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¡Los dioses vencerán!

Hay quienes han definido este libro como “un libro de viajes absorbente”, pero no es un libro de viajes, no es un libro donde se narren las peripecias de unos viajeros y se describan los paisajes de un viaje, los centros de interés y las costumbres de las zonas visitadas. Éste es el libro sobre la resiliencia por la propia supervivencia, la de varios escaladores pertenecientes a una expedición alemana financiada por los nazis que, a finales de agosto de 1939, se ven atrapados por el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Su ascensión al Nanga Parbat (8125 m) se vio empañada en el regreso a sus países; en Karachi (Pakistán), mientras esperaban el barco, son recluidos por los ingleses en un campo de concentración, del que escapan el propio Heinrich Harrer y un italiano llamado Marchese, pero su fuga solamente dura treinta y ocho días.

No será hasta el 29 de abril de 1944, es decir, cinco años después de la primera fuga, cuando realmente escapen del campo de concentración y emprendan la historia de vida que se narra en el libro. Sobre los cinco años recluidos no hay mención alguna en el libro.

Hay una mención a que en la aldea de Nelang se encuentra a cuatro camaradas del campo de concentración. Sattler se entregó, el berlinés Kopp se unió a nuestro autor junto a Aufschnaiter, pero vagamente describe este encuentro.

"El Tíbet fue parte de sus vidas durante trece años, y esto los llevó a forjar unos lazos de amistad que son mayores que los familiares. Porque la familia se te impone, pero la amistad no"

Su entrenamiento para escalar montañas les salvó la vida y les sirvió para escapar de la reclusión. Las miles de horas de entrenamientos acumulados les dieron el pundonor para no rendirse y seguir avanzando en su huida. La impotencia, el hambre, el frío, el sueño, el caminar hasta la extenuación, la fortuna o la mala suerte de estar en el sitio equivocado en el momento más inoportuno forman parte de esta historia de vida, que el joven Harrer supo plasmar en forma de libro, tomando como referencia el diario de su huida.

Una vez llegaron al Tíbet, descubrieron la hospitalidad que viene acompañada por una sonrisa. Dice: “Los tibetanos son agradecidos cuando encuentran una ocasión para reír”. Quizá en este libro se narre el primer viaje de lo que hoy se conoce como slow travel o viaje lento, donde el concepto de lo sostenible cobra un valor esencial en la relación con el espacio y las personas que lo habitan. El Tíbet fue parte de sus vidas durante trece años, y esto los llevó a forjar unos lazos de amistad que son mayores que los familiares. Porque la familia se te impone, pero la amistad no.

"En octubre de 1950 el Ejército Popular de Liberación de China capturó la Región de Chamdo y se la anexó, acabando de facto con la independencia tibetana"

Heinrich Harrer pronto descubrió que lo único que realmente importaba para él era medir sus fuerzas con la montaña, que es el principal acicate para muchos alpinistas y escaladores. La montaña es su vida y ahí es donde se sienten libres y en plenitud de vida; paralelamente, cuando describe a los tibetanos, nos descubre una forma de afrontar la vida de la que en estos tiempos convulsos de confrontación diaria podríamos aprender. De vez en cuando el Gobierno prohíbe alguna de esas canciones, pero son lo bastante listos como para no castigar a nadie por ello.

En octubre de 1950 el Ejército Popular de Liberación de China capturó la Región de Chamdo y se la anexó, acabando de facto con la independencia tibetana. Los khampas, como el clan Pandatsang, habían encabezado rebeliones para conseguir la autonomía de Lhasa, por lo que los comunistas chinos los consideraban potenciales aliados revolucionarios y no opusieron resistencia a la invasión china.

"China es una dictadura y trata a sus habitantes como lacayos, que deben obedecer y callar, bajar la cabeza y no levantar la voz, reprimiendo sus sentimientos a costa de sus libertades personales"

Lo que vino luego fue una claudicación obligada del pueblo tibetano ante la tremenda potencia, la China roja, que llama el autor, tras una masacre constante del pueblo tibetano, con una violación a su cultura, sus monumentos, sus tierras; sin respetar absolutamente nada de los convenios firmados y tratando al Tíbet (1,228 millones de km²) como una región más de los 9.596.960 de kilómetros cuadrados de su superficie.

China es una dictadura y trata a sus habitantes como lacayos, que deben obedecer y callar, bajar la cabeza y no levantar la voz, reprimiendo sus sentimientos a costa de sus libertades personales. A costa de dejar de ser uno mismo y autocensurarse. A costa de sus propias vidas.

Los tibetanos nunca vencerán a los chinos, si acaso lo harán sus dioses.

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Autor: Heinrich Harrer. Título: Siete años en el Tíbet. Traducción: Isabel Hernández. Editorial: Libros del Asteroide. Venta: Todos tus libros.

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