Tras Tiberio Graco: Tribuno de las legiones, Luis Manuel López Román publica la segunda parte, Tiberio Graco: Tribuno de Roma, y completa de este modo una bilogía que cuenta la historia de un hombre que cambió el destino de la capital del Imperio más grande de todos los tiempos.
En este making of Luis Manuel López Román recuerda el origen tanto de Tiberio Graco: Tribuno de las legiones como de Tiberio Graco: Tribuno de Roma (Desperta Ferro).
*****
El primer contacto que tuve con la figura de Tiberio Sempronio Graco tuvo lugar durante los primeros años de mi adolescencia, en las páginas de la magistral novela de Colleen McCullough El primer hombre de Roma. Esta absoluta obra maestra de la novela histórica de romanos llegó a mí por casualidad en un tiempo en el que yo acababa de tomar la drástica decisión de abandonar mi sueño de estudiar biología para hacer una carrera de humanidades; decisión en la que tuvo una influencia decisiva un profesor de latín en los tiempos en los que esta materia era obligatoria para todos los alumnos que hacían bachillerato. Para llenar los muchos tiempos muertos que prometía un verano de estudios en Inglaterra, decidí llevarme en la maleta la novela de romanos más voluminosa que encontrara en la librería. Y allí estaba El primer hombre de Roma, con sus más de mil páginas en las que se desgranan los primeros años de las carreras de Mario y Sila. En esta obra, Tiberio Graco no aparece más que como una mención esporádica en boca de unos personajes que recuerdan su tribunado de la plebe y el de su hermano Cayo como algo legendario, casi mítico. En efecto, ya en tiempos de Mario, el nombre de los Graco había pasado a formar parte del imaginario popular de los romanos, especialmente de las clases populares, y McCullough supo retratar esto a la perfección en su novela.
El nombre de Tiberio Graco cayó como una semilla en esa tierra negra, abonada y fértil que es la cabeza de un adolescente. ¿Quién era este Tiberio Graco? ¿Cómo fue su carrera política? ¿Por qué las siguientes generaciones de romanos seguían hablando de él como de un héroe o un aspirante a tirano según su extracción social? Sin embargo, mis ganas de saber quedaron frustradas por dos hechos: no existía por aquel entonces en castellano ninguna monografía de divulgación accesible sobre la figura de Tiberio (de hecho, sigue sin existir) y, lo que resultaba más pasmoso, tampoco había en el mercado novelas históricas que hubieran abordado su figura como personaje central. Mi fascinación por Tiberio se tuvo que contentar con la lectura de la biografía de Plutarco en una mala traducción con un siglo a sus espaldas y con las referencias muy generales de algún que otro manual de historia de Roma que cayó en mis manos.
Años después, ya metido de lleno en el mundo universitario, pude saciar mi curiosidad accediendo a bibliografía en otros idiomas (inglés e italiano sobre todo), consiguiendo así construir un panorama aproximado de quién fue Tiberio Graco y cuál fue su labor política. Cuando llegó el momento de elegir un tema para mi tesis doctoral, lo tuve claro: trabajaría sobre el tribunado de la plebe en la Baja República romana, y el primer capítulo llevaría el nombre de Tiberio Graco. No desgranaré aquí el tormentoso proceso que llevó aquella tesis doctoral a encallar en los arrecifes de la inconsciencia, la falta de foco y la ausencia de una dirección sólida y seria. Diremos solo que años después lo único que existía de aquella tesis era un centenar de páginas sobre el tribunado de Tiberio Graco y muchas más dudas que certezas. Aquellas páginas acabaron en un cajón y mi vida transcurrió por otros caminos, lejos de las aulas universitarias.
Por aquel entonces mis ganas de escribir ficción se impusieron a las de investigar, y empecé a experimentar con los límites de la novela histórica. Nació así Marco Lemurio, el personaje que me permitió dar el salto a la publicación profesional y que cambió mi vida por completo. Pero entre novela y novela de Marco Lemurio, Tiberio Graco me seguía llamando a gritos desde el cajón en el que estaba sepultado aquel capítulo de la tesis, pidiéndome que, ya que el proyecto inicial no había prosperado, lo convirtiera al menos una novela. Y como yo siempre he sido de soñar fuerte y de ignorar la cruda realidad de los mercados, decidí que mi Tiberio no se merecía una novela: escribiría toda una trilogía para él. Un primer libro abordaría la infancia y la juventud de Tiberio como tribuno de las legiones en la Tercera Guerra Púnica y su papel en la destrucción de Cartago. El segundo estaría dedicado a su labor como cuestor en Numancia y los años centrales de su vida. Y el tercero y última estaría consagrado al tribunado de la plebe.
Estaba trabajando en el manuscrito de la primera parte cuando, redes sociales de por medio y con no poca ayuda de la diosa Fortuna, la editorial Desperta Ferro hizo su acto de aparición. Cualquier aficionado a la divulgación histórica en España sabe lo que significa Desperta Ferro y hasta qué punto su sello es sinónimo de calidad. Quien conozca sus revistas y sus libros puede hacerse una idea de lo que supuso la propuesta de formar parte de los primeros autores que inaugurarían su nueva línea de novela histórica. Mi entusiasmo fue tal que de buen grado habría ofrecido una hecatombe a los dioses de haber tenido a mano un número suficiente de cabezas de ganado. Dado que mi patrimonio animal se limita a un gato panzón y perezoso y que mis hijos jamás me habrían perdonado su inmolación en el altar de los dioses, prescindí de sacrificios cruentos y me limité a consagrar todo mi esfuerzo literario para que nuestro Tiberio Graco estuviera a la altura de lo que esta editorial merecía. Eso sí, el desembarco de Tiberio en Desperta Ferro supuso también una dosis de realismo: nada de trilogía, la historia del personaje tendría que contarse en dos novelas. Una decisión acertada, ya que hay pocas cosas más insufribles que esas sagas que estiran el chicle del personaje protagonista hasta la náusea solo por afán de hacer caja. De este modo, el proyecto de Tiberio Graco se limitó a una bilogía.
El proceso de escritura resultó relativamente sencillo, ya que cuando uno lleva trabajando con un personaje histórico durante tantos años es él mismo quien cuenta su historia mientras el escritor se limita a dejarse llevar. Las partes con un componente más bélico, como las guerras en Cartago y Numancia, mantuvieron el ritmo por sí mismas, pues la temática así lo pedía. La recta final de la trama, el tribunado de Tiberio, sí requirió por mi parte un ejercicio de contención para evitar que la novela se convirtiera en un tratado de legislación y política romana. La sucesión de asambleas, discursos, redacción de leyes, votaciones… habría convertido la historia de Tiberio en un café solo apto para los más cafeteros, algo que ni la editorial ni yo queríamos. Para aligerar este problema, decidí aprovechar los muchos silencios que hay en las fuentes e introducir intrigas y complots que nos llevaran a las calles de Roma y pusieran en primera línea a diversos personajes secundarios. Juzgue el lector si el resultado ha sido el buscado.
La primera parte de mi Tiberio Graco salió al mercado en octubre de 2024, y la segunda llegó a las librerías a finales de la primavera de 2025. Objetivo cumplido: Tiberio Graco ya tenía su novela y esta estaba en manos de los lectores.
——————————
Autor: Luis Manuel López Román. Títulos: Tiberio Graco. Tribuno de las legiones y Tiberio Graco. Tribuno de Roma. Editorial: Desperta Ferro. Venta: Todostuslibros.


Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: