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La literatura es vida (y viceversa), con Pilar Adón

La literatura es vida (y viceversa), con Pilar Adón

Foto de portada: Luis Ninbo

Recientemente ha recogido en un solo libro la escritora madrileña Pilar Adón (Madrid, 1971) su obra poética completa. Así, la novelista, escritora de relatos y traductora ha reunido en Las huidas (La Bella Varsovia, 2024) sus nueve poemarios publicados hasta la fecha, iniciándose con Poems Nipples (1998) y llegando a su última plaquette, Atractivo carnal, publicada este mismo año y donde explora su religiosidad y la figura muy humana de un Jesús cercano.

Aun siendo una poeta tardía, Adón es una poeta prolífica y singular, personalísima y fecunda. En sus versos se pelea la literatura con la vida (hasta que llegan a un acuerdo), se manifiesta el deseo de huir, la lejanía, el aislamiento y la voluntad de mantenerse al margen con el objetivo siempre puesto en el frente de poder disfrutar de los libros, la lectura, la escritura. Pero sin conflictos, en el fondo, pues no están ambas peleadas, sino que es un error de percepción.

En la evolución de la poesía de Pilar Adón se producen unos primeros versos influenciados por sus lecturas predilectas, por sus poetas preferidas, un progresivo proceso de intimidad y de apartamiento del mundo y una abertura a la naturaleza, a las leyes de la naturaleza: la violencia de la muerte del padre, la vida en el campo, la soledad de una hijamadre. Con ello, Adón comienza su andadura caminando «con los pies de otros», toma perspectiva en el encierro, su poesía madura y comienza a cuestionar los deberes: el ser mujer, el hogar, la pareja, se debate entre la resignación, la obediencia y el deseo y finalmente opta por una vida diminuta, por ser una mujer nueva, por dejar que hable el viento en el silencio del bosque, ansiando lo permanente, el orden, y siempre buscando esa imposible música del silencio, aceptando que ya no son posibles las profecías ni los cantos órficos, pero que, sin embargo, podemos seguir balanceándonos, saltando felices en una tarde de sol veraniego amparados en el columpio de un solo verso, gritando al viento que, aunque habrá de florecer «la rama que me raja por dentro» seguiremos resistiendo en el tiempo suspendido entre el debe y el haber, el deseo y la obligación, la experiencia y el pensamiento.

 

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