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La verdad de las palabras

El proyecto de @EtimosDirectos nació en 2016 como una iniciativa de la alumna Shayma Filali Baba, alentada por su profesor Israel Villalba, en vista del interés que ella mostraba por esta disciplina. La cuenta fue creciendo y adquiriendo tintes divulgativos. Peru Amorrortu lo conoció en la universidad y se sumó al proyecto, que hoy cuenta con casi 100.000 seguidores en Twitter. El éxito que ha alcanzado en redes sociales, aunando la divulgación y el rigor científico, ha propiciado este primer libro del que Zenda adelanta las palabras previas.

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Shayma Filali, Israel Villalba y Peru Amorrortu

Decía el filósofo Platón en su diálogo Gorgias que κόσμος πόλειμὲν εὐανδρία, σώματι δὲ κάλλος, λόγῳ δὲ ἀλήθεια, es decir, «adorno para la ciudad es la abundancia de buenos hombres, para el cuerpo la belleza, para las palabras la verdad». Y esa verdad, que Platón refería aquí al contenido del discurso y a la veracidad del sentido de las palabras de uno, se extiende también al campo de la semántica de las palabras. Y es que solo desvelando y sacando a la luz el significado histórico oculto de las palabras conoceremos su verdadero significado, a menudo oculto para nosotros. Eso mismo era la verdad para los griegos, la ἀλήθεια («alḗtheia») de la que nos habla Platón, que en griego deriva del sufijo privativo ἀ- («a-») y el verbo λήθω («lḗthō»), ocultarse. La verdad griega, de la que deriva el nombre propio Alicia, es la cualidad de no estar oculto, de ser patente a nuestra vista y percepción intelectual. Ese es el cometido de la ciencia etimológica, como cualquier otra ciencia: sacar la verdad a la luz de las tinieblas de la ignorancia, cometido a veces dificultoso debido a la falta de conocimiento lingüístico y escasez de testimonios, pero en el que los filólogos se afanan con ahínco.

No nos ha de sorprender, pues, que ese afán de esclarecer la veracidad primigenia del significado de las palabras se encuentre en la misma raíz de la ciencia etimológica. Y es que la etimología, en griego ἐτυμολογία («etymología»), alberga en su raíz el adjetivo ἔτυμος («étymos»), que significa en griego real o verdadero. La etimología se guía por la misma máxima que la ciencia histórica, con la que comparte a menudo grandes rasgos: conociendo el origen de un hecho o acontecimiento, en este caso, vocablo, conoceremos la verdad sobre ello. La etimología nos permite, por ejemplo, saber que el nombre (en realidad sobrenombre) del filósofo antes citado, Platón, en griego Πλάτων («Plátōn»), proviene del adjetivo πλατύς («platýs»), ancho, que según la hipótesis clásica se refería a su fornida corpulencia y la anchura de sus espaldas. O que uno de los componentes de la palabra ἀλήθεια antes mencionada, el verbo λήθω, es un cognado, es decir, comparte origen, con el verbo latino lateo, que también significa esconderse, y al que los latinos atribuían la paternidad del nombre de su región, el Latium, actual Lacio. La etimología también nos revelará que el término cognado antes empleado, que a los lectores inexpertos puede parecer un palabro incomprensible, viene del latín cognatus, nacido de la misma madre, pariente. Con ese significado se emplea para referirse a dos palabras emparentadas entre sí. La mayoría de palabras tienen sus parientes o cognados, incluyendo el mismo cognado, que ha dado en castellano cuñado.

Sin embargo, antes de perdernos en el placentero océano de las etimologías, conviene realizar una serie de consideraciones para dejar en claro el objetivo de este libro y las pautas que hemos seguido a la hora de confeccionarlo. Al escribir un libro que trate sobre cualquiera de las ramas del saber, siempre encontramos divergencias entre escritores. Entre el libro erudito y culto y el libreto más popular media un océano, y la vertiente culta y científicamente correcta y la divulgativa son a veces difíciles de conjugar. Siendo como somos aristotélicos recalcitrantes, hemos intentado aunar en este libro la precisión y corrección propias de un escrito riguroso, con una redacción y estilo que pueda ser también interesante y accesible al lector medio, para que todos puedan disfrutar del origen arcano de las palabras. Esperamos que el lector más experto sepa excusar las posibles chabacanerías e imprecisiones que se hayan podido cometer, al igual que esperamos que el lector menos avezado sepa excusar nuestra ocasional pedantería, deformación profesional de casi cualquier filólogo.

