No sabemos cuánto más podrá durar el sainete que comenzó el expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador allá por 2019, cuando tuvo la puntada de exigir a España que pidiera perdón a los mexicanos, concretamente a los así llamados “pueblos originarios”, por unos hechos ocurridos hace poco más de quinientos años, en una época en la que todavía el territorio hoy conocido como México no se llamaba así, y en la que tuvo lugar una violenta lucha de poder, intriga, política y conquista que concluyó con la anexión de unos territorios que durante tres siglos se conocieron como la Nueva España. Desde el momento en que don Andrés envió una carta al rey español Felipe VI, con copia al entonces papa Francisco, pidiéndole que se hiciera un relato de agravios y se pidiera perdón a los descendientes de aquellos que vivían entonces por las violaciones a lo que ahora se conoce como derechos humanos, las relaciones diplomáticas entre los actuales dos países se “enfriaron” y dieron lugar a un montón de literatura en forma de opiniones, desacuerdos, posturas históricas enfrentadas y un blablablá tan ruidoso como absurdo. Porque vamos a ver, ¿qué sentido tenía dicha exigencia, si los pueblos de México y España vivían tranquilamente unas relaciones fraguadas a lo largo del tiempo por vínculos tan fuertes como la lengua y los genes, sin que hiciera falta el recordatorio puntual de un capítulo que forma parte de la Historia mundial que se estudia en todas las escuelas secundarias mexicanas y en el que se puede profundizar hasta la saciedad en las universidades o mediante la pura curiosidad gracias a una ingente bibliografía de toda clase y para todos los gustos, pues ya se sabe que en materia histórica, como en prácticamente todo saber, no existe una verdad absoluta? ¿Quería don Andrés correr una cortina de humo tratando de esconder su impotencia para dar solución a la miseria de los descendientes de los así llamados “pueblos originarios”, a quienes no fue capaz de conseguirles una vida pacífica y un estado de bienestar? ¿Qué derechos humanos invocaba, cuando poblaciones enteras de mexicanos eran durante su mandato y siguen siendo hoy sometidas por un segundo Estado, un Estado paralelo, un narco Estado, a una violencia extrema que gobierna sus vidas sin permitirles ser realmente libres? ¿Era realmente necesario joder unas relaciones diplomáticas que se traducen de forma recíproca en múltiples formas de actividad social, cultural, económica, política y educativa que resultan o pueden resultar de provecho para todos? Yo creo que no, y ese perdón exigido era intrascendente para los mexicanos de hoy, quienes lo que necesitan con total urgencia es una vida pacífica y tranquila que les permita disfrutar de sus derechos humanos, los cuales llevan años seriamente amenazados por el crimen organizado, que está escribiendo a sangre y fuego, con una crueldad extrema, la historia mexicana actual sin que nadie les exija que pidan perdón por las atrocidades que cometen, pues su impunidad ha sido notoria. Menos mal que ese insensato frío diplomático se va poco a poco aminorando y las relaciones entre ambos países se calientan un poquito, como hemos podido ver tras la inauguración de la magnífica exposición que acogen varios recintos culturales madrileños, titulada “El arte de las mujeres indígenas mexicanas”, que ha permitido un cruce de declaraciones de buena voluntad entre los Gobiernos de España y México, tratando de enterrar una discusión que comenzó en el despacho y la cabeza de un mandatario necio que se las daba de superman, porque entre los pueblos español y mexicano del presente otros eran y son los aires que se respiraban y se respiran. En todo caso, y como mexicano que soy, la cuestión me ha dejado tocado, debo confesarlo, y he estado reflexionando tan a fondo que hurgando en mi pasado genealógico he tratado de esclarecer si alguno de mis antepasados fue un cabrón conquistador o un conquistado, para saber si estoy en el lado de los ofendidos o en el de los ofensores, y sinceramente a la única conclusión que puedo llegar por el momento es que, a la vez, debo pedir perdón y agradecer a quienes contribuyeron con su sangre, sus vidas y esfuerzos, penurias, sufrimientos, tribulaciones e incertidumbres, violencias, renuncias y arrojo, a traerme hasta aquí. Nada de lo que es, de lo que soy hoy, sería posible sin todo ello.
