Inicio > Poesía > La luz alucinógena de las sombras

La luz alucinógena de las sombras

La luz alucinógena de las sombras

La suerte del enamorado de ser atravesado por la flecha quizás comparta el mismo azar que el vencejo abatido por la puntería de un cazador. De igual manera la inspiración artística parece estar sometida a idéntico sino cuando escoge el objeto de su creación. Algo de lisérgico comparten ambas coincidencias. El amor y el arte suelen acompañarse de una sobredosis de estimulación. Y en muchas ocasiones el acto poético también, como en este caso en que el poeta Carlos Jiménez Arribas reaparece en la esfera literaria tras dos décadas de su Manual de supervivencia, editado también en Bartleby, como un guerrero que regresa de un más allá de niebla y lluvia para contarnos la historia de una pasión.

"Rendirse al misterio de la recreación implica desnudarse frente a los ojos de lo creado. Concederle al lienzo toda la verdad que lo humaniza hasta otorgarle su propia vida arrebatada"

¿Y qué hay más poetizable que el amor? Aquel que lanza las flechas y los dardos, da la vuelta a los espejos y los relojes, y logra detener el mundo en su girar pactado para cambiar el sentido de su marcha. Jiménez Arribas logra transmutar en breves poemas en prosa la historia de un artista enamorado de una prostituta que no le corresponde. El deseo incapaz de culminarse en la posesión de la amante se torna devoción mística. La imposibilidad de ponerle un precio a la entrega de ese cuerpo venerado —a pesar de existir una tasación estipulada— sitúa a la meretriz en un plano tan elevado que finalmente logra provocarle un brote de éxtasis. La idealización de santas o hetairas ha sido a menudo una tendencia en la historia del arte y la literatura. Ambas —pese a su antagonismo reputacional— poseen una cualidad común: son inaprehensibles. Algunos poetas intentaron retenerlas en las celdas de la lírica —Dante, Bécquer o Baudelaire—, y otros, en cambio, buscaron un lugar de mayor eternidad a través de los pinceles —Manet, Toulouse-Lautrec o Rossetti—. En cambio, Jiménez Arribas trata de conservar a su amada como reliquia a través del proceso biológico de descomposición del amor.

Rendirse al misterio de la recreación implica desnudarse frente a los ojos de lo creado. Concederle al lienzo toda la verdad que lo humaniza hasta otorgarle su propia vida arrebatada. Así parece ser el fervor que siente el artista de esta historia; la transfusión de su alma a una destinataria incapaz de contribuir al intercambio de sentimientos por lesión de fuga. La prostituta revive en la luz cuando amanece y se olvida de que la noche atesora las huellas de su oficio. Se confunden las sombras de todos los cuerpos que la oscurecen hasta que amanece, abre los ojos y ya es mundo.

"La protagonista de Lisergia está más cerca de la iconografía de los burdeles parisinos donde ocurrió el milagro de la inspiración por transpiración"

Jiménez Arribas logra crear una atmósfera de luces y sombras que recuerda a la caverna de Platón. «A veces es la luz, y a veces es la sombra de la mirada en el ojo que huye, la boca que muerde y no sabe que muerde, el labio que bebe y no sabe de sed». Quien está acostumbrado a ver tan solo su sombra no tiene miedo a perder su identidad. En cambio, quien logra vislumbrar la identidad del ser amado, teme que se pierda en una congregación de sombras disolviéndose en su memoria. Y es que este libro de poemas tiene algo de alumbramiento, de antorcha guía o de brigada de luciérnagas sobrevolando las lagunas de los bosques. Porque Lisergia se sostiene en un paisaje de cielo encapotado y niebla tenue donde se pronuncia tan solo el vuelo de las aves y la lenta cadencia de los ríos; dos símbolos de libertad y vida. Hay que adentrarse en este libro de puntillas para no alterar el hechizo de la evocación. Se traduce el misterio en estampas que podrían trasladarnos a las tierras del romanticismo anglosajón, que servían de escenario a la beatificación de los amores con el mismo aura de misticismo que empleaban sus coetáneos germánicos: «Está la amante envuelta en velos segregados por un sentimiento más sublime que la compasión». Sin embargo, la protagonista de Lisergia está más cerca de la iconografía de los burdeles parisinos donde ocurrió el milagro de la inspiración por transpiración: «Puta te llaman sin lavarse la boca los infames». Y es que de necios está colmado el mundo, tal y como escribiría Bertolt Brecht en su Canción de la prostituta: «Y aunque aprendas bien el trato / en la feria del amor, / transformar el placer en calderilla / nunca resulta fácil».

—————————————

Autor: Carlos Jiménez Arribas. Título: Lisergia. Editorial: Bartleby Editores. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

4.7/5 (18 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios