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Las cenizas de Leopoldo María Panero llegan a Astorga

Las cenizas de Leopoldo María Panero llegan a Astorga

Cajas con recuerdos, cientos de libros y manuscritos inéditos componen la herencia que dejó Leopoldo María Panero en el Hospital Rey Juan Carlos I de Las Palmas, donde falleció en 2014 y donde quedaron sus cenizas esperando que el juez autorizase el regreso a su Astorga (León) natal, que se producirá este mes.

Será el próximo 22 de agosto, cinco años y medio después de su fallecimiento de forma repentina una madrugada de marzo de 2014, cuando este autor, exponente de la poesía transgresora, regrese a su tierra de nacimiento para recibir sepultura en el mismo panteón familiar en el que descansan su padre, Leopoldo Panero, y su hermano menor, ‘Michi’ Panero.

En una entrevista con Efe, su prima, Charo Alonso Panero, ha descrito el «desagradable periplo judicial» que su familia ha pasado para poder recoger las cenizas de Leopoldo María Panero, que aguardaban en un depósito del hospital psiquiátrico que fue su casa durante sus últimos diecinueve años.

Leopoldo María Panero falleció de madrugada y fue el editor del poeta el que avisó a la familia tras recibir una llamada del centro hospitalario.

«No sé por qué no nos avisaron directamente a nosotros sabiendo que éramos su familia», ha lamentado, al tiempo que ha recordado que cuando llegaron al tanatorio encontraron «un ataúd en el que alguien, en secreto, había colocado una bandera republicana», y la urna con las cenizas.

Nadie preguntó a la familia si Leopoldo María quería ser incinerado y tampoco entregaron sus cenizas y enseres personales a sus primos porque el poeta nunca había especificado qué hacer con sus restos y sus bienes en caso de fallecer, ha asegurado Charo Alonso Panero.

«La asistente social del sanatorio nos dijo que teníamos que atestiguar que éramos familia y esperar a que el juez dictaminase quienes eran los herederos legales de Leopoldo María. Entiendo que esto se haga cuando hablamos de enseres, de la cuenta corriente del banco o de los derechos de su obra, pero no para recoger las cenizas; no entendíamos que tuviesen valor para quien no es familiar», ha cuestionado.

No fue hasta el año pasado cuando el juez nombró herederos legítimos a sus cuatro primos, entre los que se encuentra Charo Alonso Panero, que en el momento de conocer la decisión viajó a Las Palmas para recoger las pertenencias de su primo.

«Una enfermedad que sufrí hizo que se retrasase este proceso pero en abril de este año viajé al hospital para recoger las cenizas de mi primo y sus recuerdos. En el depósito del sanatorio encontré centenares de libros, reconocimientos y premios que recibió a lo largo de su vida, máquinas de escribir y documentos con textos inéditos», ha recordado.

La prima del poeta ha asegurado que estudiará y clasificará esos textos para después, si procede, editarlos en un libro, y que donará el legado de Leopoldo María Panero a la Asociación de Amigos Casa Panero de Astorga, que se convertirá en museo el año que viene.

Charo Alonso Panero asegura estar «muy feliz y satisfecha» de poder dar sepultura a su primo en una ceremonia que se celebrará el 22 de agosto a las 12:00 horas en la iglesia de Santa Marta de Astorga.

Tras el funeral, a las 20:30 horas, se celebrará en la Casa Panero de Astorga un acto de homenaje al poeta en el que participarán varios escritores y músicos además de familiares y vecinos de la localidad.

La intención es permitir que el escritor «descanse por fin en paz junto a su familia» al tiempo que se recuerda la vida y obra de una persona que «vivió para escribir, con la poesía como única vía de escape» y que tuvo que aguantar calificativos despectivos como «poeta maldito» y «loco» de un país que «lamentablemente no considera importante la cultura».

«Mi primo no estaba loco, estaba enfermo, que es diferente. Desarrolló una esquizofrenia tras su paso por la cárcel, una enfermedad que siempre fue mal llevada y ahí estuvo el error. Leopoldo María era una persona terriblemente inteligente y fue él mismo quien quiso controlar su enfermedad, sabía que era mejor vivir atendido y cuidado», ha afirmado.

Leopoldo María Panero «tiene poemas muy duros», pero «porque los escribía a través de sus pensamientos y de la vida tan terrible que podía tener en ese sanatorio», ha agregado su prima.

Aún así, el poeta siempre trató de vivir de la forma más agradable posible. «Era muy positivo y sencillo. Era un genio. Y lo que es más importante, a su manera, era feliz».

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