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Rebeldes del deseo, de Carlos Barea

Rebeldes del deseo, de Carlos Barea

Tengo un amigo en Los Ángeles, Ignacio Darnaude, que siempre me cuenta historias fascinantes sobre artistas plásticos LGTBIQ+. Esas historias, que a veces hacen referencia a su vida entera y a veces solo a una parte significativa de ella, resultan imprescindibles para entender su obra. Si se borra la identidad sexual de los artistas LGBTIQ+, se borran los códigos necesarios para descifrar su arte, dice Ignacio.

Llevo ya años insistiéndole a Ignacio en que debe escribir un libro con todas esas historias. Un libro como el que ha escrito Carlos Barea, Rebeldes del deseo, que no está circunscrito a artistas plásticos, sino que se extiende a creadores en general. Su subtítulo lo deja claro: “Gais, lesbianas y bisexuales en la creación artística del siglo XX”. Veinte retratos de escritores, cineastas, cantantes, artistas plásticos y hombres y mujeres del teatro que vivieron en el siglo XX (aunque el libro se abre con Rimbaud, que murió en 1891) y que tuvieron que sufrir, de muy diferentes formas, la discriminación por su orientación sexual heterodoxa. Por tener un deseo rebelde.

"Se ha dejado guiar por sus gustos, sus descubrimientos y sus pasiones. Por el interés de las vidas que retrata y por el significado de las obras de sus artistas"

Veinte semblanzas que podrían ser cien. Por razones editoriales comprensibles, el libro se ha limitado a un puñado de nombres y a una extensión de páginas razonable, pero quedan tantos nombres fuera que la lectura —sirva como elogio— se hace corta. ¿Cómo ha hecho Barea la selección? Arbitrariamente, como él mismo confiesa: se ha dejado guiar por sus gustos, sus descubrimientos y sus pasiones. Por el interés de las vidas que retrata y por el significado de las obras de sus artistas. Y un rasgo de carácter: ha mezclado lo que llamamos alta y baja cultura sin complejos. Rafael de León y Jean Cocteau en la misma cama.

Hay cinco secciones temáticas y cada una de ellas tiene, antes de los perfiles correspondientes, una pequeña introducción en la que el autor repasa el siglo e hilvana otros nombres que han quedado fuera de la selección de retratos. En la sección de la Generación del 27, por ejemplo, está retratado Luis Cernuda, pero no Vicente Aleixandre, ni Gregorio Prieto, ni siquiera García Lorca.

Barea combina los nombres legendarios con algunos desconocidos, como Victorina Durán, Carmen Tórtola o Pepito Zamora, personajes de los que yo no había oído hablar nunca. En esos personajes, y muchos otros solo mencionados brevemente, hay una reivindicación expresa de los amargores que trae el paso del tiempo, por un lado, y la marginación sexual, por otro. Artistas que quedaron en segundo plano por su orientación sexual o que llegaron a tener una cierta relevancia coyuntural en su época y luego fueron barridos por el olvido.

La memoria —ya se ha apuntado— es el motor que mueve el libro, que ya desde el emocionado prólogo de Alberto Conejero pretende ser un espejo de vidas en las que mirarse: “La veintena de biografías que componen Rebeldes del deseo conforman una reivindicación luminosa de nuestras propias vidas, porque las mujeres y hombres que integran este álbum nos miran desde el siglo XX para recordarnos que son nuestros semejantes, nuestros familiares, nuestros amigos; son nosotros antes de nosotros”, dice Conejero. Y Barea, en el epílogo, circularmente, reitera esa idea: “Si hay algo claro en todo esto, es que estuvimos, estamos y estaremos, y que no habrá presión, legislación o régimen que nos haga desaparecer”.

"El libro nunca huye de la historia, la enfrenta directamente. De hecho, podría pensarse que su oportunidad tiene que ver también con el momento histórico que vive el mundo"

El libro nunca huye de la historia, la enfrenta directamente. De hecho, podría pensarse que su oportunidad tiene que ver también con el momento histórico que vive el mundo y con la regresión en materia de derechos de todo tipo —incluyendo los de identidad sexual y de género— que empezamos a padecer. Los homosexuales, las lesbianas y los bisexuales —como los trans y las otras minorías, ausentes del libro por razones que el autor explica al comienzo— no tuvieron durante siglos ningún refugio donde huir. Ninguna geografía y ninguna ideología. Es cierto que en las últimas décadas, la izquierda política ha asumido en todo el mundo con decisión la representación LGBTIQ+, pero en Rebeldes del deseo queda claro que no siempre fue así. Personajes como Pier Paolo Pasolini o Jaime Gil de Biedma fueron expulsados o despreciados dentro de su militancia comunista por ser homosexuales. Pasolini denuncia que, ante un caso concreto de prostitución masculina ocurrido en los años sesenta, “fascistas, democristianos y comunistas usan —públicamente— el mismo lenguaje, los mismos términos, el mismo vocabulario […]. Esto significa que los sentimientos de fascistas, democristianos y comunistas son los mismos.”

El lector de Rebeldes del deseo puede enfrentarse al libro con una mirada reivindicativa, pedagógica, histórica. Pero puede hacerlo también con una mirada novelesca, porque lo que Barea retrata, al fin de cuentas, son vidas apasionantes, sugestivas. Incluso de algunos personajes sobre los que se ha escrito mucho y son por eso más arriesgados de pintar —como el propio Pasolini, Rimbaud, o Francis Bacon—, el autor sabe ofrecer un relato original y atractivo. Por desgracia —pero por fortuna en este libro—, las vidas de los creadores LGTBIQ+ han sido a menudo lo suficientemente dramáticas como para convertirse en para literatura.

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Autor: Carlos Barea. Título: Rebeldes del deseo: Gais, lesbianas y bisexuales en la creación artística del siglo XX. Editorial: Plaza & Janés. Venta: Todos tus libros

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