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Philo Vance en ‘Casablanca’

Philo Vance en ‘Casablanca’

La sexta aventura de Philo Vance, El caso del asesinato del criadero de perros [The Kennel Murder Case] (1933) se ha publicado hasta ahora en España con otro título: Matando en la sombra. Lo toma prestado del que los distribuidores españoles pusieron a la última película en la que William Powell dio vida al pedante detective neoyorquino, estrenada en Estados Unidos en 1933 con el mismo título que le puso S. S. Van Dine a su novela. La dirigió el húngaro Michael Curtiz para la Warner Bros. Tres años antes de filmar La carga de la Brigada Ligera, y cuando todavía no sabía que casi una década más tarde, en 1942, iba a rodar todo un clásico, Casablanca, la historia de amor entre el americano Rick Blaine, propietario del Rick’s Cafe, y la atractiva Ilsa Lund, ambientada en un Marruecos sometido a los nazis. De ese romance imposible siempre nos quedará París y una canción, El tiempo pasará.

Los españoles tuvieron que esperar a 1946 para poder escucharla cantada al piano por el actor Arthur Dooley Wilson, que en la película se llamaba Sam y obedecía a una orden de Rick. Al parecer, no se pronunció nunca, pese a que todo el mundo dice haberla oído: «Play it again, Sam», «Tócala otra vez, Sam».

"Si en anteriores novelas de la serie, Philo Vance hace alarde de sus conocimientos sobre ajedrez, momias o pintura, en esta ocasión apabulla su erudición sobre cerámica china y cría de perros"

Lo que Franco sí permitió a sus súbditos en 1942 fue leer la novela Matando en la sombra que, con traducción de A. Nadal, publicó la editorial Molino en la colección amarilla de su popular «Biblioteca Oro», a tres pesetas el ejemplar y con cubierta e ilustraciones interiores de Joan Pau Bocquet inspiradas en el filme de Curtiz. Se reconoce perfectamente a William Powell, Robert McWade, Eugene Pallette, y aunque menos, porque casi no sale, a Mary Astor, la chica de la película, famosa por  interpretar en 1941 el papel de Brigid O’Shaughnessy en El halcón maltés de John Huston.

Como solía ser habitual, la edición prescindía de los planos y gráficos del original norteamericano. Lo mismo ocurría en el tomo I de las Novelas escogidas de S. S. Van Dine, editado en 1958 por Aguilar con la misma traducción de A. Nadal en su colección «El Lince Astuto».

Si en anteriores novelas de la serie, Philo Vance hace alarde de sus conocimientos sobre ajedrez, momias o pintura, en esta ocasión apabulla su erudición sobre cerámica china y cría de perros, hasta el punto de que el lector se entera de que no solo es listo y caprichoso coleccionista de cuadros y vasijas orientales, sino que también tiene chuchos de raza, ganadores en los más prestigiosos certámenes caninos. Y de ahí viene el título original de El caso del asesinato del criadero de perros, con el que por primera vez se publica la novela en español, en nueva traducción de Susana Carral que recupera, además, los planos y gráficos que ilustraron la edición original.

"Pasen y vean, porque el virtuoso de la novela de intriga demostrará que su chistera de soluciones criminales no tiene fondo"

Se nota que Willard Huntington Wright, nombre auténtico del escritor que se esconde bajo el pseudónimo de S. S. Van Dine, ya ha cogido oficio en esto del relato policíaco y todo fluye con mayor agilidad. Los personajes nunca son del todo buenos ni malos. A las víctimas a veces dan ganas de matarlas por su egoísmo y zafiedad y hasta la chica, en esta ocasión Hilda Lake —interpretada en el cine por Mary Astor—, resulta antipática. Y, por supuesto, siempre está la atmósfera de ese Nueva York de los años treinta donde una aristocracia social vivía ajena al crac económico, comía en grandes salones, tomaba copas en los clubes más british de la Gran Manzana y rendía culto al arte de no hacer nada.

A Van Dine le obsesionan ahora los terriers escoceses y su pasión por el relato policíaco, que en esta ocasión le hace mejorar la resolución técnica —incluye hasta un diagrama— de un asesinato perpetrado en una habitación a puerta cerrada, con el pestillo echado por dentro, algo que había inventado Edgar Allan Poe en Los asesinatos de la calle Morgue (1841) y llevado a su máximo esplendor el mago del misterio Edgar Wallace en novelas como El misterio de la vela doblada (1916) y El secreto del alfiler (1923). Ambas son superadas en esta por Philo Vance mediante el conocimiento sobre narrativa criminal que acredita Huntington Wright, autor de una extensa y valiosa introducción a la antología, anotada por él mismo, Las más grandes historias de detectives del mundo (1928).

Pasen y vean, porque el virtuoso de la novela de intriga demostrará que su chistera de soluciones criminales no tiene fondo, igual que el hambre del cínico forense Emanuel Doremus, quien se enfrenta al análisis del cadáver de Archer Coe echando de menos las salchichas que se estaba comiendo cuando los hombres del departamento de homicidios de la Policía de Nueva York reclaman su presencia para inspeccionar el cuerpo de la víctima.

Verdaderamente, cuando surge el apetito gastronómico o criminal, hay estómagos para todos los gustos.

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Autor: S.S. Van Dine. Traducción: Susana Carral. Título: El caso del asesinato del criadero de perros (una aventura de Philo Vance). Editorial: Reino de Cordelia. VentaTodos tus librosAmazonFnac y Casa del Libro.

BIO

S.S. Van Dine (Charlottesville, Virginia, 1888-Nueva York, 1939) es el pseudónimo de Willard Huntington Wright para escribir las novelas del detective Philo Vance, doce títulos que entre 1926 y 1939 obtuvieron un enorme éxito internacional de público. La serie, adaptada a la radio y al cine, la protagoniza un adinerado excombatiente de la Primera Guerra Mundial, sofisticado coleccionista de arte, experto en jarrones chinos de la época Ming, dandy y cínico, que con la asistencia del propio Van Dine ayuda a resolver casos aparentemente imposibles a John F. X. Markham, fiscal del distrito de Nueva York. Huntington Wright superó su adicción a la cocaína escribiendo las aventuras de Philo Vance, que además le hicieron enormemente rico. El primer título de la serie, El caso del asesinato de Benson (1926), sería interpretado en la gran pantalla por William Powell, que prestó su imagen a Philo Vance en cinco ocasiones, entre ellas, El caso del asesinato de la Canario (1927) y El caso de los asesinatos de los Greene (1928). Basil Rathbone daría vida al personaje en El caso de los asesinatos del Obispo (1929). Van Dine acabó convirtiéndose en un experto analista de novela policíaca. Sus 20 reglas de la novela policíaca aún son un canon para los escritores del género.

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