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Un acto de fe

Las cosas no llegan cuando uno quiere, a veces ni llegan. Por suerte, en asuntos de bibliografía musical, el panorama en español lleva unos años recuperando posiciones en lo que parecía un páramo inhóspito que rozaba lo yermo. Todo ha cambiado. Hoy se traduce más que nunca, pero también se generan nuevas piezas del puzzle que trata de explicar lo sonoro a partir del verbo. Turner es culpable en parte de este renacer ensayístico. La demanda era considerable, y las ilusiones escasas, pero ¿quién dijo que todo estaba perdido? Fito Páez no, desde luego, pero tampoco Joan Manuel Serrat (que ha anunciado su retirada pero pervive en él intacta la fe). El noi del Poble Sec ha dicho que “Yo vengo a ofrecer mi corazón forma parte de la banda sonora de un tiempo de ilusión y esperanza, de recuperación de sueños y libertades”. Han pasado ya treinta y cinco años desde que sonaran sus primeros acordes y todo aquello persiste, hoy más que nunca. Falta hace.

La pregunta que se hace García Marinozzi es simple: ¿pueden las canciones cambiar el mundo? Fito Páez tenía la respuesta, una de ellas al menos. Lo que cuenta el escritor y periodista argentino es la gestación y el eco de esta canción convertida en biografía sentimental de muchos. Pero la historia acaba siendo tentacular, porque al convertirse en himno, arrastra consigo a otras historias, a otros himnos paralelos, desde Bella Ciao a Kendrick Lamar y los cantos del movimiento Black Lives Matter o a las canciones feministas que recorren el mundo. No es un gesto oportunista; si acaso, aprovecha la oportunidad que le brindan estos tiempos de reivindicaciones obligadas para activar el discurso de la lucha y para explicar, ya puestos, toda una época.

"Yo vengo a ofrecer mi corazón marca un fin de época. Sin embargo, sus versos siguen más vigentes que nunca. Es la fe, que mueve montañas y mece los corazones"

Por ser hija política de la chanson francesa, la composición de Fito Páez cuenta más que dice. Georges Brassens desarmó la dicotomía entre la alta cultura y la cultura popular, como también hizo más tarde por estos lares Manuel Vázquez Montalbán, y por eso a ambos se los enseña en las escuelas. Pero no estaría de más enseñar también la grandeza de nuestro legado sonoro, porque la música va al centro emocional de nuestro ser, y de allí se expande para abrazar el mundo con cada escucha. Como explica Martín Kohan en el prólogo que abre el libro, “de nada como de una canción puede decirse que “sale al encuentro de su destinatario (…). Cuando una canción recorre el mundo, lo hace como quien habita un lugar, se incluye en él, se incorpora a él, vive en él (…), está hecha para recordarla entera, está hecha para cantarla entera”. García Marinozzi da cuenta de los posibles linajes de ese himno argentino lanzado al mundo, desde el folclore de su tierra, del tango, de la bossa nova, del rock nacional de la patria de Páez, con las figuras de Charly García y Luis Alberto Spinetta repartiéndose el Olimpo musical donde ruge la guitarra eléctrica.

Pero las coordenadas argentinas donde surge la canción se expanden. Sí, claro, pasan por Maradona y por Gardel, por Borges y Martín Caparrós, por Cortázar y Atahualpa Yupanqui. Por la fuerza y la pegada de esta composición, estamos ante “la última gran canción latinoamericana”. El mundo ha cambiado. Ella era hija de Brassens, de Violeta Parra, de Mercedes Sosa, de Serrat, del Caribe, del tango, del rock de Dylan, de los Beatles y de Fito, de Fito Páez. Yo vengo a ofrecer mi corazón marca un fin de época. Sin embargo, sus versos siguen más vigentes que nunca. Es la fe, que mueve montañas y mece los corazones. Quien dijo que todo estaba perdido se equivocaba.

El volumen se completa con testimonios de esta época: Serrat, Pablo Milanés, Omara Portuondo, Susana Baca, Sole Giménez, Wendy Guerra, Xavier Velasco, Pedro Mairal o Liliana Herrero, entre otros tantos amores que ha atesorado la canción de Páez. Los apéndices explican la canción en otras voces, más de setenta versiones, y añade luz discográfica y bibliografía selecta a un ensayo ejemplar que tuvo su origen en las múltiples entrevistas que García Marinozzi fue realizando a personalidades indiscutibles del panorama cultural en español y que la pandemia dejó en vilo. Hay cosas, sin embargo, que merecen ser contadas. La historia de esta canción ya convertida en himno es sin duda una de ellas. Si sus notas cambiaron a una persona ya cambió el mundo. Para mejor.

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Autor: Gastón García Marinozzi. Título: ¿Quién dijo que todo está perdido? Biografía de una canción. Editorial: Turner. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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