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Una confesión literaria

En la primera novela de Eugenia Kononenko traducida al castellano, un desconocido entrega a Valeri Ivak un cuaderno que contiene un manuscrito de su padre titulado El último deseo, siendo este el título con el que llega a nuestras manos dicha novela. En un juego de tiempos, este manuscrito perdido está plasmado sobre el cuaderno que el nieto del desaparecido escritor le regaló por su cumpleaños, del que Valeri Ivak había tenido noticia ese mismo día, tras despertar de madrugada con una funesta sensación. Desde ese momento, el autor invita al lector a sumergirse junto a Valeri en la lectura del manuscrito, que incluye, además, dos introducciones, antes de dar paso al grueso de un texto que no es otra cosa que la biografía de Ivan Ivak, cuya escritura fue posiblemente impulsada por una mujer que se acercó a él para decirle que debía escribir para sobrevivir o, acaso, para poder morir. Este texto se cruza con la percepción que sus hijos y nieto tenían del propio autor, dando lugar a una verdad más compleja, que se adentra poco a poco en la vida de un escritor en la Ucrania stalinista. Lo que más sorprende de esta breve novela es la profundidad que la autora otorga a Ivan Ivak, trascendiendo las páginas del libro hasta convertirse en un escritor sin rostro que, el lector está más que seguro, transitó las calles de ese mismo país en la época señalada. Ivan Ivak fue verdugo, ejecutor en nombre del comunismo, y también fue el autor de El verdugo, que le otorgó un nombre en el panorama literario; finalmente, él mismo quiso morir, tras no poder soportar su vida sin importar si había conocido lo que era el éxito, pues eso no era suficiente para liberarle de ser él mismo. Pero Ivan es, además, un hombre de familia, amante de su esposa y defensor de sus hijos, e incluso de su nieto en el caso de una perturbadora anécdota relatada, sobre el comienzo de una sexualidad temprana y la reacción de los padres de la joven. Valeri se da cuenta de que no ha conocido jamás a su padre, cuyo único acto de libertad parece haber sido este manuscrito extraviado, y es invitado a realizar un ejercicio de perdón, en un reflejo de la sociedad avanzando finalmente tras etapas más oscuras, que son iluminadas con la pericia de un cirujano por Kononenko en la novela, ya que no permite que el sentimentalismo empañe ni adorne el mensaje de la historia, ni siquiera cuando una hija se niega a aceptar lo que su propio padre ha confesado.

Eugenia Kononenko escribe una novela necesaria que ilumina las profundidades de los sótanos y muestra cómo, en realidad, no solo no tenemos idea de lo que sucede en el país vecino hasta que los protagonistas confiesan. Porque eso es en el fondo El último deseo, una liberación que permite seguir adelante tras haber expresado algo en voz alta.

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Autora: Eugenia Kononenko. Título: El último deseo. Traducción: Frederic Guerrero-Solé y Oksanna Gollyak. Editorial: Altamarea. Venta: Todos tus libros.

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