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La seducción de Roma

Mis otoños en Roma es un manojo de sentimientos, de emociones, de vivencias inolvidables, surgidas de la contemplación de esta bella ciudad, que tiene el poder (al menos para mí) de infundirme una paz y una fuerza interior nunca experimentadas en otro sitio. Es el fruto de mi relación con Roma. Una relación que ha permanecido en el tiempo desde el primer día que la visité.

En el año 2011 decidí comenzar mis otoños en Roma. Recuerdo que el primer año me comporté como una turista compulsiva. Quería verlo todo, asimilarlo todo, incluso tuve que cesar en mi actividad durante dos días al verme afectada por fuertes dolores de cuellos de tanto mirar a las maravillosas cúpulas y ricos artesonados.

"En el palacio Barberini, Borromini y Bernini dejaron su sello personal diseñando cada uno una escalera. Interesantísimas escaleras, porque en ellas se puede adivinar el carácter de sus autores"

Al año siguiente ya todo fue distinto. Haciendo caso a lo que decía Stendhal, cada mañana pensaba en lo que me apetecía ver, y de esa forma fui saboreando poco a poco las maravillas de Roma, dejándome impregnar de su arte y de su historia. Fue en esos días cuando pensé que no estaría mal trasladar al papel mis emociones ante los lugares que visitaba. De esa forma, al escribirlo, me obligaba a documentarme mucho más a fondo sobre el devenir histórico de los distintos escenarios en los que me encontraba, lo que me ha llevado a disfrutarlos de una forma especial, recreándome en la belleza que veía, y también introduciéndome en su historia, conociendo a los personajes que allí habían vivido, enterándome de anécdotas y comentarios que han permanecido en el transcurrir de los siglos.

Por ejemplo, en el Palacio Barberini, al que acudí para ver el hermoso cuadro de Rafael La Fornarina, la hermosa joven que dicen fue su amante, disfruté con la interesante colección pictórica que allí se exhibe, pero es que además el palacio en sí reviste un gran atractivo. Cuando conoces que en él trabajaron Bernini y Borromini, que eran enemigos, la curiosidad se incrementa. Cuentan que la rivalidad que existía entre ellos conseguía sacar lo mejor de cada uno. En el palacio Barberini, Borromini y Bernini dejaron su sello personal diseñando cada uno una escalera. Interesantísimas escaleras, porque en ellas se puede adivinar el carácter de sus autores.

Bernini, alegre, encantador, triunfador, crea una escalinata abierta de cuatro tramos. Una escalera regia donde todo resplandece. Borromini, introvertido, incomprendido, angustiado, que no tuvo el valor para vivir y acabó suicidándose, traza una escalera ovalada, de caracol. Una espiral bellísima, que se eleva y retuerce sobre sí misma.

"Y si mi sorpresa fue grande al contemplar la belleza intrínseca de la Farnesina, aún sería mayor al conocer la historia de amor de uno de sus inquilinos"

En otro momento, al visitar la Villa Farnesina, que es una auténtica joya, pensaba encontrarme con preciosos cuadros, maravillosos muebles, tapicerías y alfombras increíbles… pero mi sorpresa fue enorme: la casa está totalmente desnuda, aunque todas sus paredes y techos, incluso las contraventanas, estaban cubiertas con frescos de Rafael, y de algunos de sus discípulos. También han dejado su huella en ella il Sodoma, Peruzzi, Sebastiano del Piombo… Todo el interior de las cinco salas que se visitan está cubierto de frescos y mármoles de maravilloso colorido.

Y si mi sorpresa fue grande al contemplar la belleza intrínseca de la Farnesina, aún sería mayor al conocer la historia de amor de uno de sus inquilinos.

Construida, por el banquero Agostino Chigi, fue adquirida por el cardenal Alejandro Farnese, cuñado de Margarita de Parma. Después, la villa fue pasando por distintos propietarios hasta que los Borbones de Nápoles la heredan de Isabel Farnesio. Es entonces cuando Francisco II, rey de las Dos Sicilias, se la cede al embajador español en Nápoles, Salvador Bermúdez de Castro, que en ella vivió durante más de veinte años su apasionado amor con Matilde Ludovica de Baviera, que estaba casada con un hermano del rey Francisco II y que era hermana de la famosa Sissí.

Mis otoños en Roma es un libro lleno de historias y curiosidades. Un libro en el que he querido plasmar la felicidad que me proporciona Roma. He disfrutado mucho escribiéndolo y me encantaría conseguir transmitir a los lectores parte de esa emoción que siempre me embarga cuando vivo en esa ciudad. Una ciudad, Roma, que merece la pena conocer, aunque solo sea una vez en la vida, para poder recordarla.

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Autora: María Teresa Álvarez. Título: Mis otoños en Roma. Editorial: La Esfera de los Libros. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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Lasolana
Lasolana
1 año hace

«No tuvo el valor para vivir». Es evidente que no sabe lo que ha escrito.