Aún me estoy preguntando, y lamentando, cómo es posible que no conociera hasta ahora a esta actriz, escritora y portento de periodista. Su nombre real es Carmen Eva Nelken (1898-1966), pero en la prensa utilizaba el sinónimo Magda Donato, para diferenciarse de su hermana mayor, Margarita Nelken, relevante diputada socialista durante la República y también escritora.
No fue Magda Donato la única periodista española de su época que recurrió a ese género, consistente en infiltrarse en determinados ambientes y hacerse pasar por uno más entre sus personajes. En 1932, Carles Sentís escribía el estremecedor y actual relato sobre la emigración titulado Murcia exportadora de hombres: 28 horas en el transmiseriano. Y en 1934, Josefina Carabias publicaba su célebre reportaje “Ocho días de camarera en un hotel de Madrid”.
Carmen Eva Nelken no fue la única, pero sí la que nos ha dejado más muestras de reportajes inmersivos, “reportajes vividos”, como ella los denominaba con gran acierto. Lo explica a propósito del primero de estos textos, publicado en 1932, Un mes entre las locas: La vida en un manicomio de mujeres. “La idea de hacer reportajes fingiéndome loca para estar con más libertad entre ellas —o para que ellas lo estuvieran conmigo, mejor dicho— nació… como nacen esas cosas: pensando, buscando temas y procedimientos que rompan el ritmo de lo normal, de lo diario. Por el afán de hacer algo más personal, más distinto de lo de casi siempre… Me encanta esto de vivir el reportaje, de buscar la verdad por el camino de la simulación”.
Para este reportaje, la periodista española parece haberse inspirado en el clásico de Nellie Bly Diez días en un manicomio, publicado en 1887 en el New York World de Pulitzer. La pionera del periodismo encubierto se hizo pasar por loca y engañó a la policía y a los médicos hasta que consiguió que la internaran en la temible Blackwell’s Island de Nueva York (hoy llamada Isla Roosevelt), un manicomio en el que se hacinaban en condiciones infrahumanas 1.600 mujeres dadas por dementes.
En la que es seguro que se inspiró es en Cora Laparcerie, contemporánea suya y también actriz y escritora, como ella. “Ha sido cochero cuando hubo en París el fracasado intento de adaptar a las mujeres a este oficio —escribió—. Fue también corista de ópera; y ejerció así multitud de oficios, cada uno durante breves días; de esta manera sus artículos tienen el doble interés de ser exactos y de haber sido vividos”.
Con referencias como las mencionadas, Donato intentaba que su trabajo contribuyera a modernizar la profesión en España, aprovechando los nuevos aires que traía la República. Quería huir a toda costa de “esos reportajes exprés (unas visitas, unas fotos, una conversación, unas notas), que, por superficiales, y, por lo tanto, falsos, debían ser desterrados del periodismo, cuando se trata de temas de alguna profundidad y trascendencia”.
En sus textos, repletos de diálogos, deja hablar a los protagonistas y aplica técnicas propias del teatro, que tan bien conocía. “En el arte dramático —explica—, es quizá más raro encontrar al actor que sepa “escuchar” que al que sepa “decir” (…). Y no es mucho más útil saber expresar pasiones propias que saber manifestar interés por las pasiones de los demás. En la vida real ocurre lo mismo”.
Magda Donato comparte su entusiasmo con las reformas sociales —para las mujeres, para los más desfavorecidos— que se esperan con la llegada de la República, lo que no le impide ser crítica con el Gobierno. Así, concluye el reportaje La vida en la cárcel de mujeres con una carta al ministro de Justicia, reclamando que solucione la lentitud del sistema judicial, que mantenía a los reos durante largos periodos en reclusión preventiva, a la espera de un juicio que determinara su inocencia o su culpabilidad. “¡Justicia rápida, señor ministro de Justicia de la República Española! ¡Porque la justicia que no es rápida no puede ser justa!”.
