frente a un amigo. Una persona que no descansa de la formalidad, que siempre se muestra bajo los corsés sociales y teme mostrarse tal como es, difícilmente podrá cultivar amistades auténticas. La amistad exige cierta desnudez: compartir las flatulencias o reírse de nuestras propias imperfecciones. El amigo tiene derecho a derribar nuestra imagen pública.

Juan, otro interlocutor del banquete, opina que una amistad termina cuando una etapa vital se cierra y comienza otra. Poca literatura existe sobre el fin de la amistad. Solo abundan los casos más extremos, donde termina en traición y el luto es la venganza. La mayoría de las amistades, sin embargo, se apagan inadvertidamente por el paso del tiempo y el alejamiento de un contexto compartido.

A partir de las conversaciones mantenidas, los autores elaboran la teoría de los tres pisos de la amistad: tolerarse, aceptarse y extenderse. La amistad exige un ejercicio de tolerancia, porque, por muy afín que sea el otro, siempre surgirán fricciones. Aquí se pone en juego la tolerancia y la aceptación, pero el último piso, y el más difícil, extenderse, consiste en descubrirte siendo otro gracias al amigo.

Un amigo es espejo y recolector del recuerdo compartido, con sus luces y sombras, celebraciones y duelos. Y todo ese devenir cobra sentido si puede narrarse ante una mirada que comprende y siente el transcurso de nuestros pasos: la novela de nuestra vida; y ese relato es bidireccional. La amistad dona sentido, otorga unidad a las múltiples y dispares vivencias que nos atraviesan. Todos  habitamos una soledad metafísica —nadie puede ocupar nuestro cuerpo, nuestro dolor ni nuestra alegría—, pero un amigo puede crear la ficción de reconfortar esa soledad insalvable. Como expresó Aristóteles, la amistad es dos marchando juntos: más allá de la riqueza, la autoridad o el poder, nadie querría vivir sin un amigo que le acompañe. En los momentos más difíciles, la amistad es el único refugio.

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Autores: Jacobo Bergareche y Mariano Sigman. Título: Amistad: Un ensayo compartido. Editorial: Debate. Venta: Todos tus libros

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