En La Barrera del sonido (Tusquets, 2019) se encuentra el germen de la nueva novela de Juan Trejo, Nela 1979 (Tusquets, 2024). Nela fue la hermana mayor del núcleo familiar del escritor nacido en Barcelona y cuya familia migró desde Extremadura. La mayor de cuatro hermanos murió cuando apenas tenía 21 años a causa del consumo de heroína —aunque a partir de las burocráticas y escuetas respuestas de un psiquiátrico y un hospital queda entreabierta la sospecha de negligencia médica—.
Nela abandonó el colegio y se fugó de casa en 1975 para hacer vida nómada en varias comunas en Barcelona, mudarse después a La Floresta (localidad emblemática de la contracultura de los años 70 en España; el llamado “rollo”), y terminar recalando un tiempo en Génova con un novio italiano que procura la heroína y luego en Valencia, ciudad esta última donde fallece el 25 de noviembre de 1979. En ese sentido, es ilustrativa de la contracultura de los años 70, cuya significancia se fue desvaneciendo a medida que se daba paso a la Transición y la Movida.
Luego de su muerte y, bajo la sombra del dolor a pesar de los malestares que Nela causaba, se instauró en la familia un silencio tácito ante la tragedia. El niño inocente de nueve años considera que su partida pudo haber sido una solución a las angustias de los padres: “No lloré a mi hermana Nela siendo niño. No lo hice porque para mí no existía”.
El detonador de la escritura fue la repentina resucitación de la hermana en la mente del escritor cuando, en compañía de su familia, estalla en un llanto indetenible al ver el viejo filme Sonrisas y lágrimas (La novicia rebelde en Hispanoamérica). Se trata de uno de los pocos recuerdos de niño que conserva cuando ella lo llevó a ver esta película en la sala Atenas. Cuando a un escritor se le mete algo en la cabeza la obsesión puede más que el sentido común. Y así, el autor se embarca en un valiente emprendimiento: hurgar en la cuasi nada. Es que ni siquiera en el cementerio de Collserola está escrito el nombre en la lápida de su hermana.
El narrador en primera persona —su nombre no es mencionado en el texto— es una voz efectiva, singular, cercana pero a la vez cerebral. Ello hace que la historia se cuente desde el escrutinio de las emociones pero resguardando una sana distancia. Menudo mérito: elaborar desde un vacío con una voz convincente. Lo que recuerda el espíritu, entre detectivesco y descabellado, del narrador de Patrick Modiano cuando en Dora Bruder reconstruye la vida de una joven de quince años desaparecida el 31 de diciembre de 1941 a partir de un anunció de búsqueda de un viejo ejemplar de Paris-Soir.
Ello lo hace con un lenguaje pulcro, sencillo, directo, sin rebuscamientos pero tampoco cae en sentimentalismos. Sus fuentes inmediatas de información son sus hermanos Paco y Carmen, su cuñada Magra y el círculo de amigos. Cuando a Trejo se le ocurre escribir la historia su madre —fallecida el 10 de mayo de 2023— ha comenzado un proceso de Alzheimer y le implora: “Tu hermana murió hace 40 años. ¿Para qué vas a desenterrarla ahora? Está bien donde está. Tú encárgate de cuidar a los tuyos, de tu mujer y tus hijos. Deja a tu hermana tranquila”. Una madre que no había sido particularmente atenta y cálida con sus hijos, con una rara animadversión hacia el género femenino, algo incapaz de conmoverse con el padecimiento de personas cercanas, sobre todo de las otras familias de Extremadura que albergaron en su piso en la transición hacia una nueva vida.
¿Le hizo caso el escritor al consejo de la madre? Una abarrotada librería La Central un día previo a la Diada, con motivo de la presentación de su novela, podría haber sido motivo de orgullo para unos padres ausentes. El señor Trejo —fallecido el 20 de junio de 2000— fue un hombre venido de una familia de carpinteros, introvertido, rígido e inseguro, lector de novelas de bolsillo, le faltaba el ojo izquierdo y con los años cayó en una depresión crónica que le sembró terrores en la cabeza. Un padre que, al emigrar, tuvo la visión de instalarse no en las zonas más empobrecidas de Barcelona sino en la calle Gomis de Vallcarca. Quería brindarle una vida buena futura a su familia.
