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No conozco nada más

No conozco nada más

Que la soledad no es la ausencia de personas —o no solamente eso— ya lo sabíamos. Pero entonces ¿qué es? ¿Es acaso irse a vivir a una casa en medio del monte? No lo parece. Uno puede sentirse muy solo en plena ciudad. De hecho la soledad en esta novela se percibe ya entonces: en la vida anterior de la protagonista, en la urbe, rodeada de personas, sí, pero a menudo vacía. Cuando pierde su trabajo, a los 42, Mei se marcha a la masía en la que pasó su infancia, a escribir una novela. Allí no estará ni mucho menos sola. Pero sí se sentirá a menudo asediada, observada. Imposible estar sola. Solo lo estará cuando escriba su novela. Pero, entonces, ya no estará sola sino consigo misma. Imposible, de nuevo, estar sola, por lo tanto. Así pues, lo más parecido a una soledad irrumpirá, sobre todo, cuando esté en compañía de otros: de su pareja, de su casero, de su nuevo amigo Flavio. Y, especialmente, en la fiesta del pueblo que, si en otro tiempo representaba el momento de la exaltación del individuo y, por lo tanto, de la libertad y la ensoñación, ahora es todo lo contrario. “¡Que cada año las fiestas del pueblo nos hagan tener los pies en el suelo!”, dice Flavio.

"Es esta una de esas novelas en la que apetece permanecer dentro para no salir en mucho tiempo"

Carlota Gurt indaga en todo ello desplegando una intriga —hecha de múltiples sutiles intrigas— que mantiene en todo momento el interés. Es, además, la suya una prosa evocadora y de una fiereza expresiva tal que es, en realidad, lo que de feraz se pueda hallar en esta novela, en la que la naturaleza no es ni amiga ni enemiga: solamente es naturaleza, impasible, insondable y, en todo caso, fiel, al menos a sí misma. Los personajes, ricos, inquietantes, llenos de aristas y misterios siempre, de secretos y autoengaños, completan un universo del que resulta difícil salir cuando los compromisos cotidianos obligan a interrumpir la lectura. Es esta una de esas novelas en la que apetece permanecer dentro para no salir en mucho tiempo.

El empeño al principio estéril de Mei en escribir su novela me ha recordado a otros muchos escritores que han buscado en razones externas a ellos —el fracaso laboral, sentimental, familiar…— la motivación para hacerlo, sin llegar a encontrarla. Y también me ha recordado a otro escritor el momento en que finalmente encuentra el camino. Así, en las notas previas a una novela que no llegó a publicar José Saramago escribió: “Tal vez no consiga escribir esta novela. Tendría que poner excesivamente de mí para que fuera creíble. Hace quince años que buceo dentro de mí mismo. ¿Para qué seguir? Pregunta sin respuesta: Creo que no tengo otra salida sino seguir buceando dentro de mi mismo. No conozco nada más”. Sentir que uno no conoce nada más. Tal vez sea esta la más acabada descripción de lo que pueda ser la soledad.

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Autor: Carlota Gurt. Título: Sola. Editorial: Libros del Asteroide. Venta: Todostuslibros y Amazon.

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