El pasado 23 de octubre, cuando presentaba una de esas locas campañas suyas para regalar miles de libros (concretamente 2,5 millones de ejemplares de 25 títulos elegidos por su él y su camarilla), Paco Ignacio Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica, quiso explicar por qué no habían hecho una selección equilibrando un mismo número de autoras que de autores, y soltó de repente que “un poemario escrito por una mujer, horriblemente asqueroso de malo, por el hecho de ser escrito por una mujer, no merece que se lo mandemos a una sala comunitaria a mitad de Guanajuato. ¿Por qué hay que castigarlos con ese libro de poesía?”. Esta declaración, que estoy seguro Taibo II no quiso hacer de forma genérica refiriéndose a todas las mujeres escritoras, generó de inmediato un aluvión de críticas y hasta una manifestación exigiendo su renuncia, y al ritmo de “¡fuera Taibo!” y “¡somos las horribles!”, los manifestantes, en su mayoría mujeres, leyeron poemas y reflexiones que cuestionaron la estatura intelectual del autor de Pancho Villa: Una biografía narrativa, ponderando al tiempo la necesidad de renovar la dirección del FCE, en la cual el escritor lleva ya, la verdad sea dicha, muchos años sin que el panorama de la editorial del Estado mexicano se haya visto muy beneficiado. Las informaciones al respecto señalan que como parte de la protesta, las activistas exigieron a la entrada de las oficinas donde trabaja Taibo II que el funcionario se disculpe públicamente por sus dichos y añadieron más peticiones: que se transparente el criterio y el proceso de selección de la colección y se aclare el costo de impresión y distribución, tanto en el interior del país como en el extranjero, pues el director del FCE planea distribuir estos 25 títulos nada menos que en 14 países de América Latina, un extremo del que cabe preguntarse, dada la posible influencia ejercida por el personaje del que escribió su biografía, si Paco quiere darse ínfulas de Ché Guevara en esto de llevar la revolución a todo el continente, se entiende que en este caso la revolución lectora, algo que por desgracia aún no consigue ni en los pueblitos mexicanos. Por otra parte, ya entrados en faena, los y sobre todo las manifestantes le piden que transparente los informes anuales sobre las acciones en política pública impulsadas desde el FCE, donde se haya incluido “perspectiva de género” en apoyo a escritoras y lectoras, que se publique una colección de escritoras contemporáneas vivas, que sus funcionarios tomen cursos de sensibilización en torno al género, y que Taibo II sea destituido, fulminado, a la puta calle por machito, han dicho en declaraciones no oficiales y off the record, ya que durante el anuncio, esta vez de forma pública y abierta, la escritora Diana Luz Vázquez aseguró que el mitin poético era “la forma en la que compañeras poetas, escritoras, narradoras y activistas hacemos una condena pública al machismo y misoginia del director del FCE”, a quien tacharon de “personaje patético”, rechazando que sea un activista, sino más bien un “dinosaurio con micrófono” cuyas “palabras sobre los poemarios femeninos son la prueba irrefutable de que su criterio literario se reduce a la cobardía patriarcal que teme a las voces que no puede controlar”. Por su parte, Taibo II emitió un mensaje en redes sociales, donde aseguró que el FCE ha mantenido una actitud antimachista, y quiso dejar claro que en los siete años que lleva en el cargo, el FCE “ha tenido una posición de combatir, bajo todas las formas, la discriminación de lo femenino”, impulsado una presencia femenina amplia en la conducción de librerías y clubes de lectura en México, y poetas mujeres en su Colección de Poesía. “Si después de esto alguien no quiere entender”, cerró Taibo II su mensaje, “pues allá muy su gusto, es que trae boleto y trae lo mismo que hemos estado resistiendo durante estos siete años: una crítica irracional desproporcionada, absurda, muchas veces no basada en el análisis de lo que estamos haciendo en términos de distribución, circulación, producción y fomento a la lectura”. Ante lo ocurrido, la mismísima presidenta Claudia Sheinbaum tuvo que salir al paso descartando públicamente que se vayan a realizar cambios en la editorial parestatal y, yendo aún más lejos, le dio un espaldarazo al escritor destacando que Paco Ignacio Taibo II era “un gran compañero” y que su Gobierno iba a lanzar próximamente, FCE mediante, una colección especial de libros realizados por escritoras mexicanas y latinoamericanas. Es lo que hay.
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