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Paloma Palao, una voz poética contra la España «machificada»

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Paloma Palao, una voz poética contra la España «machificada»

La poeta española Paloma Palao vivió con vocación de cambio: estudió Derecho y quiso dedicarse a la Diplomacia en una época «machificada» por el régimen franquista, que le impidió el acceso. Sin embargo, volcó este fracaso en cientos de poemas que ahora recoge la editorial Torremozas en una antología.

Este sábado se cumplen 75 años de su nacimiento, el 24 de agosto de 1944 en Madrid; una vida que acabó trágicamente hace 33 años, en un accidente automovilístico en Ibiza. El legado de Palao son decenas de poemas alrededor de la infancia, el amor y la muerte, alabados en numerosas ocasiones por miembros de la RAE de la talla de Carmen Conde, Manuel Alvar o Clara Janés.

La antología de Palao que publica Torremozas, editorial especializada en literatura escrita por mujeres, recoge todos sus poemarios publicados, introducidos por el doctor en Filología Hispánica Jorge de Arco, a los que se suman un texto original de Carmen Conde sobre la poeta madrileña y unos apuntes personales de Juan Palao sobre su hermana.

La poeta, cuenta su hermano, decía de sí misma que «se presentó muy niña a la cátedra vacante del amor», y convirtió esta búsqueda en un tema recurrente a lo largo de su trayectoria literaria.

Empezó a escribir a los 14 años, pero sus primeros poemas no se publicaron hasta 1965, en la revista literaria «Poesía española». Estos textos primigenios están plagados de referencias a la casa y a la infancia, accesibles al lector gracias a los retratos y fotos del hogar que inician la antología, cedidos por Juan Palao.

Mediante la palabra, la poeta trata de recomponer sus primeros recuerdos: «Voy volviendo/ a la casa —lejana casa— que el miedo/ ha consumado y recorro/ espejos ya parados, relojes sin la prisa», escribió la autora en su poemario «El gato junto al agua», accésit del Premio Adonáis de Poesía 1970.

Para Carmen Conde, la voz poética de Palao era «exquisita, cual delicado vino antes de oscurecerse». Así lo atestigua el discurso, incluido al final de la antología, con el que presentó uno de sus poemarios póstumos.

«Paloma escribió poesía porque para ella, vida y poesía eran la misma cosa», explica su hermano. Su interés humanista le llevó a estudiar Derecho en la actual Universidad Complutense, y tras su graduación quiso acceder a la carrera diplomática, probablemente animada por la buena experiencia de su padre como alto comisario de España en Marruecos durante la República.

Sin embargo, el servicio diplomático español se había «convertido en un pequeño grupo de altivos funcionarios emparentados frecuentemente» entre sí, según explica Palao, quien también asegura en el anexo que «Franco había ‘machificado’ tanto el servicio exterior que había prohibido su acceso a las mujeres», a excepción de una diplomática y debido a una «intensa presión mediática».

Cuenta Palao que su hermana aprobó la licenciatura en Altos Estudios Internacionales y, después de eso, las oposiciones a Diplomática, pero que no solo no le dieron plaza, sino que además le convencieron de que «nunca le darían plaza en el Servicio Exterior».

«Paloma rezó, sufrió, trabajó y esperó sin esperanza. Todo está en sus libros», asegura su hermano. En obras como «Resurrección de la memoria» (1978), finalista del premio Boscán en 1977, «Hortus conclusus» (1986) o «Música y nieve», además de otros títulos póstumos que ahora se recogen en una única obra.

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