Ante todo, el propósito principal de este libro es la divulgación, es decir, la divulgatio latina, que a través del prefijo dis, que indica repartimiento o dispersión, y el sustantivo vulgus, pueblo, masas, transmite el concepto de hacer algo accesible a todo el mundo. Este propósito condiciona en cierta medida los aspectos formales del libro, aunque hemos preferido en la mayoría de ocasiones seguir el estándar filológico vigente. Así las cosas, el lector encontrará que los verbos griegos y latinos se enunciarán primordialmente en primera persona, como hemos hecho anteriormente con los verbos λήθω y lateo, respetando los estándares de la filología clásica. Otras veces, sin embargo, citaremos la forma del verbo que más se acerque a la actual, para hacer más patente el origen de la palabra a aquellas personas poco conocedoras de las leyes de la evolución fonética. Lo mismo se aplica para el resto de categorías gramaticales como sustantivos y adjetivos, en los que antepondremos ocasionalmente la comprensión a la regularidad académica. Creemos que la comprensión por parte del mayor número posible de lectores justifica esta pequeña licencia, perfectamente acorde, por otra parte, con el espíritu de la divulgación.

En otros aspectos, sin embargo, hemos procurado guardar mayor exactitud y pulcritud, buscando el siempre esquivo y nunca alcanzado punto medio. En cuanto a las transcripciones del griego, por ejemplo, hemos seguido la pauta marcada por el diccionario de la Real Academia Española, que incluye cromas para indicar la cantidad vocálica y algunas transcripciones quizás difíciles de interpretar para el lector no versado en griego. Creemos, sin embargo, que en este caso la exactitud no entorpecerá grandemente la comprensión de la mayoría de lectores, con lo que hemos intentado mantener una transcripción más pura. Siendo como somos los autores provenientes de la filología clásica, hemos optado por realizar nosotros mismos las transcripciones. Lo mismo se aplica para las traducciones de textos clásicos, que, salvo referencia explícita, han sido realizadas por nosotros. Tanto en un apartado como en otro, es indudable que algún error ha debido de escapar a nuestra humana y falible inteligencia, fruto del descuido o de la ignorancia. Invitamos desde aquí al benevolente lector para que, si detecta alguno en el transcurso de la lectura de este libro, nos haga llegar su amable corrección, que enmendaremos con gusto en ediciones futuras.

Y es que la etimología es a veces una ciencia resbaladiza, en la que los mayores expertos no están libres de equívoco o enmienda. El mismo San Isidoro de Sevilla, autor de las Etimologías, el mayor libro compilatorio del saber de la Antigüedad, no deja de dar pábulo a etimologías inventivas o incorrectas, como veremos a lo largo de este libro. Nosotros hemos tratado de ser lo más correctos y actualizados posibles en este libro, de objetivo no compilatorio o de consulta, sino de divulgación y agradable lectura, tal y como recalcábamos hace poco. Hemos tratado de dar una versión lo más correcta y actualizada posible de la etimología de las palabras con las referencias en mano. Es también de rigor, pese a todo, que alguna tesis anticuada o incorrecta haya hecho involuntaria entrada en este libro. Apelamos aquí de nuevo a la benevolencia de los lectores más expertos: si ven ustedes alguna cuestión incorrecta, dudosa o matizable en este libro, hágannos llegar su comentario o enmienda, que leeremos y aplicaremos con gusto, de darse el caso. Sin más dilación ni prolegómenos, a riesgo de impacientar al ávido lector, damos por terminada esta breve introducción, que esperemos haya satisfecho las dudas sobre nuestros estándares a la hora de componer este libro. No es más que un breve aperitivo con el que abrir el apetito de cualquier curioso devorador de etimologías. El menú de palabras se extiende a lo largo de las siguientes e interesantes páginas (o al menos eso creemos nosotros). Tengan una agradable lectura.

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Autores: @EtimosDirectos (Shayma Filali, Israel Villalba y Peru Amorrortu). Título: La vida secreta de las palabras: Más de 2.000 etimologías para descubrir el origen y la evolución de nuestro idioma. Editorial: La Esfera de los Libros. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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