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¿Qué soy si soy una mujer de placer?

¿Qué soy si soy una mujer de placer?

«Eran endurecimientos que se habían formado como lobanillos en un árbol, producto del peso constante de hombres, del sacudirse bajo ellos, como si estuvieran a caballo, y de ser aplastada repetidamente en el futón».

En Mujer de placer, Kiyoko Murata nos cuenta la vida del barrio rojo con una narración la que combina lo coral con una clara protagonista, Ichi Aoi, una joven isleña que acaba de ser vendida por sus padres a la casa Shinonome.

"Sin ser un relato victimista, Kiyoko Murata consigue transmitir las pequeñas y grandes crueldades cometidas contra los cuerpos y las mentes de las mujeres obligadas a trabajar en las casas de placer"

Sin ser un relato victimista, Kiyoko Murata consigue transmitir las pequeñas y grandes crueldades cometidas contra los cuerpos y las mentes de las mujeres obligadas a trabajar en las casas de placer. Tan solo en las primeras páginas, Ichi es bautizada como Kojika tras una violación y es obligada a olvidar su dialecto y su acento. El contraste entre lo horrible del acto en sí y la fría actitud de quien tan solo está llevando a cabo un «proceso administrativo» es una muestra de lo que encontraremos en la novela, que además se complementará con la reacción de Ichi, quien es incapaz de comprender qué ha sucedido ni de asumir que debe olvidar quién fue antes de ser Kojika.

La personalidad de Ichi se mostrará sobre todo a través de su diario. Vivir en el barrio rojo equivale a vivir en el Infierno, pero al menos es uno donde te educan. Gracias a las enseñanzas de Tetsuko-san, una cortesana que ya terminó sus años de servicio, Ichi será capaz de poner por escrito su nostalgia, su dolor, sus vivencias más mundanas y los contraargumentos que, cuando discute con la oiran Shinonome-san, no es capaz de dar.

Precisamente, Tetsuko-san y Shinonome-san son las dos grandes maestras de Ichi. Tetsuko-san quiere proteger a las cortesanas con su conocimiento de las letras, las matemáticas e incluso de la filosofía y las leyes, aunque esto último queda fuera de sus lecciones. Les enseña a escribir cartas a sus clientes y a llevar las cuentas para no convertirse en esclavas de sus casas el resto de sus vidas. Por otra parte, también les da un espacio para hablar, para expresar todo lo que tienen acumulado en sus «inquietas barrigas». El diario de Ichi, así como los testimonios escritos de otras mujeres, expresan todo lo que no pueden decir en voz alta, sobre todo cuando la palabra hablada no es suficiente.

"Ya no es una bestia que va descalza por la isla, sino una persona. Tal vez en un futuro sea una oiran, una princesa entre las cortesanas"

Shinonome-san también protege a las chicas de la casa con sus conocimientos, solo que estos son los propios de una oiran. En ella recae el prestigio y el mantenimiento de la casa, pues son sus clientes los que pagan su comida, sus ropas y todo lo que hace falta para mantener a las trabajadoras. Ichi verá en sus reflexiones y conversaciones, cada vez más sinceras, a alguien en quien confiar incluso en las peores situaciones, pues Shinonome siempre contará con la paciencia y el saber que a ella le faltan.

Con ambas maestras, Ichi se preguntará en más de una ocasión qué es ahora que es una «mujer de placer». Ya no es una bestia que va descalza por la isla, sino una persona. Tal vez en un futuro sea una oiran, una princesa entre las cortesanas, o tal vez acabe como las prostitutas junto al río, montada como un caballo y apuñalada por un cliente celoso. ¿Será verdad que tiene poder sobre los hombres, como dice Shinonome-san, o tan solo es una vaca a la que no pueden reclamar ningún dinero, como dictan las leyes estudiadas por Tetsuko-san?

Como lectora, he llenado este libro de pósits. A pesar de ser bastante sensible a estos temas, la sutilidad de algunas de sus críticas, las mujeres que conviven en el barrio rojo y los fragmentos del diario de Ichi consiguieron atraparme y convencerme de que debía seguir leyendo. Ichi, Tetsuko-san, Shinonome-san y otras tantas mujeres que aparecen en la novela no existieron con esos nombres, pero sí tuvieron esas vidas, esos pensamientos, esos sueños de ser tan libres como sus destinos les permitieran. Leer Mujer de placer es recordar que no eran mercancía, ni ganado, sino personas, niñas, que la sociedad decidió despojar, no solo de su identidad, sino también de su naturaleza.

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Autora: Kiyoko Murata. Título: Mujer de placer.  Traducción: Makiko Sese y Daniel Villa. Editorial: Hermida editores. Venta: Todos tus libros.

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SABRINA ANALIA CABRERA
SABRINA ANALIA CABRERA
4 meses hace

DOLOR.

SABRINA ANALIA CABRERA
SABRINA ANALIA CABRERA
4 meses hace

“cuando la palabra
hablada no es suficiente”.
Ángeles López sobre la
obra de Kiyoko Murata.

Insisto: DOLOR.

“Mujer de Placer”: Sí. Ellas
jamás olvidan quiénes son,
sus Principios , deseos.
EL PLACER de reconocerse
pensantes y libres. Su cuerpo no es su identidad.
Ellas saben muy bien que
SU / LA PALABRA,: sea hablada
o escrita , ES VALIOSÍSIMA.
Cuando HACEN USO DE
ELLA, se Emancipan.
Galeano se refirió a las
MUJERES SIN MIEDO.
Es así.

LA PALABRA SIEMPRE
ALCANZA. ES CORRECTO: LA
PODEMOS COMPLEMENTAR.