Según la RAE, malinchismo:
De Malinche, esclava mexica que desempeñó un papel importante en la conquista española de México como intérprete, consejera y amante de Hernán Cortés, e -ismo.
- m. Am. Actitud de quien muestra apego a lo extranjero con menosprecio de lo propio.
La primera vez que oí el término, de boca del profesor Adolfo Luis González Rodríguez, de Historia de América de la Universidad de Sevilla, ya me vino subvertido: libraba don Adolfo su particular batalla contra la leyenda negra y nos animaba a bucear en el Archivo de Indias o en la Real Chancillería de Granada para que pudiéramos comprobar de fuentes directas la diferencia entre el malinchismo, mestizaje de raíz desde la élite —así lo definió— y la impermeabilidad anglosajona, cuya principal consecuencia es la práctica desaparición de los indígenas americanos al norte del Río Bravo; en la segunda, escuché al gran Armando Manzanero decir que malinchismo es amor, ni más ni menos; a la tercera, tras ver lo de Malinche en el IFEMA, acudí al DLE, que fija la definición ut supra, que no limpia y oscurece. Merece la entrada otra acepción y hemos encontrado el formulario de entrada.
Hay que ser muy audaz para jugarse los cuartos en España produciendo un musical con guion original, trabajarlo durante doce años, contar con los mejores en el proceso creativo, y sacar adelante más de setecientas sesiones con un aforo de 1066 butacas. En España. Para cualquiera que se dedique, o pretenda, a las llamadas industrias culturales, este evento, sólo por su volumen, es una referencia obligada. Luego está el tema. Para un musical hubiera sido más fácil cualquier otra cosa con la profundidad de una lata de anchoas, pero Nacho Cano, según anuncia la publicidad del evento, “narra uno de los hechos históricos más significativos para conocer nuestro pasado, entender nuestro presente y enriquecer nuestro futuro: el nacimiento del mestizaje”. Toda industria cultural que se precie debe ser consciente de ser —en el más estricto sentido marxista— superestructura social, Überbau. Hollywood lo entendió a la perfección y en el tema que nos ocupa creó el western, y en todos los demás una narrativa consistente al servicio de lo que ellos llaman América, consiguiendo que cuando uno pisa por primera vez Nueva York, tenga la maldita sensación de haber crecido en sus calles.
La temeridad de Cano es encarnar libremente y a contracorriente la industria que sueña. La narrativa que propone bien podría empezar en el codicilo del testamento de Isabel I de Castilla, que reza: “A demás suplico al rey mi señor […], y encargo y mando a la princesa, mi hija, y al príncipe […] que así lo hagan y cumplan, y que esto sea su principal fin y en ello ponga mucha diligencia, y que no consientan ni den lugar a que los indios, vecinos y moradores de las Indias y Tierra Firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas ni bienes, antes al contrario que sean bien y justamente tratados, y si han recibido algún agravio que lo remedien y provean para que no se sobrepase en cosa alguna lo que en las cartas apostólicas de dicha concesión se mandaba y establecía”, donde claramente reconoce a los indios como semejantes, como humanos. Piensen que en los pueblos primitivos la palabra “hombre” se utiliza para definir exclusivamente a los miembros del propio pueblo. No reconocer como hombres a los que no son del propio grupo es una ventaja para poder matar, esclavizar e incluso devorar a los extranjeros, los extraños, los que están fuera. Sólo son hombres los que pertenecen al grupo y sólo los hombres pueden ser libres. Al universalizar el concepto de humanidad, España —lean a los dominicos españoles Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria, verdaderos precursores del derecho internacional— se desvincula del concepto de banda, de horda, de tribu. Dando carta de naturaleza como sujetos de derecho a los indios —que tienen alma—, se inicia un proceso que no es ni conquista ni colonización, es un descubrimiento en ambos sentidos, la creación del Nuevo Mundo.
Meterse en semejante jardín le ha llevado a envolver el musical en un documental —magníficamente editado por Javi Frutos— en el que profundiza y asienta sus tesis, que van a directamente a la línea de flotación del discurso establecido. Me da que toda la movida que le han montado es más por la Católica que por la Ayuso. Desde luego hay que tener un par para montar esto en España, y para llevárselo a México media docena.


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