Ayer, 3 de septiembre de 2025, se presentó en la 82ª edición de la Mostra de Cine de Venecia la película Aún es de noche en Caracas (It Would Be Night in Caracas), una potente adaptación cinematográfica de la novela La hija de la española, escrita por la autora venezolana Karina Sainz Borgo. El film, dirigido por el consolidado dúo creativo formado por Mariana Rondón y Marité Ugás, tuvo su estreno dentro de la sección Venecia Spotlight, dedicada a obras contemporáneas con una mirada audaz y comprometida.
La novela original, publicada en 2019, fue un fenómeno editorial internacional. Se presentó como una de las grandes sorpresas en la Feria del Libro de Fráncfort, donde generó un gran interés entre editores de todo el mundo y fue vendida a más de 22 países. Traducida a más de 20 idiomas, fue considerada una de las 100 mejores novelas del año por Time Magazine, destacándose por su estilo lírico y feroz, que narra desde la primera persona la experiencia de una mujer venezolana enfrentada al colapso de su país.
La adaptación cinematográfica traslada esta historia al lenguaje visual con una mirada cruda y sensible. Ambientada en Caracas durante las protestas y la represión de 2017, Aún es de noche en Caracas sigue a Adelaida Falcón, interpretada por Natalia Reyes, una maestra de 38 años que, tras la muerte de su madre, encuentra su apartamento invadido. Forzada a ocultarse en la vivienda vecina, inicia un descenso físico y psicológico en el que adopta una nueva identidad: “la hija de la española”, como forma de supervivencia en un entorno hostil y colapsado. El largometraje fue rodado en Ciudad de México, con un equipo técnico de excelencia y un reparto mayoritariamente venezolano. La película integra material de archivo real con escenas de ficción, recreando una Caracas oscura y opresiva que actúa como un personaje más dentro del relato. El trabajo de Juan Pablo Ramírez en la fotografía, Soledad Salfate en el montaje y Camilo Froideval en la música, contribuyen a construir una atmósfera de alta tensión emocional. Con un enfoque que mezcla el thriller político, el drama íntimo y la reflexión existencial, Aún es de noche en Caracas no solo es una denuncia, sino también un retrato profundo del desarraigo, la pérdida de identidad y la resistencia frente al olvido. Su estreno en Venecia marca un hito en la carrera de sus directoras y confirma la vigencia internacional del cine latinoamericano como vehículo de memoria y arte comprometido.
Con la resaca del éxito aún a cuestas, hablamos con las directoras de Aún es de noche en Caracas, en una entrevista para Zenda.
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—¿Qué fue lo más difícil de adaptar de la novela al cine?
—Lo más complejo fue trasladar una voz literaria profundamente íntima y fragmentada a un lenguaje visual que pudiera conservar su fuerza emocional. La novela de Karina Sainz Borgo está impregnada de dolor contenido, de pensamientos internos que no siempre se expresan con acciones. Encontrar una estructura narrativa que respetara esa intensidad sin traicionar el espíritu del texto fue un verdadero desafío.
—¿Por qué decidieron contar esta historia ahora?
—Porque sigue siendo de noche en Caracas. Esta historia no es solo la de una mujer venezolana, sino la de millones de personas en América Latina que viven entre el colapso, la resistencia y la esperanza. Sentimos que había urgencia, que el mundo necesitaba mirar más allá de los titulares y comprender el dolor humano detrás de cada migración, de cada desaparición, de cada exilio.
—¿Qué significa para ustedes el título Aún es de noche en Caracas?
—Es una frase que duele. Para nosotras, representa esa oscuridad persistente, esa noche simbólica que cubre no solo a Caracas, sino a muchas otras ciudades donde la violencia y el miedo se han vuelto cotidianos. El “aún” implica una espera, una esperanza que resiste. Es una declaración política y emocional al mismo tiempo.
—¿Cómo trabajaron con Natalia Reyes la construcción de Adelaida, la protagonista?