El libro está dividido en tres partes: “Donde habita el olvido”, “El poderoso drama” y “ Tal vez porque sí”. En una novela los personajes habitualmente cambian. Nela se transforma en la mente del hermano de ser una persona indeseable a, luego de las indagaciones, una cariñosa, alegre y buena persona: “Fue como si me aproximase al cráter producido por una explosión nuclear en medio del desierto”. En Nela 1979 no solo el narrador no es el mismo culminada su intrépida misión, sino que se retrata la transformación de una familia desde la España rural a la cosmopolita Barcelona. En ese sentido, los Trejo Álvarez son un ejemplo de lo que llamaríamos un “sueño español” realizado.
El narrador, a su vez, en el proceso de búsqueda, a veces asume el papel de cronista, mediante entrevistas, o de ensayista, en cuanto a la heroína y la contracultura. Sin embargo, esta no deja de ser una novela en su entera dimensión. La novela también es una cartografía de Barcelona, con sus innumerables lugares nombrados: desde la plaza Sant Felip Neri, la Rambla y la plaza Real donde se reunían los yonquis a los lugares de vida de la familia establecida en Vallcarca.
Un tema que prevalece , además, es la embrionaria relación entre memoria, olvido e invención. Es así como, para poder contar esta historia, el narrador se apoya en la ficción para llenar ciertos vacíos. Ello no restaría en modo alguno la consideración de tratarse de una novela de lo real, construida con una estructura bien pensada que impide al lector despegarse de las páginas.
Al aproximarnos hacia al final, casi al momento en que el autor pierde las esperanzas de conseguir pistas más contundentes que lo aproximen a la hermana, a través del escritor Jordi Corominas se establece la manera de conectar con la familia de Valerio en Génova, el novio italiano, el amor de Nela de sus últimos años, a partir de viejas fotografías difundidas en las redes destinadas a conectar personas del pasado en torno a la heroína. Las últimas páginas producen un vértigo al lector parecido a lo que logran las estupendas novelas de no ficción de Emmanuelle Carrère. Da la sensación como si las casi 300 páginas previas hubiesen sido construidas en torno a este final en el que se produce la reconciliación del escritor con la memoria de su hermana.
Juan Trejo tiene el talante de los grandes narradores que saben interesar al lector, incluso sobre lo cotidiano y aparentemente inocuo. Con este hermoso y memorable libro en el que despliega virtuosismo escribe el nombre de su hermana, Manuela Trejo Álvarez, sobre la lápida anónima de Colserolla.
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Autor: Juan Trejo. Título: Nela 1979. Editorial: Tusquets. Venta: Todos tus libros.
Pues bien Juan yo conocí a tu hermana, es más, creo que fui su primer novio. Tenia 15 años por aquel entonces. Conocí también a otro hermano y a otra hermana mayores que tu. Tu eras muy chiquito. Ni imaginas como quise a Nela y el recuerdo tan tierno que guardo de ella. No seas severo con tus padres, vete a saber que vida llevaban por Palomas y esas cosas forjan carácter.
Un placer haber podido saludarte y comentar los sentimientos que todavía guardo. Te deseo muchos éxitos en tu trayectoria.
CARTA A LA NELA
Estimada Nela:
Han passat tant temps, tants anys… potser massa.
Ha plogut molt, ha pedregat bastant, fins i tot ha nevat alguna vegada i ara per fi, puc dedicar-te algunes lletres. Ha estat necessari que jo arribés a aquesta edat adulta per poder, abans no perdi el senderi, amb tota la serenor, escriure’t aquesta carta.
Va ser per la necessitat d’estimar, de tocar amb els meus dits un altra pell, de descobrir acaronant-te un altra cos que no era el meu, de notar un altra escalfor, d’olorar de molt a prop un altra flairança, aquella nova veu, aquell primer bes enamorat, sentir uns altres batecs que es compassaven amb els meus.
Era, en definitiva, descobrir l’amor, un amor jove i fervent, un amor adolescent.
Acaronar-te, tot i les presses, la por i la inexperiència, era com acaronar un ametller florit.
Besar-te era com acostar els llavis a la rosada.
No sé quins foren els camins que van portar a trobar-nos, ni quin els que van fer que ens allunyéssim; potser tant se val, ja no té importància. El cas és que vàrem coincidir.
Ara per fi puc dir lliurement i públicament que et vaig estimar i va ser un amor net, pur, un amor adolescent.
Diuen que vas morir allà per València, que reposes darrere una làpida sense nom.
Bon viatge vella amiga, va ser un gran plaer estimar-te.