Siempre me he confesado como un lector apasionado que disfruta con lo que lee. Este disfrute llega a un punto superior cuando la lectura que he escogido me sorprende y me conduce a través del libro a un deleite tal que no quiero que termine, pues me transporta a un mundo en el que me siento feliz, emocionado y sorprendido.
En su reciente novela, Un violín sonó en París, la autora sitúa la acción a través de un viaje que un grupo homogéneo de personas pertenecientes a las clases pudientes de la sociedad parisina deciden emprender para conocer parte de Europa a finales del siglo XIX. Este grupo está formado por un literato obsesivo del orden que se encarga de la organización, un arquitecto, un acaudalado empresario, una exitosa violinista, su representante y mecenas, una condesa rusa, una rica empresaria del mundo del teatro y su sobrino, además de un reconocido pintor impresionista. A estos, una vez iniciado el viaje, se les unen un par de hermanos que recorren Europa con el propósito de aliviar el duelo por la reciente muerte de su madre. Este variopinto grupo, al que en principio ha reunido su afán por conocer las principales ciudades de las reunificadas Italia y Alemania, además de querer conocer los restos del disuelto Sacro Imperio Romano Germánico, también desea experimentar el placer de la última moda entre las gentes acomodadas: viajar por placer y descubrir los detalles culturales, geográficos, gastronómicos y políticos de otros países, lugares y ciudades. Estos viajeros se ponen en manos de la recién creada agencia de viajes Thomas Cook para que se ocupe de facilitarles los billetes de barco y tren, además de las reservas de alojamiento y manutención.
A lo largo del recorrido, que efectúan a través de París, Lyon, Aix-les-Bains, Turín, Génova, Livorno, Pisa, Ravena, Bolonia, Verona, Innsbruck, Salzburgo, Linz, Viena, Praga, Núremberg, Heidelberg, Estrasburgo, Nancy y regreso a París, lo que empezó siendo un grupo homogéneo y con los mismos intereses se va convirtiendo, poco a poco, por mor de los roces que la continua convivencia genera, en personas conflictivas y resentidas que ven cómo se van alejando entre ellos. Los que en principio parecían unos turistas que viajaban solo por placer poco a poco revelan los auténticos motivos que los han impulsado a viajar, llegando a provocar disensiones y enfrentamientos entre ellos. Nada es lo que parece y las situaciones que van surgiendo dejan al descubierto la verdadera personalidad y los interesados motivos por los que viajan.
María Reig parece narrar un viaje al modo en que lo haría una guía de viajes. Sin embargo, el lector pronto descubre que las descripciones corresponden a un entretenido y profundo análisis psicológico del grupo, en el que el protagonismo recae en la gran riqueza de matices. Despacio, de manera sosegada y reflexiva, presenta la idiosincrasia de cada uno de ellos, que en algunos casos choca con la mentalidad de la época.
La autora introduce un elemento que termina siendo uno de los hilos conductores del viaje y de la vida de los turistas. Resulta que el diario de mayor tirada de París decide hacerse eco, a través de un reportero anónimo, de lo que ocurre en el viaje publicando semanalmente una columna con todos los cotilleos y secretos que se desatan entre los protagonistas, artículo que, cuando los viajeros lo descubren, provocará graves disgustos: su viaje era de carácter privado y no desean que sus secretos sean mostrados en el escaparate público que proporciona un periódico con una tirada de dos millones de ejemplares.
Para mí, el libro termina siendo una novela realista que presenta de manera exhaustiva la sociedad de finales del siglo XIX y cómo encajan los prejuicios y convenciones sociales dentro de la convivencia de un grupo que superficialmente parecía homogéneo, pero que la realidad de la convivencia termina revelando como profundamente heterogéneo.
La autora es rigurosa en la descripción de los detalles y la historia de los lugares por donde pasan los viajeros, recreando con precisión los escenarios y cómo eran los viajes en los inicios del turismo de élite.
De manera acertada, Reig incluye al inicio de cada capítulo “una pieza musical que lo acompaña, lo completa y lo introduce”, formando un acertado programa de música de fondo que puede servir como banda sonora del libro.
Aunque el protagonismo es coral entre los viajeros, despunta la consagrada violinista Clara Balaguer, a quien la autora describe como una mujer atormentada por sus complejos y las manipulaciones y manejos de su mecenas y representante. A mi entender, es soberbio cómo María Reig dibuja su personalidad, haciéndola destacar del resto de personajes. Son protagonistas con una personalidad muy bien definida, lo que hace que el libro sea entretenido, sorprendente e invite a su lectura. El lector se encuentra ante una historia narrada de manera sobresaliente, que me ha hecho sentir las emociones con las que inicio esta reseña. Reitero: libro muy recomendable que demuestra que María Reig ha dejado de ser una clara promesa para convertirse en una escritora con mucho futuro.
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Autor: María Reig. Título: Sonó un violín en París. Editorial: Espasa. Venta: Todostuslibros.
Gracias, amigo Ramón, tomo nota de la sugerencia. La verdad es que suelo huir de las lecturas que con tanto ahínco recomiendan las grandes editoriales, suelen ser francamente decepcionantes (al menos para mí), pero en este caso quizás haga una excepción… a pesar de que la editorial nos la ha empujado hasta la saciedad, en fin. Enhorabuena por el artículo!