En uno de sus textos explica con claridad cómo entendía ella la profesión. “El verdadero periodismo, el periodismo verdaderamente periodístico, es el de la información (…). Pero el periodismo práctico debe tener algo más que la parte pintoresca: su deber es hacer mucho bien, destruir lo que está mal y ayudar a la edificación de lo que pudiera estar bien (…). Sólo las mujeres tienen bastante corazón para poner en el periodismo la dosis de humanitarismo desinteresado del cual es susceptible”.
Preocupación social y feminismo son dos de las características del trabajo de Magda Donato. Según cuenta la profesora de la Universidad de Bérgamo Margherita Bernard en la exhaustiva y excelente introducción del libro, Magda Donato consideraba que las mujeres están más capacitadas que los hombres para el periodismo. Según ella, “la sensibilidad y la capacidad de comprensión son cualidades que las mujeres poseen en mayor medida con respecto a los varones”.
La serie de “reportajes vividos” fue publicada entre 1932 y 1936 en el diario Ahora. Se trataba de largos seriales, que se ofrecían por entregas. Fue seguida con pasión por miles de lectores y se convirtió en toda una celebridad, por lo que tenía que perfeccionar cada vez más sus camuflajes para evitar ser reconocida. También recibió críticas. No fueron pocos los que la acusaron de inventar sus reportajes, lo que provocó la reacción indignada de la periodista, que llegó a publicar una nota en su periódico ofreciendo 5.000 pesetas —una cantidad importante entonces— a quien encontrara una falsedad en sus textos.
Además de los mencionados de enferma mental en un manicomio y presa en la cárcel de mujeres, entre los muchos personajes que encarnó para vivir sus reportajes se encuentran una actriz que se incorpora en un pueblo perdido de Zamora a la gira de una compañía de cómicos de la legua, el de la ayudante de un quiromante de influencia india o el de una auxiliar en una clínica de mujeres donde acudían las embarazadas a dar a luz en secreto y, con mucha frecuencia, a dejar a sus niños recién nacidos en la inclusa.
Uno de los más sorprendentes descubrimientos es el de cómo son los clientes de una clínica de cirugía estética. Esta cirugía había avanzado de forma notable tras las muchas mutilaciones y deformaciones que ocasionó la Primera Guerra Mundial. Visto hoy, parece increíble, pero en los años 30 en España era la última moda de quien se lo podía permitir. Magda Donato se hizo pasar por ayudante de cirujano. El título lo dice todo: “Ya no hay mujeres feas: La cirugía estética”. La periodista relata cómo acudían mujeres pidiendo parecerse a Marlene Dietrich, vedettes que buscaban desesperadamente que las rejuvenecieran para no perder su trabajo, o un misterioso sacerdote de provincias que buscaba reducir el desproporcionado tamaño de su nariz.
El paro era uno de los grandes dramas de la época, y así queda reflejado en muchos de sus reportajes. Por ejemplo cuando se hace pasar por una joven que busca trabajo y siempre le reclaman “buena presencia” para empleos como “tanguista”, vendedora puerta a puerta y otros que a menudo rozaban con la más descarada inmoralidad. También eran mayoritariamente parados los que aparecen en sus reportajes en el albergue de mendigas o en las interminables “colas de los hambrientos”. La República se encontraba desbordada, tras haber asumido de repente funciones que antes ejercían órdenes religiosas.
El 19 de julio de 1936, Magda Donato publicó su reportaje “Cómo se vive en el Puente de Vallecas”. Contaba su experiencia con las instructoras de sanidad, haciéndose pasar por una de ellas, en sus visitas a hogares humildes. Iba a ser la primera entrega de una serie sobre el emblemático barrio madrileño, que quedó abruptamente interrumpida. La guerra trajo consigo otras urgencias y le encargaron que escribiera sobre la contienda. En 1939, junto con su marido, el escritor e ilustrador Salvador Bartolozzi, partió al exilio, primero a Francia y luego a México, donde continuaría con éxito su carrera como actriz de cine y teatro, dramaturga y escritora.
Carmen Eva Nelken, o mejor Magda Donato, dejó muchas enseñanzas útiles para los periodistas de hoy en día. Ella misma las resumió utilizando el viejo aforismo: “Vivir para ver, tomándolo en otro sentido, es a veces un obligado lema periodístico”.



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