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Pirámides

Tenía el aspecto de un tuareg, cubierto el rostro con un velo, la tez morena, muy curtida por el desierto. Caminaba despacio, cansinamente, pero con un ritmo constante, seguro de que llegaría a su destino. Miraba al norte, que le guiaba, y veía la arena y el cielo, el horizonte lejano. Los colores eran muy puros, transparentes, sólo dos colores. Aquello era como flotar en la nada, pero él seguía caminando. Siempre había vivido en la nada.

No obstante encontró algo en la arena, algo pequeño, pero se podía distinguir perfectamente. Era como una pirámide, y en una de sus caras se podía leer: “Ve al Noroeste y encontrarás la respuesta”. Todos buscamos respuestas, y él también. Llevaba caminando quince días y sabía a dónde iba, pero aquella inscripción le hizo variar el rumbo. Nadie se toma el trabajo de poner una marca en el desierto para nada; aquello debía de ser obra de un sabio, y él confiaba en los sabios.

Siguió caminando, y lo hizo durante toda una semana, hasta que se encontró con una segunda pirámide, con otra inscripción, unos signos muy extraños, como círculos. Esta vez no entendía lo que estaba escrito, pero él decidió continuar con el camino marcado por la primera pirámide.

"Caminó durante dos días más y al final cayó derrengado, preparado para la muerte. Había tomado una decisión y la había seguido hasta el final"

Y así encontró una tercera y una cuarta pirámide. Siguió caminando, hasta que se internó en una tierra mucho más dura, donde el sol pegaba infinitamente más fuerte. La arena era como cal, y a él apenas le quedaba agua.

Caminó durante dos días más y al final cayó derrengado, preparado para la muerte. Había tomado una decisión y la había seguido hasta el final. Este tipo de cosas llevan a la victoria o a la derrota, a la gloria o a la muerte.

La segunda inscripción, en la lengua olvidada de los Luas, tribu extinguida hace cientos de años en el Sáhara, decía: “La respuesta a la pregunta te aguarda”. La inscripción de la tercera pirámide decía: “Al ver la luz deberás ser fuerte”. Y la cuarta: “Morirás en el próximo día, pero la luz te guiará”.

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