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Santiago Díaz: «Resulta difícil engañar a los lectores del género negro»

Santiago Díaz: «Resulta difícil engañar a los lectores del género negro»

El escritor y guionista madrileño Santiago Díaz introduce en la novela negra española un nuevo protagonista particular, la inspectora Indira Ramos, que en El buen padre tiene que enfrentarse al caso de un triple secuestro por parte de un anciano.

En la presentación a la prensa, Santiago Díaz, el hombre de los 500 guiones emitidos («Compañeros», «Aquí no hay quien viva», «El secreto de puente viejo» o «Yo soy Bea»), ha explicado que tenía claro que quería «contar la historia de un secuestro, un anciano que secuestra a tres personas a las que acusa del encarcelamiento de su hijo, pero no quería que fuera un secuestro por dinero, sino una búsqueda de justicia». La inspectora Ramos es «la base de todo», porque primero dibujó el personaje y luego le adjudicó un caso de investigación.

Ramos tuvo los referentes que la mayoría de escritores tienen, pero el resultado es una «inspectora muy peculiar, una mujer con honestidad a prueba de bomba, una gran rectitud y, al mismo tiempo, que padece un trastorno obsesivo compulsivo con el orden y la limpieza que le impide llevar una vida normal». Recuerda Díaz que «a veces estos investigadores se enfrentan a la culpa del pasado o al alcoholismo, pero Ramos se enfrenta a algo solo visible para ella, esos microbios que pululan por las superficies», si bien el autor no ha querido hacer comedia con ese aspecto, aunque le servía en ocasiones para «quitar un poco de peso a esa trama tan seria». Aparte de luchar contra sus temores y enemigos invisibles, Ramos tiene que enfrentarse a un aislamiento porque nadie quiere trabajar con ella. «Sin embargo, al final se impone su valía como policía».

Ramón Fonseca, El buen padre de la novela (Reservoir Books), secuestra a tres personas: la jueza Almudena García, el abogado Juan Carlos Solozábal y la estudiante Noelia Sampedro, que fueron protagonistas del juicio que llevó a su hijo a la cárcel. Ella era la jueza del caso; él el abogado de Fonseca, que no hizo mucho para intentar liberar a su hijo, incluso dejando el juicio a los pocos días de su resolución; y Noelia la testigo clave de la acusación, que aseguraba haber visto a Fonseca golpear a su mujer en un hotel pocas horas antes del fatídico asesinato. Todos los indicios parecen demostrar que había mucho más que otro trágico caso de violencia machista.

 

Confiesa Díaz que siempre intenta «entretener», pero también quiere que «el lector piense, que se ponga en la piel del protagonista, en este caso del anciano, que crea que su hijo está viviendo una situación injusta». Ha querido hacer algo distinto a su primera novela, Talión, aunque «los personajes se tomen igualmente la justicia por su mano, y el desarrollo de las historias vaya por unos caminos y situaciones que pueden parecerse entre ambas novelas, pero eso sucede porque se mueven dentro del género». Con los secuestrados quería llevar al lector a que viera sus luces y sus sombras: «Son una buena muestra de muchos aspectos desagradables de la sociedad en diferentes sustratos».

Díaz, que terminó el primer borrador de la novela justo antes del inicio de la pandemia, está dispuesto a escribir «al menos una o dos entregas más», que ya tiene en mente. Díaz, un guionista con 25 años de carrera, ha confesado que como lector la novela negra es el género que más le atrae, porque le da «la posibilidad de conocer lugares y personajes sórdidos que difícilmente conocerías en la vida real, además de poder acompañar a investigadores en la resolución de un crimen». Atribuye Díaz el auge y el éxito del género negro a «la complicidad que se establece entre el autor y los lectores, a los que resulta difícil engañar».

Siguiendo las prédicas de su admirado Pierre Lemaitre, Díaz utiliza en parte la trama de enigma típica en Agatha Christie, pero también le gusta «sorprender a los lectores con muchos giros». Si como lector se declara seguidor de Connan Doyle, Paul Auster, Jo Nesbø, Stieg Larson, Lorenzo Silva y de Dolores Redondo, como escritor su mayor influencia es Vázquez Montalbán y su Pepe Carvalho, «porque retrataba un mundo cercano que conocíamos muy bien».

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