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Soñar París

“¿Qué queda del París de mi juventud?” se pregunta el dibujante Pierre Le-Tan. “Algunos domingos o días de fiesta, cuando la ciudad parece abandonada, me parece volver a encontrar, como una carcasa vacía, mi París de antaño”, responde. Porque frente al París bullicioso que seguramente todos conocemos, abarrotado de turistas (como nosotros mismos) y peatones apresurados e incluso ansiosos, o al París de mendigos, mercadillos y porteras de Ehrenburg (que retrató en el magnífico Mi París), Le-Tan recorre y dibuja con su delicado trazo una ciudad solitaria, tan solitaria y melancólica como el niño y el joven que fue, y el adulto que años después escribe sobre ella.

Es posible que fuese necesaria una ciudad vacía, silenciosa y, por tanto, enigmática, para despertar en su alma sensible los sueños, los deseos y la imaginación. Porque de esa manera la urbe pierde su funcionalidad, deja de ser demasiado evidente y se abre al misterio. Al lector, el poder apaciguador y, en cierto modo, sanador, que confieren sus imágenes le otorgan una oportunidad de recogimiento excepcional en una ciudad normalmente sobreexpuesta y ruidosa. Quizá el pequeño futuro dibujante que recorría la Avenue Breteuil con su niñera, conmovido por la presencia de los enormes plátanos “podados con esmero” que le recordaban un cementerio, necesitase de esa muda visión para que su talento emergiera. Porque desde ese silencio es desde el que se agudiza su mirada y le ayuda a retener toda una conjunción de escenas, colores, luces, voces y recuerdos que pueblan esos dibujos aparentemente vacíos, pero repletos de ausencias.

"Acompañamos a Le-Tan en ese recorrido por un París de sus emociones, un París poblado de fantasmas, muchos de ellos personajes legendarios"

En la estela de Breton y el grupo dadaísta, que idearon los mapas influenciales basados en la percepción obtenida al recorrer una ciudad y, posteriormente, ya a mediados de los cincuenta, los situacionistas con Guy Debord a la cabeza, que concibieron la guía psicogeográfica de París para que la ciudad se sometiera al examen de la experiencia subjetiva proporcionada por el paseante/turista, Le-Tan nos traza un recorrido por la capital francesa basado en sus vivencias y en las impresiones que atesoró en su memoria de algunas calles, parques, jardines, plazas, restaurantes o esquinas que formaban parte del paisaje de su infancia y juventud. Y así, por ejemplo, ante el dibujo de un tramo de hierro del metro aéreo a su paso por un Boulevard Garibaldi que se presenta sin coches ni animales ni personas, nos desvela que así lo vio asomado a la ventana de la vivienda de un amigo, una tarde que hizo su aparición también en aquella casa nada menos que Yul Brynner, quien, además, tocó la guitarra para todos los allí presentes: “Cómo olvidar a Yul Brynner y aquellos cantos nostálgicos entrecortados por el ruido del metro, en aquella habitación de niño, y a Madame Tassier, que, de repente, parecía una vieja gitana”. Y cuando dibuja la iglesia Sainte-Marie-Médiatrice lo que recuerda es a su amigo Patrice y sus encuentros apasionados con el gitano Jean. O cuando retrata la Place Jussien desierta con tan solo una ligera sombra que se aleja medio oculta, a quien recuerda es al joven Adrien que soñaba con una herencia que le garantizase “una existencia ligera como las burbujas de champán que danzan en las copas antes de desaparecer en la superficie”.

Y, de esa forma, acompañamos a Le-Tan en ese recorrido por un París de sus emociones, un París poblado de fantasmas, muchos de ellos personajes legendarios (como Jacques Fath, Barbara Hutton o el último emperador vietnamita Bau Dai) entre los que Madonna sólo es una “cantante de moda de origen italoamericano” y descubrimos ese dolor, esa punzada con la que la melancolía castiga a quien es consciente de la rapidez con la que todo pasa: “los coches de punto desaparecieron sin que nos diéramos cuenta” y, aún así, se empeña en sostener los decorados por los que la comedia humana transita.

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Autor: Pierre Le-Tan. Título: El París de mi juventud. Traducción: Lola Bermúdez Medina. Editorial: Cabaret Voltaire. Venta: Todos tus libros.

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