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La filial, de Serguéi Dovlátov

La filial, de Serguéi Dovlátov

La editorial Fulgencio Pimentel sigue rescatando la obra de Serguéi Dovlátov, escritor ruso emigrado a Estados Unidos en 1978 e inédito en su país hasta después de su muerte. La obra narrativa de quien fue colaborador de The New Yorker está impregnada de un humor intrínsecamente ruso y despliega una mirada tan lúcida como desopilante hacia sus compatriotas.

En Zenda reproducimos las primeras páginas de La filial (Fulgencio Pimentel), de Serguéi Dovlátov.

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Mama suele contar que hubo un tiempo en que me despertaba con una sonrisa en la cara. Supongo que sería en torno al ano cuarenta y tres. Imagínense: a mi alrededor, la guerra, los bombardeos, la evacuación; y yo tumbado allí, sonriendo…

Ahora todo es distinto. Hace veinte años que me despierto con una mueca repugnante en un rostro demacrado.

Frente a mi ventana, un letrero fluorescente: ≪Banco Colonial≫. Las letras de neón parpadean antes de desvanecerse. Amanece.

Missis Bono, la dueña de la luncheonette, levanta con estrepito las verjas de hierro. De entre las tinieblas emergen nuestro pequeño puf árabe, un columpio para niños, un chifonier que se tambalea… Bonjour, monsieur Chifonier! Ciao, signore Collumpioni! Guten morgen, genosse Puf!

Tengo que irme. Soy periodista radiofónico. Mejor dicho, soy el presentador, el anchorman. Transmitimos para Rusia.

La emisora se llama La Tercera Ola. El programa, Personas y acontecimientos. Nuestra oficina está ubicada en el mismísimo corazón de Manhattan.

Rusia está experimentando una perestroika y una aceleración. Ahora publican a Nabokov y a Jodasevich. Se abren cafeterías de propiedad privada. Los Dinosaurios, la banda de rock, dan conciertos en vivo. Sin embargo, nuestra emisora sigue con la señal interferida. Incluso mi débil timbre de barítono es interferido. Tengo entendido que se destinan enormes cantidades de dinero al asunto.

Y digo yo: ¿por qué no interferir nuestras emisiones con las canciones de Los Dinosaurios? ≪Los lobos hartos y las ovejas a buen recaudo≫, como dice el refrán.

Llevo prisa. Desayuno de soldado: café y Gauloises sin filtro. De propina, los titulares de la mañana: ≪Otra toma de rehenes… Base terrorista tiroteada…

Tim O’Connor persigue su reelección al Senado…≫.

De hecho, este tipo de cosas nos preocupan más bien poco. Nuestra preocupación primordial es Rusia. Su futuro, para ser exactos. Respecto a su pasado, las cosas están muy claras. Y, en cuanto al presente, está más claro todavía: vivimos en la época de los dinosaurios.

Con respecto al futuro, en cambio, existen opiniones contrapuestas. Muchos creen incluso que lo tenemos a nuestras espaldas, como los cangrejos.

Una hora en el subway. Gimnasia psicológica cotidiana. Escuela de paciencia, de humor, de democracia y de humanismo. Una especie de arca de Noe, por decirlo así.

Aquí tienen a los policías con los traseros más gordos del planeta. A los managers y los empleados más anodinos. A los sordomudos más temperamentales. A los adolescentes más escandalosos… A los delincuentes y los ladrones mejor educados.

Aquí lo pueden atracar a uno, pero nadie le dará con la puerta en las narices. Y eso, me parece a mí, es lo importante.

La Tercera Ola se encuentra ubicada en la esquina de la Cuarenta y nueve con la avenida Lexington. Ocupamos una planta entera del Corvette, el ciclópeo rascacielos. En la planta baja disponemos de un vestíbulo, una cafetería, un estanco y un laboratorio fotográfico.

A todas horas vemos pasearse a un par de guardias de seguridad, uno blanco y otro negro. Al blanco le doy los buenos días como a un igual. Con el negro me muestro mucho más obsequioso. Por lo que se ve, debo de ser demócrata…

Llevo diez años colaborando en esta emisora. Mi superior, Barry Tarasevich, se dirigió a mí uno de los primeros días:

—No voy a decirle a usted lo que debe escribir. Solo le diré que es lo que no debe escribir bajo ningún concepto.

No debemos escribir que el renacimiento religioso va ganando terreno año tras año. Ni que la economía socialista se halla inmersa en una profunda crisis. Nada de eso. Venimos repitiéndolo desde hace cuarenta años.

En ese periodo hemos cambiado catorce veces de director. Y la economía socialista sigue viva.

—Pero inmersa en una crisis, efectivamente.

—De lo que se deduce que la crisis es un fenómeno estable. Por regla general, la decadencia es visiblemente más estable que el progreso.

—Lo tendré en cuenta.

Barry Tarasevich continuo:

—No se le ocurra escribir que Moscú está blandiendo agresivamente sus armas. Ni que los gerontócratas del Kremlin mantienen pegado su dedo esclerotizado…

Lo interrumpí:

—¿Al botón de la guerra?

—¿Como lo ha sabido?

—Pase diez años escribiendo eso mismo en los periódicos soviéticos.

—¿Acerca de los gerontócratas del Kremlin?

—No, acerca de los halcones del Pentágono.

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Autor: Serguéi Dovlátov. Título: La filial. Traducción: Tania Mikhelson y Alfonso Martínez Galilea. Editorial: Fulgencio Pimentel

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