—Desde el primer encuentro, Natalia comprendió que Adelaida era más que una víctima; es una mujer que sobrevive con uñas y dientes, que construye su identidad a través de la pérdida. Trabajamos mucho desde el cuerpo, desde la contención. Ensayamos silencios, gestos mínimos, miradas. Natalia aportó una sensibilidad brutal, una entrega física y emocional que fue clave para construir ese personaje roto pero ferozmente vivo.
—¿De qué manera Caracas se convierte en un personaje dentro de la película?
—Caracas está siempre presente, incluso cuando no se muestra directamente. La ciudad respira en los sonidos, en los cortes de luz, en los grafitis, en las sirenas, en los recuerdos. Usamos imágenes de archivo y testimonios reales porque queríamos que la ciudad hablara, que contara su historia. Caracas es una presencia que vigila, que acecha, que arropa y también que expulsa.
—¿Cómo manejaron la tensión entre arte y política en este relato?
—No creemos en separar ambas cosas. Toda historia íntima es política. La forma en que una mujer entierra a su madre, se oculta, roba una identidad; todo eso habla del sistema que la rodea. Nuestra tarea no es hacer panfletos, sino crear imágenes que generen preguntas. El arte nos permite abordar lo político desde lo humano, sin eslóganes, pero con profunda carga crítica.
—¿Qué reflexión buscan generar sobre la identidad y el desarraigo?
—Queremos que el espectador sienta lo que implica dejar de ser uno mismo para poder sobrevivir. El desarraigo no es solo geográfico, es emocional, cultural, incluso físico. Adelaida pierde su casa, su nombre, su lugar en el mundo. Pero en esa pérdida también se transforma. Nos interesa esa ambigüedad: la identidad como algo fluido, cambiante, resistente.
—¿Cómo se complementan sus trabajos creativos?
—Nos conocemos profundamente. Trabajamos como una sola voz dividida en dos cuerpos. Mariana dirige más desde lo visual, lo plástico; Marité desde lo narrativo, lo emocional. Nos confrontamos, nos desafiamos, y eso enriquece el proceso. Somos espejo y contrapunto. Este film no podría existir sin ese diálogo constante.
—¿Qué esperan que descubra el público europeo más allá de la Venezuela retratada?
—Queremos que vean que esta no es una historia local. Es la historia de cualquier persona que ha sido desplazada, que ha perdido todo y ha tenido que reinventarse. Esperamos que encuentren en Adelaida no solo una venezolana, sino una figura universal de la resistencia humana.
—¿Qué representa para ustedes estrenar en Venecia en este momento de sus carreras?
—Es una mezcla de honor y responsabilidad. Venecia nos permite amplificar una voz que nace en el Sur pero que tiene eco global. Presentar esta película aquí, ahora, es también una forma de decir que el cine latinoamericano tiene mucho que contar, y que lo hace con rigor, con belleza y con verdad.




Leí, “La hija de la española”, la verdad esperaba encontrarme con una gran novela dado toda la publicidad que le han dado, pero me tope con un folletín político. Se ha hablado tanto de este libro que pensaba que era una gran obra, como “El ángel azul”, de Heinrich Mann. No la leí completa, fui mirando algunas páginas, y con eso quede tan desilusionado que pensé que leerla no valía la pena. Es un libro que ha llegado en el “momento adecuado”, un producto de marketing y oportunismo.
Usted dice que la leyó y después aclara que no la leyó completa, es decir realizó una lectura parcial o incompleta y no le gustó lo poco o mucho que leyó. Tengo en mi lista de próximas lecturas ese libro exitoso sobre la desgracia contemporánea de Venezuela, y la suya es la primera opinión negativa que leo del libro, porque todo lo que hasta hoy siempre leí alabanzas y su autora, la escritora Karina Sainz Borgo, tiene ganada fama de talentosa, brillante, igual que las cineastas que adaptaron su libro al cine tan exitosamente. Les deseo a las tres, y a los protagonistas de la película, el mayor éxito del mundo. Leeré el libro y veré la película, más aún porque algunas amigas mías me comentaron que el libro “La hija de la española”, sobre Venezuela, toca algunos temas que toca mi novela “Suicidio Bananero”, sobre Costromo, y quizás vieron semejanzas porque los dos son países hispanoamericanos en graves crisis políticas.